El miedo es probablemente el estado natural de los padres. Antiguamente era el miedo a las enfermedades sobre todo. Hoy, gracias a la televisión y al desarrollo tecnológico, tenemos todo un abanico de miedos, la mayoría infundados.
¿Juegan demasiado a los videojuegos? ¿Pasan demasiado tiempo con las pantallas? ¿Les estará acosando alguien en las redes sociales? ¿Es demasiado pronto para comprarles un móvil?
El último miedo del que se ha hablado en mi casa es la “herencia digital” y fue al hilo del precoz interés por la carrera de youtuber de mis dos hijos, de 6 y 8 años. Después de ver durante meses vídeos sobre sus videojuegos favoritos, se decidieron hacer sus propios vídeos para subir a YouTube.
Estoy segura que hay multitud de padres y madres a los que les parecerá una malísima idea. Yo también he dudado un poco. Pero luego me he preguntado, ¿qué me da miedo exactamente? ¿Hay un peligro concreto? La respuesta es no. Es un miedo difuso a que pase “algo” que ni yo soy capaz de imaginar. Es el miedo a lo desconocido.
Pero unas semanas después mi pareja me habló de un posible peligro: la “herencia digital”.
Es un término algo impreciso, lo que es normal dada la novedad de este campo. Se utiliza para hablar de la trasmisión de nuestros bienes digitales, en vida o después de nuestra muerte. Existe también el concepto de “legado digital” que habla de qué pasa con nuestra vida digital después de nuestra muerte: ¿queremos que alguien tenga acceso a nuestras cuentas de correo o de redes sociales? ¿Queremos que se borre todo?
En nuestro caso llamamos herencia digital a la vida digital de nuestros hijos gestionada por nosotros. En términos más sencillos, se trata de videos, fotos y posts sobre nuestros hijos que compartimos en las redes sociales.
¿Cómo les puede perjudicar en el futuro un vídeo de cuando eran bebés? Me vienen a la mente artículos sobre despidos fulminantes después de darle a “Me gusta” de una foto o titulares del estilo “Nueve de cada diez responsables de RRHH consulta las redes sociales antes de contratar a un candidato”. ¿Nos esperan noticias sobre candidatos rechazados por un vídeo ridículo publicado por sus padres 25 años atrás?.. Me cuesta creerlo.
Sí veo un peligro. ¿Conocéis la embarazosa situación cuando vuestra madre se empeña en enseñarle a vuestro novio o novia esa foto de vuestra difícil adolescencia que ella encuentra tan mona? Esa que pensábais haber destruido. Pero no. Vuestra madre guarda una copia. Pues bien, eso no es nada comparado con lo que les espera a nuestros hijos gracias a la “herencia digital”. Las redes sociales guardarán megas y megas de material capaz de arruinar cualquier relación romántica.
Por eso, además del derecho al olvido, debería existir el concepto de mayoría de edad digital, un momento en el que los hijos puedan exigir que se eliminen sus vídeos y fotos publicados por los padres.
De hecho, según la ley francesa de protección de datos, los hijos podrían denunciar a los padres por publicar información personal sin su consentimiento. El castigo puede ser hasta siete años de cárcel y una multa de 45.000 euros. Por eso las autoridades francesas recomiendan a los padres que controlen sus ganas de presumir de hijos en redes sociales.
No es para poco, un estudio británico realizado en 2015 determinó que los padres ingleses publican unas 200 fotos de sus hijos al año. Otro estudio, realizado en EEUU por la Universidad de Michigan, encontró que los niños entre 10 y 17 años están preocupados por la manera en la que sus padres comparten los detalles de su vida en redes sociales.
Estoy de acuerdo que las herramientas que tenemos hoy a nuestra disposición pueden hacer daño, a nosotros y a otras personas. Pero el verdadero peligro no es este. El peligro es que nosotros, víctimas de nuestros miedos, decidamos prohibirles su uso a nuestros hijos en vez de ayudarles a aprender cómo usarlas.
No podemos controlar con quién se encuentran en las redes sociales, pero sí prepararles para cualquier tipo de encuentro. Tenemos que enseñarles lo fácil que es acabar siendo un acosador o una víctima del acoso en internet y cómo evitarlo. Tienen que saber que al hacer cualquier cosa online, se exponen a que miles de anónimos que han tenido un mal día decidan mejorarlo dejándoles un comentario envenenado a su vídeo, foto o post. O que cualquiera de sus frases puede sacarse de contexto y malinterpretarse, especialmente si acaba siendo un personaje público.
No podemos quejarnos de que la escuela está obsoleta, que enseña cosas del pasado a unos niños que vivirán en el futuro, que no les da herramientas para enfrentarse a lo desconocido y luego tratar a nuestros hijos de la misma manera en casa. Tenemos que asumir que no lo sabemos todo. No sabemos si los videojuegos son buenos o malos. No sabemos cuánto tiempo de pantalla es demasiado. No sabemos qué edad es la adecuada para tener un móvil.
Lo que sí sabemos es que cada vez que ha habido un gran adelanto tecnológico han pasado tres cosas:
- Ha habido gente en contra
- Ha habido gente que ha abusado de esta nueva tecnología
- Ha habido gente que la ha usado para algo bueno
Creo que, como padres, nuestro deber es hacer todo lo posible para que nuestros hijos sean del tercer grupo. Para esto nosotros deberíamos dejar de ser del primero.
Foto: Unsplash, Pixabay
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