Los jóvenes chinos han decidido vivir con menos de 70 dólares al mes para comer. Y se desafían a conseguirlo con menos

Los recursos de las generaciones pasadas ya no les sirven a las nuevas generaciones

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Es difícil seguir las tendencias en China. En el mes de agosto los jóvenes de la nación comenzaron a adoptar el término “pájaro” de forma literal. De fondo, una crítica velada hacia la sociedad actual y aquello que les vendieron y no palpaban: la presión por emanciparse y comenzar la vida “adulta” los llevó a esta especie de hartazgo en forma de filosofía de vida apática, una donde la rebeldía era precisamente todo lo contrario a lo que se esperaba. Han pasado varios meses desde entonces, y el desafío se ha transformado radicalmente.

Comer con lo mínimo. Lo contaba en exclusiva esta semana el Washington Post: miles de jóvenes han adoptado la misma iniciativa, una que han denominado como el desafío del ahorro radical en medio de un panorama laboral convulso. ¿En qué consiste? En hacer una lista de la compra del súper con menos de 500 yuanes al mes (alrededor de 70 dólares).

Por supuesto, detrás hay mucho más. El movimiento, conocido en la nación como “frugalidad orgullosa”, se está multiplicando en la red de cabecera de todos los jóvenes chinos: Xiahongshu, una plataforma donde los usuarios parecen estar revelándose contra el pasado compartiendo imágenes de productos y recetas junto al precio total que les ha costado. De fondo: superar el presupuesto reducido mensual y que baje todavía más de esos 70 dólares como límite.

Quiero ser austero. Cuando hablamos de revelarse al pasado no es baladí. Los medios llevan hablando de ello un tiempo. Las nuevas generaciones tratan de dar carpetazo a la imagen de los que sucedieron. Frente a la exhibición y el lujo sin pudor que se publicitaba en redes con un consumo desmedido de las élites del país, se hace lo contrario.

Ya había en la nación algunos datos que ahondaban en el cambio. Sin irnos muy lejos, LVMH, la megacorporación del lujo de la moda y líder mundial, había reportado una caída en ventas en China, reflejando ese cambio ahora reforzado por el último desafío en redes. Como contraparte, la clase media está adoptando una vida más austera, priorizando, entre otras cosas, la cocina en casa y el ahorro en la economía doméstica frente a un contexto económico turbulento.

Las caras del cambio. El WSJ lo explicaba a través de algunos ejemplos, como el de Xue, una joven de 28 años que perdió su trabajo como asesora financiera en Shanghái tras una recesión. Frente al estilo de vida cómodo con viajes y compras frecuentes de antaño, Xue se vio obligada a cocinar en casa, logrando reducir sus gastos en comida en dos tercios. Ahora, con un presupuesto de unos 46 dólares, dice que compra alimentos básicos online y aprovecha las ofertas. Incluso planea mantener su estilo de vida frugal una vez consiga un empleo.

O el caso de Helena Lui, una mujer de 30 años que decidió enfrentarse al desafío con una idea de fondo: alcanzar su meta de comprar una casa. Como profesora universitaria en la provincia de Henan, vive sin pagar renta, pero buscaba recortar sus gastos en comida (ascendían a unos 100 dólares mensuales). Como el resto, a través de recetas sencillas, Lui ha encontrado la solución junto a la satisfacción de esa vida más modesta, aprendiendo a priorizar sus necesidades reales sobre el consumo impulsivo.

El futuro. Si la “transformación” a pájaros de hace unos meses se puede entender como una frivolidad más, el desafío “frugal” que está teniendo lugar en China sí tiene los elementos necesarios para darle otra dimensión. Un movimiento que resalta un cambio de perspectiva, una transición a los valores de los millennials chinos por simplificar sus vidas y ahorrar para metas a largo plazo. Si se quiere también, un reflejo de hasta qué punto la crisis económica ha incentivado una mayor autosuficiencia y creatividad en el manejo de recursos.

En el fondo, es el reflejo de lo que ocurre en prácticamente todo el mundo. El de los jóvenes que se enfrentan a un complicado tablero económico, un reto mayúsculo al que las nuevas generaciones se enfrentan, al menos, con una idea de fondo: no repetir a quienes precedieron.

Imagen | Zhao Yongfang, Xue Yang

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