Una investigación publicada en Heart, la revista de la British Cardiovascular Society, determinó que hacer la siesta una o dos veces a la semana puede reducir el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral. La verdad es que excusas para querer echarse un rato después de comer no faltan. Aunque lo ideal es cumplir con la cantidad de horas recomendadas durante la noche, hacer la siesta es muy buena opción cuando nuestro descanso nocturno es insuficiente (siempre y cuando no vaya a acabar comprometiéndolo aún más, claro). Así dice la ciencia que tenemos que hacerla para disfrutarlos al máximo de todos sus beneficios.
Cuánto tiempo, cuándo y por qué hacer la siesta
Dormir mejora el rendimiento y la recuperación. Además, hacerlo una cantidad de horas suficiente (entre 7 y 9 horas al día), puede ayudarnos a perder grasa y a ganar masa muscular.
Además, varios estudios concluyen que, cuando no dormimos todas las horas recomendadas por la noche, echarse la siesta viene bien casi independientemente de cual sea su duración. Además de mejorar el rendimiento, se tenga falta de sueño nocturno o no.
Eso sí, parece que para mejorar el rendimiento físico es recomendable que la siesta tenga una duración de unos 30 minutos, en cambio, para mejorar el rendimiento cognitivo, debería ser de unos 45 minutos.
A nivel de salud física, los estudios que se han hecho sobre los beneficios de realizar siestas después de comer han mostrados que se disminuye la presión arterial y el riesgo de sufrir infartos.
En lo que respecta a la salud mental, la siestas, a parte de mejorar el rendimiento y la recuperación, ayudan a mejorar los estados de alerta y nuestras capacidades de reflejos.
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