No sólo contribuye a aislarnos socialmente, nuestra afición a los móviles, las tablets y los ordenadores también está afectando a nuestra salud y tenemos estudios que lo confirman. Y la sensación de que esos efectos son tan importantes o más como los alimentos que ingerimos o el deporte que no hacemos, pero que todos los lunes nos planteamos hacer. Analizamos algunas de las consecuencias de abusar de la tecnología punta y nos preguntamos si es posible desconectar o desengancharse de estar todo el día pendiente de un aparatito.
Estar todo el día pegado al móvil o a la tablet no puede ser nada bueno. O eso nos dicen nuestras madres y nuestras abuelas, que no terminan de comprender nuestra afición y por qué es tan importante contestar a ese tuit lo antes posible. En parte tienen razón, pero no porque estar enganchadas al móvil nos esté aislando del mundo real, sino porque también tiene consecuencias para nuestra salud.
Nos movemos cada vez menos. A no ser que utilicemos nuestro móvil o la tablet para descargarnos apps especiales para hacer ejercicios (parece increíble, pero yo una vez conocí a una persona que lo hacía), lo que nos ha aportado la tecnología a nuestra vida es la facilidad para poder hacer de todo sin movernos del sofá y practicar el sillón-ball: ya no es necesario acercarse a la tienda o al supermercado para hacer la compra y podemos hablar con nuestro compañero de la oficina sin movernos del asiento. Tras un estudio elaborado en el Reino Unido, titulado The Halifax Insurance Digital Home Index, se descubrió que hasta el 45% de las personas prefieren enviar un mensaje que moverse a hablar con alguien que está ¡en la propia casa!
No nos damos cuenta de lo que comemos. Comer mirando el ordenador o atenta más al móvil que al plato es la forma más fácil de ingerir muchas más calorías de las que pensamos (y comerte sin darte cuenta hasta el ticket de la cuenta), no fijarse en lo que nos metemos en la boca o masticar muy deprisa de lo que deberíamos, según un reciente estudio de la Unidad de Nutrición y Comportamiento de la Escuela de Psicología Experimental de la Universidad de Bristol (Reino Unido). El resultado: indigestión al canto y ninguna idea de lo que nos hemos metido para el cuerpo.
Desconecta tus aparatos electrónicos una hora antes de ir a la cama; tienes cosas más interesantes que hacer allí.
Descansamos mal y en peores condiciones. No hace falta que nos lo diga el doctor Estivill, que lo hace, para entender el por qué. Nuestro cerebro está preparado para ir relajándose a medida que anochece y las luces se apagan. Pero las luces brillantes de estos aparatos electrónicos engañan y confunden a nuestro cerebro y lo despiertan, impidiendo que se genere la melatonina natural que induce al suelo. Justo lo contrario de lo de “la noche me confunde”.
Forzamos la postura. Según un estudio de la Universidad de Queensland estar todo el día inclinados sobre un aparato electrónico puede producir problemas de cuello y espalda a largo plazo, lo que a la larga puede devenir en una lesión o en algo mucho más grave, como desgaste muscular y de nuestra estructura ósea. No sabemos si los estudios científicos dicen algo sobre las posibilidades de desarrollar una chepa a lo Igor… Por no mencionar que el uso excesivo del móvil puede causar tendinitis y síndrome del túnel carpiano. O WhatsAppitis.
Arriesgamos nuestra vista y el sentido del oído. Pasarse el día mirando una pantalla electrónica no es bueno para nuestros ojos, que todavía no han evolucionado para pasarse las horas fijos en el mismo punto. Puede causar daños irreparables en la retina y visión borrosa, entre otras consecuencias. Lo confirman los últimos descubrimientos de un equipo de científicos de la Universidad Complutense de Madrid, liderado por la Dra. Celia Sánchez-Ramos. Y el abuso de los auriculares y de la música alta tampoco es ideal para nuestros oídos y los estudios dicen que utilizar cascos de baja calidad, de los que van insertados dentro de nuestro pabellón auditivo, pueden provocar daños irreparables, tal y como afirma el estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Organiza tu tiempo para desconectar de la vida virtual, donde los cafés no saben a nada y las conversaciones no se pueden codificar con la ayuda del lenguaje no verbal.
Nos distrae continuamente. Aunque pensemos que preparar la cena mientras chequeas un guassup y contestas a un mail es lo último en multi-tasking. Pero en el fondo eso no es tan bueno como nos puede parecer porque conduce a la ansiedad, al estrés y reduce nuestra capacidad de retentiva y hasta puede llegar a encoger nuestro cerebro, como han descubierto en la Universidad de Sussex. Además nos impide concentrarnos en el momento o aburrirnos soberanamente, lo que es malísimo para la creatividad porque las buenas ideas surgen en los momentos en los que nuestro cerebro desconecta.
Está claro que la tecnología es fantástica, pero también que hay que intentar no abusar de ella, pues, como todo en esta vida, los extremos no son buenos y ** no podemos olvidar las consecuencias que puede tener a largo plazo para nuestra salud**.
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