El riesgo en la moda es tan necesario que podríamos decir que es un sinónimo de los grandes nombres en este mundo. Carine Roitfeld es una de las indispensables para concebir cómo es la moda en el siglo XXI, y gran parte de su labor la ha hecho como editora jefe de Vogue París, donde ha desempeñado su particular cruzada, con polémicas incluidas y con una sabia elección del marketing supeditado a la moda y no al revés, como en Estados Unidos se está viendo.
En diciembre la jugada vuelve a ser sorprendente. Cuando todas las revistas se afanan por dedicar los editoriales más coloridos y llamativos a los especiales de navidad, en París lanzan un órdago al mundo de la moda y dedican la portada a la Princesa Estefanía de Mónaco (quien ya ha protagonizado el número de París otras veces).
Pero no contenta con ello, Roitfeld apuesta por la sobriedad, apuesta por un desarrollo y una estructura grisacea y triste, sin ninguna ostentación, con la protagonista ladeada, sin mostrar el rostro y con aspecto como avatida. ¿Algún atisbo a Navidad? Ni uno.
La moda está en un momento cíclico, nadie lo niega, con las tops de los 90 protagonizando de nuevo las campañas más prestigiosas o también rostros muy populares aliados a las firmas, algo habitual en momentos duros de ventas, pero diciembre es un número crucial para una revista, más allá de esa revisión o momento cíclico comentado.
Una jugada que es impecable, nada de titulares de cómo hacerse con el look más económico, nada de los regalos más absurdos, sólo moda y unida a ésta: una particular concepción del arte. Grande, Carine Roitfeld.
Foto | Mundomoda
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