En multitud de ocasiones hemos oído que un hombre maltratador nunca cambia, pero, ¿y si pudieran? Así al menos lo piensa la justicia, pues existen programas de rehabilitación para este perfil de agresor.
De hecho, cuando un hombre tiene una condena firme de violencia de género, pero la pena es inferior a dos años y no hay antecedentes, están sujetos, por lo menos en Cataluña, a hacer un programa de rehabilitación. De primera mano queríamos conocer algún caso así, hablar con alguien que llevara a cabo dicha terapia, y no ha sido nada fácil. Evidentemente muchos no quieren hablar, o no están dispuestos a reconocer en público lo que han hecho de forma abierta.
Pero en Fundación Agi pudimos hablar con un hombre dispuesto a contar su historia y su progreso, en terapia desde 2012. Por petición de la fundación se mantendrá el anonimato de dicha persona y los nombres son ficticios.
¿Por qué acabaste en rehabilitación para agresores de género?
Porque había manifestado violencia en el ámbito doméstico con mi pareja. En primer lugar fui a una psicóloga normal, en mi ciudad, que no era especialista en violencia machista. Luego vine a la Fundación Agi, obligado por mi pareja, porque yo seguía conviviendo con ella y los episodios de violencia se seguían repitiendo.
No fue hasta pasados un par de años que vi que había perdido a mi familia, mis hijos, la casa, todo. Me había arrestado la policía en el calabozo y me habían decretado una orden de alejamiento de mi pareja, de mis hijos también, y entonces vi que tenía que ponerle una solución.
Entre medias pasaron bastantes cosas y llevó tiempo tomar la decisión, pero a partir de ahí empecé poco a poco a tomar conciencia y a abrir la mente a la terapia y a venir aquí, realmente para aprender.
Aparte de la terapia individual también empezamos a hacer unos grupos de coaching de comunicación, asertividad, de relaciones, con otros hombres que venían aquí, y eso también me ha ayudado muchísimo a poder conocer cómo era yo por dentro y por qué había manifestado esos episodios de violencia contra mi pareja.
¿Cuando comenzó todo esto?
Supongo que desde la infancia, pero la manifestaciones de violencia empezaron en 2012 después del nacimiento de mi hija, cuando había situaciones que escapaban a mi control, o lo que yo creía. Manifestaba violencia verbal, en algún momento física.
Tu pareja, ¿cómo reaccionaba?
Tuve suerte, la que era y es mi pareja a día de hoy fue la única persona que me dijo las cosas como eran. Me dijo: "Veo luz en ti, pero tienes que actuar y hacer cosas, está claro que de esta manera que estás no puedes tener una vida normal, porque volverás a caer". Me tocó estar bastante tiempo sin mis hijos y aprender.
Venía aquí a la fundación pero los episodios seguían. Después de estar en el calabozo pasó mes y medio, y ahí fue cuando ya había cosas que me llamaban la atención.
Mi mujer publicaba en las redes sociales escritos, yo los leía, al principio me enfadaba, pero luego me hacían reaccionar.
¿Qué tipo de escritos?
Contando la verdad, de lo que ella sentía, de lo que pensaba de mí y de lo que era.
¿Y cómo se sentía ella?
Se sentía oprimida por mi violencia, por haber actuado de una forma complaciente conmigo y aceptar años de malos tratos. Yo siempre he tenido un entorno que aprobaba esta violencia y ella empezó a hablar, a decir las cosas. Al principio lo lees y te enfadas, pero toca alguna tecla dentro de ti... Te enfadas pero sabes que tiene razón.
Llevas en terapia desde 2012, ¿qué cambios ha habido en tu vida desde entonces?
Una evolución bastante grande. Aparte de tener problemas relacionados con la violencia machista también tengo un trastorno obsesivo compulsivo, y me trataron también sobre esto, y me siguen tratando, con medicación, terapia y demás. He tenido que conocer muchas partes de mí y ver por qué me están pasando estas cosas, además de mi imaginación y pensamiento paranoico, que también influían…
¿Crees que tu trastorno influye directamente en la violencia doméstica?
No. He aprendido aquí en la fundación que la violencia es una decisión. Cuando no hay salida tomas la decisión de ser violento y evidentemente, he aprendido que la violencia la decides tú, que no hay ningún motivo que la justifique.
¿Podrías explicar con un ejemplo cómo has cambiado en la vida cotidiana?
Si se refiere a lo que es la violencia, cuando empezaban las discusiones por cualquier tontería me sentía atacado. Veía una discusión como un ataque hacia mi ego, mi masculinidad. Entonces cuando veía que algo no me cuadraba, actuaba así. A día de hoy soy capaz de intercambiar puntos de vista sin más.
¿Qué crees que ha sido lo mejor de la terapia?
La atención personalizada que he recibido. También el consejo de entrar en el grupo de coaching, me ha servido mucho. Lo mejor es que en esta última parte de la terapia pudiera venir mi pareja conmigo y dar su punto de vista de lo que me estaba pasando.
¿Crees que el hecho de que viniera tu pareja, o que tuvieras su apoyo en este punto, fue importante?
Ha sido imprescindible. Seguramente hubiera acabado siendo muy mala persona o me hubiera suicidado, porque no veía salida.
¿Qué ha sido lo más duro de la terapia?
Conocer la verdad. Lo que yo hacía y por qué lo hacía, fue lo más duro en su momento, pero también es lo mejor ahora, porque el tener que remover el pasado te hace aceptar muchas cosas.
¿Sabrías explicar a día de hoy por qué lo hacías?
La respuesta es bastante amplia. Aunque no esté justificado en ningún momento el acto violento de un hombre hacia una mujer, a los hombres nos educan a través de la masculinidad y el machismo. En mi caso siempre he sido educado como que tu mujer es tu enemiga, o si no te sigue la corriente, mal.
Es un todo.
¿Te consideras machista?
Soy un hombre. Como hombre tengo mucho que aprender para ser feminista, me gustaría en el futuro tomar conciencia plena del feminismo y actuar más.
¿Qué le dirías a una mujer que ha pasado violencia, ha pasado lo mismo que tu mujer, violencia doméstica?
Que sea valiente y no tenga miedo a denunciar tantas veces como haga falta. Y sobre todo en informarse porque hay mucha información. Que no lo permita una sola vez, porque si pasa una vez, pasará más veces, aunque él te diga que no, que ya está bien, “ahora controlo", “no volverá a pasar”... No son acciones, es una educación que recibe el hombre.
¿Crees entonces que para solucionar la violencia doméstica basta sólo con la educación o hace falta algo más?
Hace falta actuar, leer, informarse, aprender mucho, desaprender también muchas cosas. Abrir los ojos. Sobre todo ser consciente de que los hombres somos socialmente privilegiados y que realmente para poder ser igualitarios tenemos que ceder esos privilegios y hacerlo de forma igualitaria. Te sientes mucho mejor siendo consciente de que hay un 50% de la sociedad que se siente oprimida y que cada vez es más evidente.
¿Tu cambio fue algo progresivo o algo en especial te hizo cambiar el chip?
Muy progresivo siempre, con mucho ensayo y error, no es fácil. Venía de una situación muy mala, aunque yo creía que estaba bien.
¿Sigues con tu pareja, verdad?
Sí, y a día de hoy estoy muy feliz, pero creo que es un caso excepcional, y que realmente es muy complicado que pueda funcionar las decisiones que tomamos en su día mi pareja y yo. Si no pones mucho de tu parte y no vas a tantos sitios como haga falta, pues…
Diría a la gente que si tienen un problema de salud mental, y si tienen un problema de violencia, que acudan a todos los sitios que hay, como Fundación Agi.
¿Hubieras venido de forma voluntaria a la aquí?
No, jamás. Lo tienes que hacer porque tienes hijos, tienes una pareja… para que se pongan ellos contentos, no por ti. Pero a día de hoy es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida.
¿Qué crees que deberían hacer los hombres respecto a esto, incluso los no violentos?
Que cuando una mujer tiene una inquietud y te la expresa, no intentes decir que la entiendes, sino que la escuches, que intentes empatizar con lo que te está diciendo. Que estés atento, no bases tu educación y todo lo que has aprendido como una verdad absoluta, hay muchas cosas que aprender sobre el machismo, mucha informacion corriendo, información buena, y creo que hay que abrirse a este movimiento.
Pero sobre todo ser sensible con lo que te pueda decir una mujer, y sobre todo que cuando sabes algo, cuando hayas aprendido algo, y ves que en tu alrededor se siguen manifestando actitudes machistas, decirlo con total libertad, porque si lo sabes y no actúas estás siendo cómplice del machismo.
¿Cómo entiendes ahora las relaciones de pareja?
De una forma igualitaria, todavía hay cosas que creo que se me pueden escapar. Pero sé que una relación de pareja, aparte de pasar los momentos dulces, que eso se nos da bien a la mayoría, es también escuchar a tu pareja, sus inquietudes.
La repartición de las tareas del hogar es un punto fundamental, ser consciente de todo lo que pasa, de las responsabilidades que hay, y hacerlas, y no caer en el caso típico machista de “yo ayudo a mi mujer”, “estoy a rato con mis hijos” , no, realmente cuando tienes una pareja y con hijos, también estar, estar en todo. No creer que por tener un trabajo de 8-10 horas con eso ya estas cumpliendo, no, una cosa es el trabajo y otra cosa la responsabilidad en el hogar.
Y mostrarte tal y como eres, con tus sentimientos, tus emociones.
En este punto es lógico preguntarse si es la regla o la excepción
Una vez acabada la entrevista con Rafa uno no puede evitar preguntarse si es posible que de veras sean efectivos estos programas.
Al llevar poco tiempo implatados en España, no se pueden sacar conclusiones certeras. Cabe la posibilidad de que quizás no reincidan en los próximos, por ejemplo, dos años, pero en los siguientes veinte sí. Además de que se puede sólo recontar esas reincidencias si existe una denuncia registrada.
El informe de reincidencias de 2017 nos puede arrojar algo de luz pero no es concluyente. Entre 2010 y 2015, de los 678 sujetos que se registraron 46 aparecieron en los registros con una nueva denuncia policial, una vez finalizado el tratamiento. En cualquier caso, como dice Santiago Luque, psicólogo en programas de rehabilitación de Fundación Agi, "un curso psicoeducativo tampoco es la panacea, pero mínimo le estás dando un recurso alternativo a lo que él ha oído toda la vida".
Fotos | HBO, Durmiendo con el enemigo, Yanal Tayyem (unsplash.com).
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