Si tuviese que hablarte de él, al principio me quedaría sin palabras, pero después la cascada de virtudes sería infinita. Es enérgico, extrovertido, calmado, mimoso, divertido, fiel, protector, cariñoso, bueno… Y no, no estoy hablando de Julio Iglesias ni de mi novio, hablo de mi perro. Las personas que tienen un amigo peludo de cuatro patas sabrán de lo que hablo y los que aún no (¡aún no!)… ¿a qué estáis esperando?
No sé si fruto de la vida moderna, del ritmo de vida o del individualismo imperioso, los perros ya no son tan perros. Para mis abuelos, los perros eran un animal más en la casa, como los conejos o las gallinas. No pasaban de la puerta, comían lo que buenamente pillaban y se buscaban la vida. Tener un perro era algo práctico y sobre todo funcional. Para mis padres, tener un perro es un paso más, es tener una mascota. El perro está permitido en la casa pero con limitaciones. Reciben sus cuidados y de vez en cuando se les deja caer una loncha voladora de pechuga de pavo. Admitimos perro como animal de compañía. Pero ahora llego yo, con mis circunstancias y mis movidas.
Mi perro no es solo un animal (ni si quiera de compañía) y mucho menos una mascota. Yo no juego a Cincuenta Sombras de Grey considerándome “ama” de nada ni nadie. Aunque a veces si es cierto que me preocupa no saber cuál es el límite de mi relación con mi perrete o cuál es mi papel en este circo que es mi casa: ¿soy su madre? ¿Su compañera de piso? ¿Su proveedora de alimento? ¿Su casera? ¿Su jefa? ¿Su qué? Me repele cualquier nombre posesivo así que tendré que seguir buscando.
Nos pasamos la vida poniendo etiquetas, pero a mí solo me interesa poner una: GRACIAS
1-. Por no cansarse de esperar aunque no sepan si volveremos.
2-. Por buscarnos con la mirada y darnos seguridad en cualquier situación.
3-. Por hacernos sentir importantes en vuestra vida.
4-. Por recibirnos siempre como si volviésemos de una guerra.
5-. Por pegarse a nuestro lado los domingos por la tarde mientras suena música deprimente.
6-. Por decir sí a cualquier plan y disfrutarlo a tope.
7-. Por no guardar rencor cuando nos vamos de vacaciones y tienen que quedarse.
8-. Por esa capacidad de olvidar rápido lo malo.
9-. Por no juzgarnos cuando llevamos a casa a ligues meh.
10-. Por no odiarnos fuerte por no compartir el Donut de chocolate.
11-. Por enseñarnos a pasarlo bien solo con una botella de plástico.
12-. Por ser nuestra bolsa de agua caliente para los riñones cada noche.
13-. Por no dejarnos morir en la cama un sábado por la mañana de resaca.
14-. Por compartir con nosotros el mejor plan del mundo: no hacer nada.
15-. Por llevarnos al parque todas las tardes y hacernos reír sin hablar.
16-. Por ayudarnos a disimular que hablamos solos.
17-. Por ser nuestra excusa favorita.
18-. Por elegirnos como familia y hacer de esto lo más parecido a un hogar.
19-. Por querernos sin más.
20-. Por hacernos tan felices.
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