No hace falta que nos construyamos un adosado en “Villa purpurina”, ni que nos matriculemos en primero de “Unicornios y Arcoiris”, pero ser optimistas nos sienta muy, pero que muy, bien, tanto [por dentro](https://www.health.harvard.edu/heart-health/optimism-and-your-health sees the difficulty in every opportunity; an optimist sees the opportunity in every difficulty) como por fuera. Te contamos los múltiples beneficios del optimismo -sin fliparse-.
Pero, ¿qué es en realidad el optimismo?
Si te pregunto qué es el optimismo estoy segura de que vas a definirlo estupendamente. Es un concepto muy extendido a nivel popular: todos lo usamos y, a diferencia de otros conceptos como bipolar o depresión, en este caso la idea “general” es bastante acertada.
El optimismo es la tendencia a tener expectativas positivas acerca del futuro (acciones, hechos, acontecimientos, etc.). Es el “Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así” que cantaba Serrat.
Ahora bien, el optimismo no implica -no es- candidez, ingenuidad o “ser una flower-power” que lleva un filtro en los ojos más potente que el de Kylie -Kardashian- en Instagram Stories. Ser optimista no es negar que existen cosas negativas en la vida, planes que fallan y objetivos que no salen.
El optimismo es tener cierta sensación de control sobre lo que nos sucede o sobre lo que planeamos, es tener una visión positiva acerca de nuestras capacidades y confianza en que tenemos las herramientas necesarias para hacer frente a lo que venga, sea o no sea lo que esperábamos.
Precisamente esto último, la flexibilidad cognitiva que conlleva el optimismo, el saber que pase lo que pase vamos a tener margen de maniobra, y que si no, nos lo inventamos y ya saldremos, es uno de los factores que hacen del optimismo un factor que favorece nuestra salud, tanto mental como física.
Optimista, sí. Flipada... No.
El optimismo como tendencia de pensamiento reporta una cantidad de beneficios enorme -que comentamos en seguida, un poquito más adelante-, pero también tiene su lado oscuro, su parte negativa: cuando el optimismo se despega de la realidad, cuando dejamos de ponderar argumentos y datos objetivos, sesgamos nuestra visión del mundo, generando expectativas poco realistas que nos llevarán, seguro, a la debacle.
Alguien que cree -con una visión poco realista de la vida- que le va a ir bien sí o sí, que su futuro va a ser bueno, sin contemplar esa otra parte de la realidad, que es que en la vida pasan cosas, y muchas de ellas “malas”, probablemente asuma determinados riesgos, despliegue determinadas conductas que de un modo u otro le colocan en una posición de peligro.
De esta forma un optimismo “descontrolado” nos puede llevar a tener conductas arriesgadas, ya sea para nuestra salud, nuestra economía... o nuestro corazón.
Malo para nuestra salud: Lemay y Venaglia estudiaron estos aspectos negativos del optimismo y encontraron que se relacionaba con mayor tasa, por ejemplo, de ingesta de alcohol o consumo de tabaco.
Un exceso de optimismo también puede afectar a tus relaciones. Los autores citados anteriormente, Lema y Venaglia, concluyeron que este tipo de conductas (filtradas por un optimismo no realista) pueden conducir a que generemos unas expectativas tan positivas acerca de la otra persona y de nuestra relación, que no percibamos con la importancia necesaria esas luces rojas de alarma que nos indican que nuestra relación, en realidad, no funciona o es dañina. “Cambiará”, pensamos. Y no.
Y una vez que tenemos claro qué dimensión del optimismo no nos interesa, vamos con todo lo bueno que puede traernos, que no es poco, ya verás.
Beneficios de ser una persona optimistas
Para tu salud mental
- El optimismo por definición es antagonista de la desesperanza. En tanto en cuanto la desesperanza es un factor de riesgo ante trastornos del estado de ánimo, como la depresión, el optimismo se considera un **factor de protección** frente a estos trastornos. Bravo.
- Favorece que despleguemos conductas más adaptativas, es decir, que tengan un buen ajuste entre las necesidades del contexto y las nuestras.
- Más flexibilidad cognitiva que, como comentaba antes, está relacionada con una mejor capacidad de adaptación, de respuesta ante situaciones inesperadas, cambios o vicisitudes, así como una mayor capacidad para el desarrollo de habilidades de resolución de problemas.
- Niveles más bajos de estrés y un mejor afrontamiento de los problemas: los optimistas no solo presentan niveles más bajos de estrés, sino que además muestran una mayor resiliencia y una recuperación más rápida y eficaz tras un revés, así como un mejor afrontamiento de los problemas.
- Una mayor motivación: no afrontamos un reto o abordamos el camino (normalmente largo y tortuoso) que nos conducirá a nuestro objetivo de la misma forma si somos pesimistas y pensamos que no lo vamos a lograr, que si somos optimistas y pensamos que es posible, o al menos que tiene sentido intentarlo.
Sí, son muchas cositas... Tantas que de hecho ya hay investigaciones centradas en aplicar el optimismo como herramienta para promocionar y mejorar la salud mental de las personas, como la realizada en colaboración entre las universidades de Oxford, Cambridge y Leiden.
Para tu salud física
Larga vida al optimista. Un estudio publicado este mismo año (2019), ha encontrado una asociación entre altos niveles de optimismo (realista, no el que comentaba antes) y una menor tasa de mortalidad. No es que el optimismo sea la clave de la inmortalidad, sino que al favorecer un estilo de vida saludable parece conducir a una esperanza de vida más alta.
A conclusiones similares llega otro estudio realizado en la Boston University School of Medicine, también en 2019,
* Dormir mejor. Un estudio realizado en 2018 concluía que el optimismo está relacionado de manera consistente con una mejor calidad del sueño.
Dos minutos para ser -un poco- más optimista
Busca y anota al menos tres cosas positivas o agradables que hayan sucedido en tu día, y a qué se deben. Luego revisa esos motivos: ¿has tenido en cuenta tu participación/responsabilidad real en ello?
A menudo infravaloramos nuestras capacidades y conductas, ¡y eso no es justo! Esta actividad es efectiva porque por un lado hace que pongamos el foco de atención en cosas positivas -que ya de por sí mejora nuestro estado de ánimo- y por otro va dejando un poso de “evidencias” de que hay cosas que salen, planes que tienen éxito, etc.
Pero hay más: también nos ayuda a que ajustemos la valoración que hacemos de nuestra conducta y sus consecuencias y resultados, de nuestras habilidades y capacidades, sirve para que reconozcamos aquello que hacemos bien, que nos hace sentir bien, y esto redunda en nuestra autoestima. No se le puede pedir más.
Este cambio de foco, con estas pruebas, servirá de ejercicio para tu cerebro (es una forma de hablar) “aprenda” a proyectar con menos pesimismo, ¡tenemos pruebas de que pasan cosas guays! ¿Lo intentamos?
Espero, con optimismo, que hayas llegado hasta aquí. Gracias si lo has hecho. Entonemos el “Always look on the bright side of life” y disfrutemos de que nuestro vaso, hoy, parece estar medio lleno.
Fotos: unsplash.com; pexels.com
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