A lo largo del día se estima que tomamos más de 200 decisiones solo en lo referente a comida (y que al cabo del día hacemos unas 35000 en total). Hay a quien le resulta sencillo tomar decisiones, al menos sobre temas poco complejos, pero hay otras personas para las que decidir supone un verdadero quebradero de cabeza. Si eres de las que prefiere que le pregunten la lista de los Reyes Godos antes que "¿qué te apetece para cenar?" o si deberías dejar a tu pareja, probablemente seas del segundo grupo. ¿Por qué cuesta tanto tomar determinadas decisiones? ¿Existe algún truco (por favor) para decidirse ante una encrucijada?
Solemos pensar que la toma de decisiones es quizá el proceso más consciente que podemos realizar los seres humanos, pero no es así. Sí, estudios recientes demuestran que en realidad la mayoría de las elecciones que realizamos a lo largo de un día se resuelven de manera inconsciente. Nuestro cerebro se encarga, él solito, de facilitarnos respuestas. Gracias, amigo.
Así es, muchas de ellas las resolvemos de manera casi inconsciente o automática, pero hay otras que sí que procesamos… y no siempre resulta fácil hacerlo. La dificultad a la hora de decidir no siempre está relacionada con “la relevancia” de la decisión. Pregunto: ¿no te has encontrado alguna vez ante el armario, mirando tu ropa durante minutos y minutos, bloqueada y siendo incapaz de decidir qué ponerte? Que levante la mano a quien le haya pasado. Hola a todas.
Las causas más frecuentes de la indecisión
¿Es vital elegir qué ponerse? ¿Qué trascendencia puede tener decidir la cena o qué serie vemos esta noche? Pues poca o ninguna, ¿verdad? Entonces, ¿por qué nos atascamos y somos incapaces de pronunciarnos al respecto?
Los motivos que nos llevan a un bloqueo ante una decisión pueden ser muchos y de muy diferente índole. Descubrir cuáles son los que están detrás de tu indecisión es un buen comienzo para tomar las riendas.
Algunos de los factores más comunes que nos llevan a tener dificultades para decidir son:
Miedo: ¿y si me equivoco? El perfeccionismo, el miedo a la evaluación negativa (tanto propia como de otras personas) nos lleva en ocasiones a ser incapaces de decidir. Pero recuerda, nadie es perfecto, todos cometemos errores y de hecho aprendemos de ellos. ¿Tan terrible es si te equivocas? ¿Y si aciertas? Solo lo sabrás si pruebas.
Responsabilidad: tomar decisiones implica asumir la responsabilidad de las posibles consecuencias, y no siempre estamos preparados para ello.
Los “¿Y si…?”: cuidado con estos archienemigos de la decisión. “Pero, ¿y si en realidad es mejor lo otro?”. Tener muchas opciones, reales o imaginadas (no debemos subestimar nuestra creatividad), nos puede complicar la vida.
No querer renunciar a nada o el miedo a la pérdida: decidir entre varias opciones puede, efectivamente, significar la pérdida de la que no hemos elegido, y renunciar cuesta.
Blanco o negro: cuando estamos ante una encrucijada tendemos a pensar que si nos decantamos por la opción A, ésta nos llevará indefectiblemente por un camino del que no hay marcha atrás y que termina en una consecuencia muy concreta, mientras que si elegimos el B terminaremos en un punto equidistante. La realidad es otra: no hay bifurcaciones que no se encuentren, puedes elegir A y terminar en B, puedes elegir B y que de pronto aparezca, por el camino, C… No todo es blanco o negro, afortunadamente.
Baja autoestima: si no nos consideramos capaces de tomar ciertas decisiones, si no nos percibimos como alguien con criterio, es normal que nos cueste mucho trabajo o que directamente seamos incapaces de hacerlo.
Falta de herramientas: puede que tengas una buena autoestima pero te falten herramientas (truquis) para hacerlo "sin dolor".
(Relacionado con la baja autoestima) Dependencia. Los estilos educativos dictatoriales (esos que dejan poco margen al niño para ser autónomo) o las relaciones tóxicas dejan en una posición en la que tomar decisiones es muy complicado, bien por falta de “entrenamiento” bien por tener una dinámica en la que consideramos que es el otro quien ha de hacerlo (porque lo hace mejor o porque así son las cosas).
Cómo vencer la indecisión
Primero: vamos a reflexionar sobre algunas cosas
Relájate: tomar decisiones puede ser un fuerte estresante y decidir algo estando ansioso quizá no es la mejor idea del mundo. Así que lo primero que podemos hacer es tomarnos un minuto (o diez) y relajarnos: keep calm y ponte un capítulo de tu serie favorita (Big Little Lies, por ejemplo, para que no tengas que decidir cuál).
Nada de blanco o negro. Es posible que hayas caído en la trampa del blanco o negro que comentaba antes y que eso te esté bloqueando. Una vez que entiendas que no se acaba el mundo por decidir entre una de las opciones, te resultará todo mucho más fácil hacerlo.
No hay una solución “perfecta”. No, no la hay, y tenerlo presente ayudará a quitarte presión.
Pasemos a la acción
- Busca alternativas: como decía no siempre estamos ante dos únicas alternativas. Tómate un tiempo para buscar las posibles soluciones, escribe todo lo que se ocurra, aunque te parezcan descabelladas (una cosa puede llevar a la otra y terminar en una solución brillante).
- Escribe todas las alternativas en un papel y anota los pros y los contras de cada una.
- Sopesa los beneficios y costes que has anotado y elige la que tenga un balance más óptimo.
- Ponla a prueba. Como decía antes uno de los factores que nos puede bloquear es la presión de “tener que acertar porque solo hay una opción buena”. Ya sabemos que no es así, de manera que lo que vamos a hacer es poner a prueba la opción elegida: si va funcionando, estupendo, seguimos con ella, y si no… pues para eso tenemos la lista con todas esas alternativas que se nos ocurrieron.
- Refuérzate por haber tomado una decisión: decidir cuesta y tú lo has hecho, así que mira, date un premio porque te lo mereces (y porque esto hará que tu cabecita diga “ah, pues mira, cuando tomo decisiones luego pasan cosas molonas” y te sea más sencillo enfrentarte a una toma de decisiones en el futuro). Ojo, que tampoco hay que irse de finde a Florencia por haber elegido proveedor de Internet, hablo de una cosita chiquita, un baño relajante, una cena especial… Detalles.
Entonces qué, ¿te decides o no?
Fotos: Alice in Wonderland (Tim Burton)
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