En ocasiones nos encontramos a nosotras mismas comiendo y, en realidad, no sabemos ni por qué. Lo que sí sabemos es que estamos llenas, que acabamos de comer o que llevamos semanas comiendo sin parar y no somos capaces de parar.
Y es que, aunque parezca imposible, comemos y comemos y seguimos sintiendo hambre. Esto se debe a que nuestra sensación de apetito no viene de algo físico, sino probablemente de algun situación emocional, que nos está llevan a comer más de lo que es recomendable.
Qué es el hambre emocional y por qué aparece
Este tipo de hambre que nos provoca la necesidad de comer como respuesta a emociones negativas o a niveles de estrés que no tenemos herramientas para manejar de otra manera.
Y de ahí que, a veces, tengamos ataques incontrolables de hambre o, más bien, de ganas de comer, que no sabemos de dónde vienen. Este deseo no proviene de un hambre física real, sino que es la manera que tenemos de intentar controlar estados emocionales que nos sobrepasan, porque no hemos aprendido a manejarlos de otra manera más adaptativa y eficiente.
En cualquier caso, este tipo de hambre puede aparecer por varios motivos, algunos fisiológicos y otros puramente psicológicos:
- Puede deberse a una mala conciencia interoceptiva: es decir, no tenemos un conocimiento o entendimiento suficientemente bueno de las señales que nos envía nuestro cuerpo y las interpretamos mal. Sería por esto que no sabríamos interpretar bien las señales fisiológicas que algunas emociones como la ansiedad, la tristeza o el estrés nos provocan y las interpretaríamos como hambre.
- Estrategias inadecuadas de regulación emocional: por desgracia, no siempre se nos enseña a regular de manera adecuada nuestras emociones. Esto ocurre, muy especialmente, cuando se tratan de emociones negativas, ya que todavía existe cierto estigma con respecto a ellas y en vez de aceptarlas tendemos a reprimirlas. Esto puede suponer que acabemos utilizando otras estrategias, como el hecho de comer, para intentar calmar esa sensación negativa.
- Como respuesta fisiológica al estrés: en ocasiones, el problema no viene solo de nuestras emociones, sino de cómo responde nuestro cuerpo fisiológicamente. Ante situaciones de alto estrés es posible que el cuerpo de algunas personas responda de tal manera que el hipotálamo y la pituitaria, en lugar de responder como hiperactividad, responda con hipoactividad. Esto genera que nos aparezca la sensación de hambre.
- Como técnica para cambiar el foco de nuestra atención: algunas personas utilizan la comida simplemente para intentar cambiar el foco de su atención. De esta manera intentan alejar su atención de la tristeza, estrés, nerviosismo, etc., que sientan, enfocándose en la comida.
En definitiva, ante estímulos emociones "negativos", es posible que no tengamos estrategias saludables para sobrellevarlas o vivirlas de manera adaptativa y saludable para nosotros. En estos casos, pueden aparecer esos ataques de hambre que parecen tan incontrolables y nos llevan a comer sin parar.
Qué podemos hacer para evitar el hambre emocional
En estos casos, es probable que necesitemos hacer un trabajo personal profundo y, en casos serios, necesitaremos ayuda de un profesional de la psicología que nos enseñe a reconocer lo que nos ocurre, en qué condiciones nos ocurre, nos dé herramientas para ser capaces de reconocer las emociones que tenemos y cómo lidiar con ellas de manera más adaptativa.
En cualquier caso, si la situación no es tan grave, hay algunas cosas que podemos hacer para intentar trabajar esta situación y mejorar nuestra relación con la comida y con nuestras emociones.
El primer paso es informarnos bien de cómo se presenta y se siente realmente el hambre físico y cómo se siente el hambre emocional. De esta manera, cuando nos ocurra, podremos pararnos a intentar analizar de dónde viene el hambre que estamos sintiendo en ese momento. Podremos valorar si nos está ocurriendo algo que intentemos tapar, etc.
De esta manera, cuando hayamos reconocido si se trata de hambre emocional, podremos empezar a buscar otras formas de enfrentarnos a la emoción que nos está provocando las ganas de comer. Probar técnicas de relajación, de respiración, etc., puede ser de gran ayuda. En cualquier caso, de nuevo, la ayuda profesional puede ser de mucha ayuda para aprender técnicas para lidiar con estas emociones.
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