Imagina por un momento: viernes por la noche, estás en la soledad de tu salón, en la tele no echan nada que merezca la pena y ya vas por la segunda copa de vino. Y entonces echas mano al móvil y la oferta de esa venta online que esta mañana no te parecía para tanto, ahora se te antoja como imprescindible. Y es que alcohol y compras online pueden formar parte de un cóctel muy peligroso.
Si bebes no conduzcas, decía Steve Wonder en los 80. A lo que en pleno siglo XXI deberíamos añadir: y no uses el móvil. Las consecuencias no pueden ser tan, tan peligrosas para tu salud, pero sí para tu bolsillo.
Y es que es fácil que en la soledad de tu hogar, con un poquito de alcohol animando a tus neuronas a ser más liberales, te lances a hacer una compra impulsiva de la que te arrepentirás al mismo día siguiente.
Confiar a tus amigos tu tarjeta de crédito es el equivalente a darles las llaves de tu coche en previsión de lo que puedas hacer tras tomarte un par de copas. O más. Pero comprar online es tan fácil hoy en día que puedes hacerlo desde el sofá de tu casa, a horas intempestivas y en un pis pas. Sin amigos de por medio. Una transacción que dura apenas unos segundos y que, en algunos casos, no necesita ni que introduzcas tus datos, pues muchas tiendas online te facilitan la compra guardándolo todo.
Las tiendas online lo saben y en algunos casos, como podemos leer aquí, hasta han estudiado los picos de participación y su traducción en ventas relacionados con el momento en el que llegamos a casa y nos sentamos con una cerveza a relajarnos para lanzar ofertas más tentadoras. En ese momento de relax, es mucho más fácil que te rindas a la tentación de comprarte lo que hace unas horas habías rechazado. O de participar en una subasta y pujar más de lo planeado por la mesa de tus sueños (sin tener en cuenta que era para una casa de muñecas, como le pasó a este periodista).
El verdadero problema es cuando la cosa se nos va de las manos y terminamos comprando un viaje Islandia que equivale a cuatro meses de nuestro sueldo, una funda de almohada de Nicolas Cage o un retrato abstracto de un mono (ejemplos reales que recogió un periódico en Estados Unidos, por poner un ejemplo). O peor, cuando ni siquiera recordamos qué hemos hecho y a los días nos llega un paquete sorpresa a casa con una selección de ropa interior que ni siquiera se pondría una abuelita victoriana, un réplica del sable láser de Luke Skywalker y los grandes éxitos de Parchís.
Los anglosajones lo llaman “sip&click” (sorber y hacer click) y se está convirtiendo en todo un fenómeno a estudiar por las tiendas, que en algunos casos llegan a incrementar sus ventas hasta un 48% a partir de las dos de la mañana de los viernes. Aunque los mismos comercios también advierten de que muchas de estas compras impulsivas (una tienda de campaña en forma de carpa de circo para que tu gato duerma en ella, un cursillo online de esgrima y otros ejemplos bizarros y reales que puedes leer aquí) son devueltas de inmediato. Así que tampoco es que estemos hablando de un gran negocio para ellos.
Por supuesto y repitiéndonos como el ajo, lo ideal es no tener que llegar a estos extremos, pero es bueno ser conscientes de que a determinadas horas del día y si hemos decidido tomar algo de alcohol, es mejor mantener el móvil lo más alejado posible. O, mejor aún, apagarlo.
Fotos: Unsplash.com
En Trendencias|Por qué la adicción al shopping no se combate como otras adicciones
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