La operación para reconstruir la virginidad, ¿una necesidad para sobrevivir?

El año pasado, Leticia Sabater saltó a la palestra con la noticia de que se había reconstruido el himen «para volver a ser virgen». A los 48 años y por el precio de 6.000 euros. Lo grotesco del personaje, unido a declaraciones suyas como que se sentía «a estrenar», convirtieron el asunto de la reconstrucción de la virginidad en motivo de bromas y memes en internet. Pero esta operación es algo muy serio. Incluso vital para la supervivencia, en algunos países y entornos. Y es, además, una prueba más de que la igualdad entre hombres y mujeres se percibe muy lejana desde algunos lugares.

¿Qué dice la ciencia?

El himen es la membrana que rodea la apertura vaginal externa de las mujeres. Durante siglos, se ha considerado el indicador único de si la mujer ha realizado o no prácticas sexuales, a pesar de que está probado que el himen puede romperse fácilmente con determinadas prácticas deportivas o, simplemente, por sí solo. Su función no está totalmente definida por los científicos, aunque la corriente mayoritaria afirma que sirve para proteger la vagina de las niñas de bacterias e infecciones hasta que desarrollan una flora vaginal adulta.

La himenoplastia es la operación quirúrgica que sirve para reconstruir un himen roto. Se realiza cosiendo los restos de himen (si la mujer aún los tiene) o suturando una pequeña porción de la mucosa vaginal. La intervención dura 15 minutos, se practica con anestesia local y cuesta unos 2.000 euros en España. A los 15 días, la mujer debe someterse a una revisión y, al cabo de un mes, está preparada para mantener relaciones sexuales y que su compañero crea que es virgen.

¿Qué mujeres se reconstruyen el himen?

La rotura del himen suele ser la causa del sangrado en la primera relación sexual de una mujer, por lo que las sociedades tradicionales han adoptado este hecho como prueba de la pureza o no de la mujer. Por ello, mujeres que perdieron la virginidad antes del matrimonio recurren a esta práctica para fingir durante su noche de bodas estar ante su primera experiencia sexual.

Unas 500 mujeres se reconstruyen el himen cada año solo en la Comunidad de Madrid. La práctica ha aumentado alrededor de un 30% en la última década. María José Barba, experta en cirugía íntima femenina y pionera de esta práctica en España, afirma que la mayoría de mujeres que se someten a una himenoplastia en España son musulmanas o gitanas (aproximadamente un 80%). El 20% restante se reparte entre prostitutas de lujo jóvenes, que quieren aumentar así su caché, y mujeres maduras que quieren realizar sus propias fantasías o las de sus parejas, como en una especie de juego erótico.

¿Dónde y por qué es tan importante la virginidad?

Mientras que en las sociedades occidentales, la virginidad dejó ya hace años de ser un tema sagrado y pocas son las mujeres que llegan vírgenes al matrimonio, en los países musulmanes (y en las comunidades religiosas islámicas de Europa o América), la virginidad sigue siendo una cuestión de honor.

Una de las razones por las que muchas mujeres musulmanas se someten a una himenoplastia es la violación. Tras pasar el trauma en sí, e incluso en ocasiones ganando una batalla legal contra sus agresores, el estigma social continúa: no ser ya vírgenes las convierte en imposibles de casar, una deshonra que no solo las alcanza a ellas, sino también a sus familias.

Esa fue la razón que impulsó al doctor Mansur, en Marruecos, a empezar a realizar estas intervenciones en 1988. Tanto él como Saida Drissi, de la Asociación Democrática de Mujeres de Marruecos, lamentan que el machismo siga imperando en la sociedad marroquí, en la que el hombre puede pavonearse socialmente de sus conquistas prematrimoniales, mientras que la mujer es considerada impura si pierde la virginidad fuera del matrimonio.

Algo similar ocurre en el Líbano y en otros tanto países de mayoría musulmana, donde la cuestión del honor puede llevar a la agresión física o el asesinato y en el que, por lo tanto, la himenoplastia puede convertirse en una cuestión de vida o muerte.

«Tuvimos una revolución sexual en 1968 en la que las mujeres lucharon por la contraconcepción y el aborto. Dar tanta importancia ahora a la virginidad es una regresión a la intolerancia del pasado», doctor Jacques Lassac.

También entre las comunidades musulmanas de Europa existe esta práctica. En Bélgica, por ejemplo, la operación puede realizarse de manera privada por unos 300 euros, pero muchas mujeres musulmanas acuden a una argucia legal para conseguir que la sanidad pública la sufrague, haciendo pasar la operación como una reconstrucción vaginal postparto, supuesto que sí recoge la sanidad belga.

De hecho, es en Europa donde se encuentra la paradoja de que las mujeres viven a caballo entre dos mundos: el del entorno occidental en el que se educan, en el cual perder la virginidad antes del matrimonio es habitual, y el tradicional que viven en sus casas, donde las cuestiones de honor siguen primando. Y las posturas son, de nuevo, contrapuestas. En Francia, por ejemplo, el Consejo Nacional de Ginecólogos recomendó en 2006 que sus afiliados se negaran a realizar esta práctica por considerarla una tradición machista.

Pero no es solo el mundo musulmán el que considera la virginidad una característica de vital importancia en las mujeres. En Honduras, por ejemplo, existe también una gran demanda de himenoplastias, con un componente a medio camino entre lo religioso y lo tradicional en las motivaciones.

En España, antes de que las mujeres musulmanas empezaran a solicitar la intervención, casi el 100% de las pacientes eran de etnia gitana. La doctora Barba explica que, en muchos casos, de la recuperación de la virginidad de sus pacientes dependía la propia integridad física de la chica... y la suya propia. «Los padres de algunas pacientes me han llegado a amenazar si sus hijas no pasaban la prueba del pañuelo», declaró en 2007.

La controversia

La polémica en torno a las operaciones de reconstrucción del himen se centra en dos visiones contrapuestas: por un lado, están quienes se posicionan a favor, considerando que la virginidad es un tema que pertenece exclusivamente a la mujer y que son ellas quienes tienen el derecho a reconstruirla si les fue arrebatada de una manera que no desean que las marque social o familiarmente.

En el lado contrario, encontramos a quienes consideran que la himenoplastia ayuda a incidir en la situación de inferioridad de las mujeres, reforzando la importancia de la virginidad y el concepto sexista de honor.

El doctor Marc Abecassis, uno de los principales especialistas en estas cirugías en Francia, defiende la práctica basándose en el derecho de las mujeres a recuperar la armonía que les quitaron situaciones sentimentales que preferirían borrar de sus vidas. Por el contrario, Sihem Habchi, líder del movimiento feminista francés Ni Putes Ni Soumises (Ni putas ni sumisas), mantiene que este tipo de operaciones responde a un «sistema de presión machista que pretende controlar a la mujer. Considerarlo una cirugía estética para el bienestar femenino es negar la realidad social de millones de mujeres».

Una excelente manera de profundizar más en este tema es la obra de Marjane Satrapi, Bordados, una novela gráfica que trata sobre las conversaciones entre mujeres iraníes acerca de la posibilidad y las implicaciones de reconstruirse o no el himen.

Imágenes | El Mundo, Amazon, Flickr, Pixabay.

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