Una de las razones por las que merece la pena gastarse 7 euros en comprarse la edición francesa de Vogue, es porque sus editoriales son fantásticos. Nada de consejos prácticos, ni versiones baratas de creaciones de los grandes diseñadores. Fotógrafos de primera fila, las mejores modelos (buenos, sus protegidas) y unas ambientaciones lejos de la realidad.
Para el número de junio/julio 2009 (ya sabéis que los franceses son muy listos y durante los periodos vacacionales, que son los más flojos en ventas, lanzan números dobles), Carine Roitfeld se ha encargado de darle forma a un editorial muy veraniego, sexy, con marcado aire retro marinero (las rayas son ya oficialmente la tendencia de la temporada) y de lo más glamuroso (vamos, prácticamente irreal), protagonizado por Sasha Pivovarova y fotografiado por Bruce Weber.
Lejos de la típica estampa veraniega de sombrilla y nevera, Carine nos propone un nuevo concepto de playa en la que la arena no mancha, los hombres llevan calzoncillos en lugar de bañador y “las joyas” ni son de la sección de complementos de H&M, ni se dejan en el bolsillo exterior de la toalla…
Muy en la onda de la portada, que ocupa una Anja Rubik en versión pin-up.
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