¿Seguro que practicas mindfulness? Porque nadie sabe realmente lo que es y ese es el problema

El concepto de mindfulness es diferente según a quién le preguntes

Probablemente ya has oído hablar de “mindfulness”. Últimamente está en todas partes, al igual que muchas otras ideas y costumbres sacadas de la tradición budista que han llegado formar parte de la cultura occidental.

Sin embargo, una reseña publicada recientemente en la revista Perspectives on Psychological Science dice que puede ser más bombo que ciencia. Algunas reseñas de estudios sobre mindfulness sugieren que puede ayudar a los que sufren de problemas psicológicos como la ansiedad, la depresión y el estrés. Pero no está claro qué tipo de mindfulness o meditación necesitamos o cuál es la mejor forma según el problema en concreto.

El estudio, realizado por un grupo numeroso de investigadores, terapeutas y practicantes de la meditación, llegó a la conclusión de que no había una definición clara sobre lo que es mindfulness, algo que podría tener consecuencias graves. Si se entiende lo mismo por diferentes tratamientos y prácticas, puede que los resultados de una investigación sobre una de las prácticas se utilicen de forma errónea para apoyar otras prácticas.

Al mismo tiempo, si cambiamos las reglas de juego demasiado, puede que acabemos con todos los beneficios potenciales del mindfulness.

Entonces, ¿Qué es mindfulness?

Hay toda una sorprendente variedad de definiciones para mindfulness. Los psicólogos miden el concepto usando diferentes combinaciones de aceptación, atención, percepción, enfoque corporal, curiosidad, actitud sin prejuicios y enfoque en el presente, entre otros.

Tampoco hay un consenso cuando se trata de las prácticas. Un pequeño ejercicio de autoreflexión con la ayuda de una aplicación para el móvil en tu camino diario al trabajo se puede considerar lo mismo que un retiro espiritual para meditar de varios meses de duración. El mindfulness puede referirse tanto a lo que hacen los monjes budistas como a lo que hace tu profesor de yoga durante cinco minutos al comienzo y al final de la clase.

Para dejar las cosas claras, mindfulness y meditación no son lo mismo. Hay tipos de meditación contemplativa, pero no todos los tipos de mindfulness implican meditación y no todos los tipos de meditación incluyen mindfulness.

Mindfulness se refiere sobre todo a la idea de centrarse en el momento presente, pero no es tan sencillo. También se refiere a varias formas de prácticas de meditación que tienen como objetivo desarrollar la toma de conciencia con el mundo que nos rodea, así como los patrones y hábitos de conducta. En realidad, muchos discrepan que estos sean los objetivos del mindfulness y sobre lo que realmente es o no es.

Mindfulness se puede referir tanto a lo que hacen los monjes budistas como a lo que hace tu profesor de yoga en los cinco minutos al comienzo y al final de la clase

¿Para qué sirve?

El mindfulness ha sido utilizado para cualquier cosa que te puedas imaginar: desde problemas de pareja, problemas con el alcohol o con las drogas e incluso para mejorar las dotes de liderazgo. Lo utilizan los deportistas para “despejarse” al entrar y al salir del campo de juego y hay escuelas que ofrecen programas de mindfulness. Puedes encontrarlo en lugares de trabajo, clínicas médicas y residencias para ancianos.

Se han escrito varios libros que destacan los beneficios del mindfulness y de la meditación. Por ejemplo, en el libro crítico Rasgos alterados: La ciencia revela cómo la meditación cambia tu mente, tu cerebro y tu cuerpo, Daniel Goleman argumenta que uno de los cuatro beneficios del mindfulness es la mejora de la memoria funcional. Sin embargo, en un análisis reciente de 18 estudios que exploran el efecto de terapias basadas en el mindfulness sobre la atención y la memoria pone en duda estas ideas.

Otra creencia común es que el mindfulness reduce el estrés, algo para lo que existen pruebas limitadas y la ciencia tampoco respalda del todo otras promesas como la mejora del buen humor y de la capacidad de atención, conseguir mejores hábitos alimentarios, dormir mejor o tener un mejor control de peso.

Mientras que los beneficios están poco demostrados, el mindfulness y la meditación pueden en ocasiones ser dañinos y provocar psicosis, manía, pérdida de identidad personal, ansiedad, pánico y volver a experimentar recuerdos traumáticos. Algunos expertos han sugerido que el mindfulness no es para todo el mundo, sobre todo en aquellos caso donde hay un historial de enfermedades mentales graves como la esquizofrenia o un trastorno bipolar.

Investigación sobre el mindfulness

Otro problema sobre la investigación del mindfulness es que muchas veces se utiliza una metodología de investigación deficiente. Las formas de medir el mindfulness son demasiado variables porque se usan varios fenómenos diferentes bajo la misma etiqueta. Esta falta de equivalencias junto con las diferencias en las mediciones e individuales, hacen que sea todo un reto poder obtener generalizaciones a partir de varios estudios.

Los investigadores en mindfulness tiran demasiado de cuestionarios que requieren que los participantes usen la introspección para evaluar estados mentales que pueden ser vagos e inexactos, haciendo que muchas veces los resultados sean muy influenciables. Por ejemplo, las personas que buscan conseguir un estado de mindfulness dirán que son más conscientes porque es lo que desean y no necesariamente porque sea algo que han conseguido.

Las pruebas ponen en duda que el mindfulness sea bueno para la memoria.

Solo una pequeña minoría de estudios que examinan si estos estudios funcionan los comparan con otros tratamientos cuya eficacia está demostrada, algo que es la principal manera científica para demostrar el valor añadido de los nuevos tratamientos. E incluso una minoría de estos estudios se lleva a cabo en prácticas clínicas normales en vez de en contextos de investigación especializada.

Un análisis reciente de varios estudios encargado por la Agencia Estadounidense de Investigación y Calidad del Cuidado de la Salud, estableció que muchos de los estudios habían sido realizados de una forma demasiado deficiente como para incluirlos en el análisis y que los tratamientos basados en mindfulness eran, como mucho, moderadamente efectivos para tratar la ansiedad, la depresión y el dolor. No había pruebas de eficacia para los problemas de atención, el buen humor, el abuso de sustancias, los hábitos alimenticios, el sueño o el control de peso.

¿Qué se debería hacer?

Definitivamente el mindfulness es un concepto útil y un conjunto de ejercicios bastante prometedor que podría ayudar a prevenir problemas psicológicos y podría ser útil como complemento a algunos tratamientos actuales. También podría ser de ayuda para la salud mental en general y el bienestar, pero las promesas no se cumpliran si no se tienen en cuenta los problemas.

La comunidad del mindfulness debería ponerse de acuerdo para establecer las características principales esenciales del mindfulness y así los investigadores podrían establecer de forma clara las pautas y las formas de medición de sus métodos. Los artículos de prensa también deberían ser específicos cuando hablan de los tipos de estados mentales y prácticas que incluye el mindfulness, en vez de usarlo como un término ambiguo.

El mindfulness no debería medirse con encuestas de autoevaluación, sino con mediciones neurobiológicas y conductuales más objetivas, como la contabilización de respiraciones. En este caso, a los participantes se les puede “preguntar” si están concentrados en su respiración (apretando el botón a la izquierda) o si su mente está distraída (apretando el botón a la derecha) en cuanto oigan una señal acústica.

Los investigadores que estudien la eficacia de los tratamientos basados en mindfulness deberían compararlos, siempre que sea posible, con los tratamientos alternativos demostrados. Se debería evitar el desarrollo de nuevos métodos de meditación hasta que sepamos más sobre los que ya existen. Los científicos y los médicos deberían usar ensayos controlados aleatorios rigurosos y trabajar con investigaciones ajenos al mundo del mindfulness.

Y por último, los investigadores y los practicantes del mindfulness deberían aceptar que existen posibles efectos perjudiciales. Los investigadores deberían evaluar de forma sistemática los efectos secundarios potenciales a la hora de estudiar los tratamientos basados en mindfulness. Los practicantes deberían tenerlos en cuenta y no recomendar ciertos tratamientos basados en mindfulness como primera opción si existen otros tratamientos más seguros para los que se ha demostrado suficiente eficacia.

Autores: Nicholas T. Van Dam, Research Fellow en Ciencias de la Psicología, Universidad de Melbourne, y Nick Haslam, Profesor de Psicología, Universidad de Melbourne.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Fotos| Unsplash.com

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