Cuando le dije a una amiga que iba a escribir un artículo sobre las rebajas y el consumismo inútil para un portal de moda, se rió en mi cara. Le pareció algo ridículo, dado que escribir sobre no comprar en un portal que a veces nos aconseja qué comprar era un poco absurdo.
Creo que está equivocada. Como lo está mucha gente confundiendo la moda con la ropa. Un portal de moda habla de la moda, de las pasarelas, de las imitaciones nuevas colecciones de tiendas low cost (que de low, desde hace ya unos años, tienen muy poco). Ir de rebajas para llenar (aún más) un armario o sentirte más guapa no es adorar la moda, es adorar la ropa. Y no, no hay nada criminal en ello, pero llamemos las cosas por su nombre. Para aclarar, “na’más”.
Hay los que dicen que el que compra mucha ropa lo hace porque es infeliz. Pero bueno, también hay gente que asegura que si no te cae bien una tipa guapa es porque le tienes envidia, no porque sea una insoportable. No hay que caer en extremos: tan bien está comprarte unas cuantas prendas porque ahora te salen mejor de precio (a pesar de que incluso estando a 50% tienen un precio ridículamente elevado), como no tener que soportar a alguien inaguantable, sea guapo, feo o del montón.
Sin embargo, y por muy normal que nos parezca reventarnos a comprar en las rebajas, el tema se nos está yendo de las manos. Peleas para comprar un par de prendas de colecciones baratas que producen diseñadores caros para los que "queremos pero no podemos"; colas en la entrada de los grandes almacenes para conseguir algo supuestamente útil que, meses después, acaba en el fondo de nuestro enorme armario; angustia, colas en los probadores, colas para pagar, colas para cambiar lo comprado, o noches de espera ante un ordenador para poder pillar algo en las rebajas online… Meses de trabajo de lunes a viernes de 8 a 18 con dos horas en medio para comer...y todo para poder tener tres camisetas, cuatro blusas y cinco pantalones más en tu armario.
Yo también he tenido un vestidor. Y dos. Un día aproveché la mudanza para regalar todo aquello que no me ponía. Y cómo me dolió, madre mía. A cada prenda regalada le encontraba una utilidad inútil, pero me obligué a deshacerme de ella. Porque en el fondo lo sabía muy bien: no estoy “enamorada” de ese pantalón o de esa falda. Al final, esto es como salir con alguien “simpático”: le tienes carro pero acabarás despachándolo por muy buena persona que sea.
Conozco a mucha gente que asegura que no se viste para nadie. Aseguran hacerlo para ellos mismos. Supongo que es una forma de decir: ”no soy una persona insegura, sólo quiero gustarme a mí misma”. Pero no me creo que no se den cuenta de que uno no necesita tener cien vestidos para gustarse, ni cuatro piropos baratos de unos desconocidos de Instagram para sentirse atractivo.
Hace unos meses me fui a vivir a una isla. Me llevé una maleta de ropa. Lo demás (lo poco más que me quedaba tras haberlo regalado todo) lo dejé empaquetado en casa de una amiga (qué maja ella). No sé, no echo de menos nada de lo que no tengo. Yo, cuando vivía en una gran ciudad, también me vestía para mí misma. Pero desde que estoy en una isla no me rompo la cabeza con qué me voy a poner al día siguiente. Sí, me preocupa mi imagen. Sí, me gusta verme bien vestida. Sí, me importa mi reflejo. Llevo mi ropa bien combinada, limpia y bien planchada. Pero ya no me interesa de qué temporada es y qué pensarán cuando me vean con un jersey del 2011.
El que no me acepte porque mi ropa no es moderna, no me interesa.
Pero bueno, los ex fumadores le amargamos la vida a cualquiera que fume delante de nosotros. Mi caso no es una excepción. Así que no por haberme retirado (por un tiempo) a una isla debería suponer que los demás tienen que reglar sus doscientos pares de zapatos.
Desgraciadamente soy consciente de que, tarde o temprano, volveré a Barcelona. Y que me iré de rebajas. Y me preocuparé (¡vamos si lo haré!) por si mi “blazer” está demasiado pasado de moda o mi “trench” ya no se lleva. Y volveré a casa cargada de bolsas (lo veo venir).
Sólo espero que con cada año me pase un poco menos. Y es que es prácticamente imposible dejar de formar parte de este sistema, qué le vamos a hacer.
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