En la era de Mr. Wonderful y el positivimo casi parece que estamos forzados a ser felices, estar de bueno humor y ver siempre el lado positivo de la vida. Por desgracia - o por suerte - mantener ese estado el 100% del tiempo no es posible y, de hecho, puede que no sea ni siquiera deseable.
Y es que, todos nosotros tenemos sentimientos negativos, pasamos por momentos de tristeza, de enfado, de envidia, o de malestar. Reprimirlos forzándonos a estar felices todo el tiempo puede no ser adaptativo ni saludable. Sin embargo, esto no quiere decir que caer en el otro extremo sea saludable.
Y es que, en ocasiones, nos dejamos llevar por el pesimismo y le damos menos valor a las situaciones positivas que nos ocurren que a las negativas. Al final y al cabo, la evolución nos ha dado un cerebro capaz de estar pendiente de las señales de alarma o peligro para ser capaces de reaccionar y sobrevivir. Pero dejarnos llevar por esto puede derivar en problemas de salud.
Sin negar la realidad ni intentar obligarnos a no sentir nada negativo nunca, la realidad es que el optimismo tiene ciertas ventajas.
El optimismo como tratamiento antiedad y de autoestima
La realidad es que los pensamientos optimistas y cierto grado adaptativo de optimismo parecen estar relacionados con un mejor envejecimiento. Algunos estudios han encontrado que el hecho de tener percepción positiva de nosotras mismas y de nuestro entorno se relacionaba con un envejecimiento más saludable y un mejor estado físico.
En esta investigación, aquellos participantes que mostraban menos optimismo tenían una propensión tres veces mayor de desarrollar enfermedades, mientras que aquellos que eran más optimistas, eran más autónomos y tenían menos deterioro físico. Aunque no se puede asegurar causa-efecto, sí que nos da una idea del valor que el optimismo puede tener.
Eso sí, el optimismo dentro de un contexto de realidad y objetividad. Y es que, tal y como nos cuentan nuestros compañeros de Magnet, lo ideal es que seamos capaces de encontrar un equilibrio entre la necesidad constante de ser positivos y la negatividad en la que podemos caer.
Y es que, cuando aceptamos nuestra realidad y somos capaces de aceptar nuestras emociones negativas, intentar mandarnos a nosotros mismos mensajes optimistas y positivos puede tener un efecto beneficioso en nuestro autoestima.
Cómo conseguir ser más optimistas de manera saludable
Para empezar, para que ser optimistas sea beneficioso para nosotros, el primer paso es aceptar que no siempre podremos estar felices y eso también es bueno. Entender que las emociones negativas y la tristeza tienen un papel necesario en nuestra vida y que lo adecuado es vivir esas emociones y aprender a manejarlas nos ayudará a no quedarnos atrapados en estas emociones.
Diferenciar lo que podemos controlar y lo que no
Aceptar y comprender la responsabilidad que tenemos sobre nuestra propia vida y felicidad es también importante. Por ello, para conseguir ser más optimistas de manera saludable debemos aprender a reconocer las cosas que no están bajo nuestro control y las que sí. De esta manera no nos frustraremos intentando controlar cosas que son ajenas a nosotros. Pero tampoco nos quedaremos esperando que lo que sí está en nuestra mano se solucione solo.
Reducir las quejas
Aprender a quejarnos también es importante. Y es que, aunque a veces quejarnos nos hace sentir muy bien, cuando se convierte en una rutina, puede afectar a nuestro ánimo y a la manera en la que percibimos nuestro entorno. Por ello, lo recomendable es que estas quejas vayan acompañadas de actos que tengan como fin cambiar aquello que nos molesta.
Además, si la queja es referida a otra persona, resulta mucho más adaptativo y ayuda más a nuestro bienestar decirle a la otra persona lo que necesitas de ella.
Hacer deporte
La realización de ejercicio físico no solo nos hace sentir menos cansados y más fuertes físicamente, sino que nos ayuda a liberar hormonas estrechamente relacionados con la sensación de bienestar y felicidad. Además, el deporte nos aleja de problemas de salud como la ansiedad o la depresión.
Rodéate de gente que te haga sentir bien
Rodearnos de personas que nos quieren, que nos tratan bien, que ven cosas positivas en nosotros, puede ayudarnos a mejorar nuestra autoestima y, gracias a ello, ver nuestro entorno y nuestra realidad de una forma más positiva.
Estas personas nos ayudarán a tratarnos mejor a nosotras mismas y, por tanto, a ser capaces de tratar mejor a los demás y a ser más benevolentes con nuestra realidad.
Invierte en experiencias
El dinero no da la felicidad ni el optimismo, dice. Pero sí que puede ayudar, siempre que elijamos bien en qué gastarlo. Al menos eso es lo que dicen las investigaciones al respecto. Cuando gastamos el dinero que tenemos en experiencias vitales más que en cosas materiales, este puede aportarnos mayor felicidad y una mayor capacidad de positivismo y optimismo. No es cuánto sino cómo.
Dedica tiempo a algo que se te dé bien
Pasar parte de nuestro tiempo haciendo cosas que nos gustan y que sabemos que se nos dan bien es una gran manera de ser optimistas con nosotros mismos y nuestro mundo. Y es que, hacer algo que se nos da bien nos ofrece una gran sensación de logro y puede mejorar nuestra autoestima.
Eso sí, debemos recordar ir poniéndonos metas alcanzables, ya que si la meta es demasiado fácil no sentiremos que hayamos logrado nada, y si la meta es demasiado alta y no la alcanzamos, nos sentiremos frustrados. Divertirnos con lo que hacemos e ir mejorando poco a poco, influirá directamente en nuestro optimismo.
Imágenes | Silver Linings Playbook, Giphy
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