Siete cosas que tenemos que dejar de decirnos a nosotras mismas (por qué alejarnos de la autoconversación negativa)

Si hay algo que sea cierto para muchas de nosotras es que somos nuestras peores y más duras críticas. Lo más probable es que no hay nadie en el mundo que te hable como tú te hablas a ti misma ni que te critique y sea tan dura contigo como lo eres tú.

Si pudiéramos grabar todas las cosas que nos decimos en nuestra cabeza, seguramente nos daríamos cuenta de que muchas de ellas son cosas muy negativas y palabras durísimas que jamás diríamos a nadie a nuestro alrededor y, mucho menos, a alguien que quisiéramos.

Entonces, si eres la persona con la que más tiempo pasas y a la que más deberías querer, ¿por qué te dices a ti misma todas esas cosas? Es hora de dejar a un lado la autoconversación negativa.

La forma en la que nos hablamos y las cosas que nos decimos afectan a nuestro autoconcepto

La mayoría de las veces no nos paramos a pensar en el tipo de conversación que tenemos con nosotras mismas ni las cosas que nos decimos. La realidad es que, posiblemente, repitas varias veces al día "Ay, ¡qué tonta soy!" o "no hago nada bien" o "madre mía, ¡soy una torpe!" y ni siquiera te des cuenta.

El problema es que el que no seamos conscientes no implican que esas palabras no tengan un efecto en nosotras. La forma en que te hablas puede afectar directamente a tu felicidad, a tu autoestima y a tu opinión sobre ti misma.

Todas tenemos claro como puede afectar a alguien que valora nuestra opinión, que le digamos constantemente cosas negativas sobre su persona y, seguramente, a nuestros seres queridos les digamos siempre más cosas buenas que malas. Sin embargo, hacemos lo contrario con nosotras mismas sin pensar en cómo nos afecta. Y es que, si nos repetimos las suficientes veces todo lo que hacemos mal y las cosas negativas que pensamos sobre nosotras, nos acabamos creyendo que así es cómo somos.

Siete cosas que debemos dejar de decirnos a nosotras mismas

Hablarnos a nosotras mismas desde el mismo lugar de afecto, de comprensión y de compasión con el que hablamos a nuestros seres más queridos e, incluso, desde el respeto con el que hablamos a cualquier persona que nos rodee, tiene un poder sorprendente en nuestro bienestar.

Por eso, hay algunas cosas que debemos dejar de decirnos o que podemos reformular para tratarnos a nosotras mismas mucho mejor.

"Si es que soy tonta"

Una de las frases más repetidas en mi cabeza y en la boca de mis amigas cuando nos equivocamos en algo, interpretamos mal algo que nos indican o estamos despistada es "ay, es que soy tonta" "ay, es que estoy tonta". Sin embargo, cuando esto mismo le ocurre a otra persona entendemos que la gente se quivoca y que no siempre tenemos la atención al 100%.

Por eso, es hora de dejar de decir que somos tontas - un estado permamente - y comenzar a decir y pensar algo más objetivo y realista como "estaba despistada y no me he enterado", "lo he comprendido mal", "ahora mismo no lo estoy entendiendo bien". Todas ellas más cercanas a la realidad y que definen una situación o estado puntual. Equivocarte una vez no te hace tonta, te hace humana.

"A estas alturas debería haber conseguido mucho más"

Todas tenemos expectativas para con nuestras vidas y no podemos evitar compararnos con los demás. Así que no es raro que en nuestra cabeza repitamos mil veces todas las cosas que, en tu opinión, deberías haber conseguido a estas alturas y que no has hecho. Esta forma de enfocarnos en lo que no hemos conseguido no nos permite centrarnos en todo lo que sí hemos logrado. Y, sin embargo, seguramente todas hemos conseguido cosas que jamás nos hubieramos imaginado. Cuando pensemos en lo que no hemos alcanzado hasta ahora, recordémonos lo que sí y los pasos que estamos dando para lograr todavía más".

"Todo es culpa mía"

Culparnos a nosotras mismas de todo lo que ocurre en nuestra vida y a nuestro alrededor es muy habitual. Cuando alguien que apreciamos se enfada con nosotras, si la relación con nuestra pareja se termina, si esa persona que nos gusta no siente atracción por nosotros, si un trabajo en el que estábamos colaborando sale mal, si nuestra relación con nuestro jefe o jefa no es la adecuada, y en muchas otras situaciones, tendemos a culparnos de todo, a pensar que hay algo mal en nosotras y que no hacemos nada a derechas.

Si alguien de nuestro alrededor nos dijera esto seríamos capaces de ver, claramente, que es imposible que todo sea culpa suya y que, seguramente, haya habido varias circunstancias que han influido en la situación. Esto mismo tenemos que aplicarnoslo a nosotras mismas. No quiere decir que nos libremos de toda culpa, sino que aceptemos la parte que tenemos, pero siendo conscientes de que otras personas o circunstancias también habrán tenido la suya". Es mucho más saludable pensar: "yo he tenido una parte de culpa en esta situación y la acepto y me responsabilizo de esa parte" entendiendo que hay otras causas y que no podemos responsabilizarnos de toda la culpa ni de la de otras personas.

"Lo hago todo mal"

Los seres humanos tendemos a hacer generalizaciones y es completamente natural, ya que recibimos mucha información al día y necesitamos poder agruparla para comprenderla y hacerla accesible. El problema es cuando usamos esa categorización de manera negativa y con nosotras mismas tendemos a hacerlo mucho.

Cuando nos equivocamos haciendo algo o cometemos un error, el pensamiento habitual es "todo lo hago mal", "nunca hago nada bien". Obviamente, esto no es real ni objetivo, pero extrapolamos un error a toda nuestra vida. Por ello, cuando nos equivocamos en algo en vez de decir "lo hago todo mal" el pensamiento más saludable sería "esta vez me he equivocado en algo concreto. La próxima vez sabré hacerlo mejor".

"Si no hubiera hecho tal cosa..."

¿Cuántas veces os habéis encontrado a vosotras mismas con insomnio pensando en eso que hiciste hace 8 años y de lo que todavía te arrepientes o avergüenzas? Pensamos en todas las cosas que podríamos haber hecho, en todo lo que hicimos y nos gustaría cambiar y en las mil consecuencias positivas - en nuestra imaginación - que podría haber tenido.

La realidad es que no sabemos qué hubiera pasado si hubiéramos hecho algo diferente. Puede que ahora las cosas fueran diferentes o puede que no, y nunca lo sabremos. Lo pasado pasado está y repetirnos una y otra vez las cosas que, en teoría, hicimos mal, no va a cambiarlas. Lo único sobre lo que tenemos poder es sobre lo que vamos a hacer a partir de ahora y, para ello, podemos usar lo que aprendimos de aquello que consideramos un error.

Además, seguramente si no hubiéramos hecho aquello de lo que nos arrepentimos, seguramente no tendríamos algunas cosas positivas que ahora tenemos. Sería interesante que nos paráramos a pensar en cuáles son esas cosas buenas que nos ha dado.

"Seguro que los demás piensan que..."

Y detrás de ese "piensan que..." nunca viene nada positivo. "Seguro que me odian", "seguro que piensan que soy tonta", "seguro que les caigo mal" y un largo etc. Asumir que otras personas piensan mal nos puede llevar a pensar negativamente de nuestra persona.

Sin embargo, en general, los seres humanos somos egocéntricos y tendemos a ver el mundo desde nuestro ombligo - completamente razonable porque la única realidad que conocemos al 100% es la nuestra - por lo que creemos que la gente piensa más en nosotros de lo que en realidad lo hacen.

Por ello, la actitud de las otras personas no suelen tener tanto que ver con lo que piensan de nosotras como creemos. Por ello tenemos varias opciones: la primera, pensar en que sus acciones son suyas y lo más probable es que no dependan en absoluto de nosotras. La segunda es preguntar abiertamente. Preguntarle al otro si le ocurre algo, si hemos hecho algo que le pudiera molestar, etc. De esta manera, tendremos la opinión directa de esta persona o, al menos, la que nos quiera mostrar.

"Seguro que no me sale bien"

Atrevernos a hacer cosas nuevas da miedo, cuesta y nos hace sentir inseguras. Especialmente cuando se trata de algo que hace que nos salgamos de nuestra zona de confort. Pero todavía más cuando tenemos esa vocecita en nuestra cabeza diciéndonos que lo vamos a hacer mal, que ni de broma vamos a ser capaces, que no sabemos ni para que lo intentamos y que cualquiera sería capaz de hacerlo mejor que nosotras.

La realidad es que sí, efectivamente, es posible que nos salga mal. Pero también es posible que nos salga bien. Lo único que sabemos con absoluta certeza es que no intentarlo por miedo al resultado nos hará quedarnos estancadas. Si queremos probar a hacer algo nuevo - que no tenemos por qué querer - que no sea nuestra propia voz la que nos detenga.

Imágenes | Fleabag, Legally Blonde

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