7.30 am. Gran ciudad. De camino al trabajo. Vagón de metro atestado. Sueño. Deseo ferviente de que sea viernes. O sábado. En general, de no estar en ese vagón de metro. Y, de repente, a un extraño le apetece entablar conversación. ¿Le seguimos el rollo o nos ponemos discretamente los auriculares y rezamos para que llegue pronto nuestra parada? En Londres, una campaña promueve la charla entre desconocidos y las reacciones que ha provocado nos enseñan bastante sobre el comportamiento humano (al menos, en los transportes públicos).
¿Qué es Tube Chat?
Jonathan Dunne es un norteamericano afincado en Londres, que considera que el metro de Londres (y, en cierto modo, la ciudad en sí) son hostiles con los desconocidos. Él proviene de una ciudad pequeña y se enorgullece de que, en ella, los vecinos hablan entre sí. Por eso, consideró una buena idea crear unas chapas con la leyenda Tube Chat? («¿Charla en el metro?»). Su idea era sencilla: quien la lleva deja claro a sus compañeros de vagón que está dispuesto a entablar conversación.
Para ello, se gastó 100 libras (unos 114 euros) en un pedido de 500 chapas y empezó a repartirlas en diferentes estaciones del metro londinense. Como se puede ver en la imagen, la chapa aparece unida a un folleto que dice así: «Habla con los otros viajeros. Lleva esta chapa para hacer saber a los otros que estás interesado. Te beneficiarás de un poco de charla diaria. ¡Empieza a usarla hoy!».
Una buena idea... o no
A priori, no suena mal. En una ciudad como Londres, con tantos habitantes llegados de las diferentes partes del mundo que probablemente no conozcan a nadie en la ciudad... podría ser una buena forma de hacer amigos (o de fingir que se tienen durante un rato, al menos). Incluso la TFL, la organización que dirige los transportes de la ciudad, se ha desvinculado de la iniciativa, pero dejando claro que les parece una idea interesante.
Otra cosa son los londinenses, nativos o de adopción. El propio Dunne reconoce que solo un 20%, aproximadamente, de las personas a las que se les entrega la chapa reaccionan bien, mientras que al restante 80% les parece la peor idea de la historia. Incluso The Guardian ha publicado que la campaña «ha provocado el horror entre los viajeros».
«Creo que soy el único en el mundo que cree que #tube_chat es una buena idea. Me gusta hablar con la gente. Podrías aprender algo...».
Somos unos antisociales, sí... pero muy graciosos
Si algo ha quedado muy claro con las reacciones a la campaña es que, en el metro de Londres, la gente no quiere hablar. Pero una investigación posterior en las redes sociales nos ha revelado algo más: que somos una sociedad divertida. Porque las respuestas a la cándida idea de Dunne han sido variadas:
«Lo peor de las chapas #tube_chat es que ni siquiera han considerado al resto de nosotros, que tendremos que escucharlos».
«Imagina que un extraño que lleva una chapa intenta hablarte en el metro; yo, probablemente, me echaría a llorar».
«Primero el Brexit y ahora el Tube Chat. Esto tiene que parar».
«Queridos extraños, por favor, no me habléis en el metro. Ni en ningún otro sitio».
«Que no se te vaya a ocurrir hablarme en el metro».
«Déjame en paz».
Chapa: «Vete a la mierda». Folleto: «Tú y el resto de viajeros estáis agotados. Si los auriculares no alejan a los habladores, lleva esta chapa. ¡Cogerán el mensaje!».
«¿Puedo olerte el pelo?».
«Hay siete millones de personas en Londres y todas tienen axilas. Bienvenidos a nuestra capital».
Chapa: «No me hables, joder». Folleto: «Respeta la soledad urbana. Nadie quiere estar en este tren. Estamos todos cansados. Sobrellevémoslo con la mínima gilipollez posible».
Chapa: «¿Charla borrachos?». Folleto: «Habla con otros viajeros borrachos. Lleva esta chapa para hacerles saber que te has tomado una o dos. Te beneficiarás de una charla diaria. ¡Empieza a usarla hoy!».
El triste final de la historia
Jonathan Dunne se rinde. Ha asumido, después de veinte años viviendo por temporadas en Londres, que la sociedad británica y la americana son muy diferentes. Y que un pequeño pueblo tiene poco que ver con una de las mayores urbes del mundo. «No lo pensé demasiado. Creí que sería divertido. En verano participé en un comité social que trató de organizar un evento sanitario con motivo de los Juegos Olímpicos. Tampoco nadie se implicó... realmente, no participó nadie», declaró a The Telegraph.
De todos modos, no descarta volver a repartir más chapas en el futuro. Es inasequible al desaliento, aparentemente. No sé a vosotros, pero a mí me ha dado muchísima pena este hombre.
Imágenes | Geri Reid, Tube_Chat.
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