De cómo una máquina de vending de likes demuestra que estamos fatal como sociedad

De cómo una máquina de vending de likes demuestra que estamos fatal como sociedad

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De cómo una máquina de vending de likes demuestra que estamos fatal como sociedad

No puedo evitar imaginarme la escena. Una y otra vez. Veo a una persona saliendo del metro de Moscú: abatida, triste, sola. O, quizás, alegre y eufórica. En realidad no lo sé (¿acaso eso importa?). Mientras sube las escaleras, no aparta su mirada del móvil. «Mira, Miroslava Duma está en un desfile. Qué divina va siempre. ¿Y Natasha? Natasha, la vecina del cuarto, relajándose en Las Maldivas. Otra vez. Nunca he entendido su popularidad en las redes. Supongo que a los demás se nos antojan sus viajes, sus desayunos, sus morenas piernas. »

Entonces suspira. Levanta la mirada y la ve. ¡Su salvación! Echa unas monedas en la máquina y… su cara se ilumina. Ahora sólo queda esperar a que sumen y le alegren la vida. Los likes. Los likes de alguien que no conoce. Los likes de alguien que no existe.

Parece un capítulo de Black Mirror, como lo dijo @igncanovas en Twitter, pero no lo es. Esto empieza a ser real. Y es que en Moscú han instalado la primera máquina de compra de likes de Instagram. Tal como lo lees. Yo me enteré por Alexey Kovalev, un periodista ruso. Me asombra y a la vez no me extraña en absoluto.

Captura De Pantalla 2017 06 18 A Las 14 33 23 Foto: Alexey Kovalev

Si existe una máquina que vende likes por la calle, es que existen personas que necesitan los likes para ser felices. No puede ser de otra manera. Y no es que los necesiten, es que les urge tenerlos. Pues la compra de los likes y los seguidores ya no es ninguna novedad. Hay empresas que lo hacen para parecer más mediáticas y hay personas que compran a “no personas” para hacerse ver y hacerse envidiar. Es el nuevo “Dinero llama dinero”.

¿Os acordáis de esa gente que, diez años atrás, se codeaban con gente adinerada para que les tomasen por ricos? Algunos se han hecho de oro. El mundo de Instagram es exactamente igual, pero además ni siquiera hace falta ser sociable o tener don de gentes para que las marcas te solucionen la vida. No hace falta ni que abras la boca (y a veces es incluso necesario que no lo hagas).

Me siento de otro mundo. Me pregunto qué le mueve a uno soltar billetes para ser más “valorado”. Cómo una persona es capaz de detenerse ante una máquina para pagar el “aprecio”. Cómo alguien logra sentirse más interesante con 100 corazones virtuales.

Los likes. Los seguidores. Los corazones de mentira. Los valores. La vida detrás de la pantalla. La autoestima en venta. De oferta. De rebajas. Las aspiraciones desde el sofá. Las ambiciones cotizadas en la bolsa de las redes sociales. La publicidad. Las marcas. Los amigos de WhatsApp. Las videollamadas desde el otro lado de la misma ciudad. Las compras express. La felicidad express. La tristeza express. La muerte.

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