Sobre la empatía se podría decir que es una especie de superpoder que nos ayuda a relacionarnos con los demás. Se trata de una de las herramientas de comunicación social más apreciadas ya que nos ayuda a entender los sentimientos y las emociones de los demás y así saber qué les mueve y responder de una manera más adecuada.
Las personas que tienen este superpoder desarrollado tienen mayor facilidad para entender de dónde viene la otra persona, qué les motiva, de dónde parten sus comportamientos, etc. Aunque no estén de acuerdo con estas personas pueden entender sus motivaciones, lo cual las aleja de comportamientos prejuiciosos o de caer en comportamientos discriminatorios.
Una de las ventajas de la empatía es que se puede cultivar y entrenar. Sin embargo, también puede ocurrir lo contrario y que, si no la utilizamos de manera habitual, se acabe evaporando y desapareciendo. Por ello, debemos prestarle especial atención y ponerla en forma para que no acabemos perdiéndola.
Situaciones que pueden alejarnos de la empatía
La empatía puede ser más frágil de lo que creemos y, si no prestamos atención, el resto de nuestras emociones, nuestras vivencias y las situaciones de la vida diaria pueden alejarnos de ella.
Algunos de nosotros podemos encontrarnos teniendo un mal día, sintiéndonos enfadados o demasiado centrados en nuestras preocupaciones. Estas situaciones pueden hacer que, aún sin querer, dejemos de prestar atención a las emociones de los demás por estar demasiado centrados en nosotros mismos y podamos ser insensibles a cómo se sienten los demás, alejándonos de la empatía.
Cómo reforzar nuestra empatía para que no nos abandone ni en las peores situaciones
Cuánto más entrenada tengamos nuestra empatía, más sencillo será que seamos capaces de ponerla en funcionamiento a pesar de nuestros estados emocionales. De esta manera, aunque estemos tristes, o enfadados o preocupados, seremos capaces de tener en cuenta las emociones de los demás al hablar con ellos y nos evitaremos arriesgarnos a malentendidos o mayores enfados.
Céntrate en la otra persona
Cuando nos comunicamos con otras personas, especialmente si nos encontramos en un estado emocional inadecuado o algo alterado, es muy posible que no les prestemos toda la atención a ellos si no que nos centremos en cómo estamos nosotros. De esta manera no solo nos perderemos detalles de lo que nos cuentan, el tono que utilizan, etc., sino que también perderemos detalles de su comunicación no verbal.
Por ello, un buen entrenamiento es comenzar por prestar completa atención a la persona con la que estamos hablando en todas nuestras interacciones. Se trata de hacer un ejercicio consciente en el que nos obliguemos a atender a las palabras que dice la otra persona, qué nos indica su tono y observar qué nos dicen sus gestos. Cuanto más entrenemos más sencillo nos será hacerlo, aunque nosotros también estemos emocionalmente distraídos.
Intenta no expresar opiniones personales o juicios de valor
Cuando los demás nos cuentan algo o nos expresan sus emociones, tendemos a realizar juicios o expresar lo que opinamos al respecto, especialmente cuando estamos enfadados o molestos o su situación resuena con alguna vivida por nosotros. Sin embargo, la empatía no va de nuestras opiniones o de cómo nosotros valoremos su situación y, desde luego, no va de cómo nosotros hemos vivido situaciones similares.
La empatía consiste en centrarnos en cómo lo está viviendo la otra persona, lo que esa persona opina y siente, lo que ella quiere hacer. Un buen entrenamiento para nuestra empatía es intentar omitir esos juicios personales y centrarnos en las opiniones de las personas con las que hablamos.
Practica con personas con las que te cuesta más entenderlas
Todos tenemos personas con las que nos resulta mucho más sencillo empatizar y personas a las que nos resulta muy complicado comprender. Cuando nuestras emociones nos están cegando nos cuesta comprender a todo el mundo tanto como a esas personas con las que conectamos menos.
Por ello, de manera ocasional, podemos dedicar 15-20 minutos al día para pensar en esas personas que tenemos dificultades para comprender e intentar ponernos en sus zapatos. Se trata de intentar ponernos en su piel para pensar en los motivos que tiene para hacer lo que hace, cuál es su fondo, de dónde viene, la educación que ha recibido y cómo ve esa persona las cosas.
Este entrenamiento nos ayudará a ser más capaces de ponernos en el lugar de los demás y prestar atención a sus emociones, incluso cuando nosotros estamos sobrepasados por las nuestras.
Imágenes | Crazy Ex-Girlfriend, Giphy
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