Hemos dado muchos pasos hacia adelante, pero todavía queda mucho por conseguir para llegar a la plena igualdad. Y los datos de uno de los últimos estudios en Harvard confirman una realidad más sexista de lo que nos gustaría: a ellos nos les gusta que sus parejas ganen más dinero y hasta un 32% tiene más posibilidades de divorciarse si está en el paro y ella, no. O si él tiene un sueldo más bajo
Estamos en pleno siglo XXI. Miles, millones de mujeres acuden al trabajo a diario, muchas de ellas con una formación excepcional y se involucran en sus carreras profesionales con el mismo fervor que sus compañeros. Pidiendo igualdad plena en esos centros laborales.
Como diría Tess McGill en Armas de Mujer, tienen un cuerpo para el pecado y una mente para los negocios. ¿Hay algo malo en ello? Pues resulta que sí, sí lo hay.
Según un estudio realizado recientemente en la Universidad de Harvard, existe hasta un 32% de posibilidades de que una pareja se divorcie si él se encuentra en el paro o trabaja a jornada reducida y ella no. Vamos, cuando se invierten los roles de género a los que estamos acostumbrados desde hace siglos y es ella quien lleva el gran sueldo a casa.
La autora del estudio, Alexandra Killewald, estudió a 6.300 parejas desde la década de los 70 y descubrió que muchas veces la felicidad de la pareja estaba directamente relacionada con el estado de empleo de él. Que la mujer trabaje a jornada completa, a jornada reducida o no trabaje directamente no afecta para nada al estado de la relación. Pero basta con que él esté trabajando sólo media jornada para que las posibilidades de fracaso se incrementen en un tercio.
Killevald tuvo que desentrañar la complejidad de la vida doméstica de las parejas investigadas, desde lo que ganaban y sus puestos de trabajo hasta la cantidad de horas que dedicaban a las labores domésticas o sus finanzas, para conseguir conclusiones sobre cuáles eran las principales razones para divorciarse. Y uno de los datos más reveladores fue calcular el grado de independencia de las mujeres a medida que iban consiguiendo aumentos de sueldo en el trabajo, lo que se tradujo en que tenían menos miedo al divorcio, ya que no tenían tanto que perder.
El estigma de las mujeres que ganan más
Más dinero equivale a más problemas, por muy poco sentido que tenga eso tal y como están las cosas y siendo tan difícil llegar a fin de mes cómo sobrevivir si eres un personaje de Juego de Tronos.
Varios estudios han demostrado que los hombres que aportan en casa un sueldo menor que el de sus parejas tienen problemas a la hora de aceptarlo. Y que esos problemas suelen devenir en: 1) mas posibilidad de ser infieles, según la conclusión a la que llegó la profesora de Sociología de la Universidad de Connecticut Christin L. Munsch.
2) problemas en el dormitorio, tal y como demostró un estudio desarrollado en Dinamarca con más de 200.000 parejas. A medida que los salarios de sus mujeres ascendían, descendía su interés sexual y era más necesario usar Viagra.
3) o no echar una mano en las tareas del hogar. El investigador Josh Katz, utilizando datos del anuario American Time Use Survey, llegó a la conclusión que incluso cuando el hombre no tenía trabajo fuera de casa que le quitara tiempo y energía, seguía haciendo menos trabajo en el hogar que la mujer. Ah, y ocupándose menos de los niños.
Cuando leemos estas cosas nos damos cuenta de cuán lentamente avanza la sociedad y de lo difícil que es romper con siglos de tradición y de imposiciones que corren por nuestras venas. Incluso los millennials más convencidos que luchan por sus sueños lo pasan mal cuando tienen que asumir esas nuevas realidades que están creando.
Poco a poco, los estereotipos van desapareciendo
De todas formas, podemos sacar una conclusión más positiva de este último estudio de Harvard y es que hasta dos tercios de las parejas sobrevivieron independientemente del estado laboral en el que se encontraba él . Es decir, que son más las parejas que están sobreviviendo a los estereotipos de rol que las que no. La realidad se impone y cada vez son más las mujeres que consiguen ascender en su área laboral. Y hombres que viven con esa realidad a diario.
Javier, profesional de las comunicaciones, es uno de esos hombres que se ha visto sumergido en esta situación de repente: "ella gana ahora un 40% más que yo". Y confiesa que ha recibido la noticia encantado: "Cuando nos fuimos a vivir juntos yo ganaba el doble que ella, un 100% más. Ella ha seguido siempre en la misma empresa y ha ido ascendiendo, yo he cambiado de trabajo y ahora soy autónomo, así que el sueldo va variando. La cosa es meter dinero en casa". Esos cambios, provocan otra forma de organizarse: "la niña vino ya con ella ganando más que yo. De lunes a viernes me ocupo yo más de ella por horarios. La llevo y recojo de la guarde, la visto y le doy el desayuno por las mañanas, juego con ella por la tarde hasta que llega mi mujer... Cuando yo ganaba más volvía a las mil y ella hacía muchas más labores de casa ", reconoce, "ahora a ella le toca volver más tarde e intento solucionar el día a día. Es cierto que como ahora ganamos más entre los dos hemos contratado a una persona que limpia en casa, así que la parte del hogar no es tan complicada."
Anna trabaja en el campo de la ingeniería, fuera de España y ella es la que lleva el sueldo más alto a casa, pero nos cuenta que no ha supuesto un problema para nada: "mi pareja lleva años viviendo en el extranjero y solo, así que todos esos problemas de los que se quejan mis amigas, nunca los he vivido. En casa los dos somos iguales. Creo que los que no lo llevan tan bien son sus padres, que desde que cobro más del doble que él, le van ingresando dinero de vez en cuando."
Para Ruth, profesional de gestión de contenidos de web y redes sociales, que ella gane 10.000 euros al año más que su pareja tampoco ha sido un problema ni ha supuesto un cambio en su relación: "en nuestro caso no ha supuesto ningún cambio y llevamos así ya seis años. Ambos sabemos que el mercado laboral es como es. Las veces que él cobraba más se hacía cargo de gastos que ahora asumo yo. Por ejemplo, como yo cobro más, pago más porcentaje de ingresos fijos. Cuando él cobraba más era al revés. Lo mismo con los gastos extraordinarios que ahora asumo yo pero que en su momento asumió él. Respecto a las tareas y demás, nos seguimos organizando igual que siempre. Tampoco hemos pasado crisis de pareja ni nada por el estilo relacionado con esto."
En conclusión: las mujeres ya no tienen por qué ser unas hachas en el hogar ni los hombres los responsables de traer el pan a casa. Todo es más complicado y más confuso. Las relaciones también lo son, ya no valen los manuales de siempre y hay que inventarse unos nuevos.
Fotos| The Break Up, The office christmas party
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