Las adolescentes con anorexia y bulimia se esconden en WhatsApp: nos infiltramos en cuatro grupos de “Ana y Mía”

Una persona con un desorden alimenticio siempre es una preocupación para la gente que la rodea y la quiere. No hay cifras oficiales, pero la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB) calcula que alrededor de un 5% de la población femenina española sufre alguno de los dos desórdenes alimenticios. Es un gran porcentaje, por lo que puede ser normal que conozcamos a alguien que padezca uno.

Es fácil que tanto la anorexia como la bulimia se desarrollen entre adolescentes y se prolonguen en la vida adulta, y las redes sociales no han ayudado a mitigarlo, sino al revés. De hecho, si buscamos en Instagram la etiqueta #anorexia podremos encontrarnos ahora mismo con más de cinco millones de resultados, y aumentando. Es verdad que la plataforma pone una advertencia al hacer búsquedas de este tipo, pero no es ningún freno.

Como contaban en WATmag es fácil encontrar vídeos en Youtube o artículos en blogs con consejos sobre cómo engañar a la familia para que no se dé cuenta de que no comes o vomitar a escondidas. Esto facilita esconder las enfermedades, al tener al alcance de la mano toda la información necesaria para no levantar sospechas.

El hecho que no exista ninguna ley vigente que evite la apología a trastornos alimenticios, como contaban en El País, hace que controlarlo sea sumamente complicado. La Generalitat de Catalunya es la única que está estudiando legislarlo.

Además hemos descubierto las comunidades en grupos de WhatsApp de Ana y Mía (abreviaturas para referirse a "anorexia" y "bulimia") donde se apoyan mutuamente en su trastorno, y que al ser privados y secretos se escapan a cualquier control. En estos grupos se pueden ver desde fotos de autolesiones hasta consejos de dietas extremas de 200 calorías al día. Mediante enlaces de invitación, nos unimos, y después de más de un mes observando estos cuatro grupos lo que hemos vivido durante la investigación es la dureza de esta enfermedad vivida desde muy cerca.

Mi primer día en los grupos de WhatsApp de Ana y Mía

Al incorporarnos, lo primero que nos piden es que nos presentemos ante las demás chicas. Nombre, edad, país, peso actual, peso deseado y estatura. Es raro encontrar algún chico en estos grupos y las integrantes no suelen fiarse cuando aparece uno, pues a veces ellas comparten fotos de su cuerpo para ir comparándose con sus compañeras. Crean complicidad entre ellas.

Sara Escudero, psicóloga especializada en Anorexia y Bulimia, nos explica la gravedad y peligro de estos grupos, en los que muchos de sus pacientes han estado:

“Ahí aprenden cosas muy dañinas, se comparten ideas relacionadas con la pérdida de peso, con cómo vomitar, como engañar al médico cuando van a las revisiones de peso... A veces hacen carreras entre ellos para ver quién es capaz de vomitar más o incluso de bajar de peso más rápido. Cuando la persona que entra en un grupo está muy grave sólo saca ideas que le refuerzan más en su enfermedad. En muchas ocasiones la familia no sabe lo que hay detrás de los cambios anímicos de una hija o hijo."

Durante esos días vimos a varias chicas presentarse, y las edades suelen rondar entre los 11 y los 17 años. Los prefijos de sus teléfonos delata su procedencia: las hay de España, de México, de Argentina, de Colombia... La geografía es la lengua española.

Las normas son estrictas en la mayoría de los grupos: ser activa diariamente y comprometerte en serio con tu meta compartiendo fotos y mensajes a diario, de forma que otras chicas puedan seguir también tus avances y darte consejos.

En los cuatro grupos de chat a los que nos hemos unido hay administradoras que se dedican a revisar la actividad del grupo, que suelen rondar entre 80 y 130 participantes.

¿En qué momento tantas chicas deciden unirse a un mismo grupo, o varios, de este estilo? Eduardo Torres, psicólogo especializado en Anorexia y Bulimia nos explica que "ese compartir día a día puede convertirse en una de las principales fuentes de motivación, sumando que se refuerza de una manera diaria y directa el sentimiento de pertenencia a un grupo en el que la persona puede sentir, ilusoriamente, unos vínculos interpersonales de calidad".

Las conversaciones tratan sobre la dieta que están haciendo, los ejercicios, o desahogarse cuando sus padres o familiares les obligan a comer.

El día a día en cuatro grupos de WhatsApp de Ana y Mía: atracones, trucos para adelgazar y amenorrea

Marian Fernandez, psicóloga de ADANER (Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia) nos explica este fenómeno: "Son personas perfeccionistas, se marcan unas metas en ocasiones extremas, y se obsesionan con ello". Nos resume que al final todo se centra en una cuestión de control, "y lo más cerca de nuestra mano que podemos controlar es la comida. Si dejo de comer, adelgazo". Ver el trastorno desde ese punto de vista puede ayudarnos a entender la situación.

"A veces incluso el sentido estético queda en segundo plano, porque nunca se van a ver perfectas, todo se centra en tener el control absoluto de la situación, sobre su vida, y en este caso, su cuerpo."

Nos aclara que la bulimia se centra también en el control. El trastorno se reconoce por la idea popular del vómito, pero su gérmen es la pérdida de control, el atracón, y luego un posterior castigo, que puede ser el vómito, laxantes, ayunar al día siguiente, u otros.

Mientras seguimos leyendo, lo que más impacta es la naturalidad con la que hablan sobre vomitar alimentos, o sobre una menstruación ausente en 7 meses. Es signo de amenorrea, pues el cuerpo femenino necesita un porcentaje mínimo de grasa corporal para que se de lugar a la menstruación (le pasa también a deportistas, y tiene efectos graves sobre la salud).

De hecho la cosa se vuelve más preocupante cuando las conversaciones se tornan en trucos o excusas que se ayudan a inventar para que sus familias no se den cuenta de que van al baño a vomitar.

Autolesión y control: compartido en imágenes diarias

Las sensaciones se vuelven totalmente angustiosas cuando las chicas comienzan a pasarse fotos de sus autolesiones, a modo de “castigo” por comer o por pensar en comida.

Muchas imágenes que vimos son bastante sensibles y no las hemos incluído en el reportaje, pero generalmente las fotos van acompañadas con un "me lo merezco", un "por comer como una cerda" o un "no debo pensar en comer".

Como explican desde la Sociedad Internacional de la Autolesión, suele ser el intento de "sustituir" un dolor interno que no se logra descifrar, por un dolor externo, visible, y que puede ser controlado a voluntad, con lo cual cumple una función de alivio de la tensión y el sufrimiento internos. Por lo que volvemos a lo mismo, otra forma de tener sensación de control de su cuerpo.

Seguimos dentro de los grupos y vemos cómo parecen totalmente ajenas a la gravedad de las situación. Se motivan unas a otras con fotos “thinspo”, como lo llaman ellas, de chicas extremadamente delgadas para apoyarse y animarse a continuar con el ayuno y el ejercicio extremo.

Después de pocos días es fácil darse cuenta que el hecho de que se retroalimente el trastorno hace que se intensifique entre ellas. Es como una bola de nieve que se va haciendo más grande y cuesta abajo.

No tienen reparo en llamarse "gordas" y "cerdas". Todo con un único objetivo, ser una "princesa". Y cada vez que alguna de ellas siente que no puede más, el resto está ahí para animarla para llegar a su meta final.

Esto nos puede hacer pensar que el físico es fundamental en este trastorno, pero Marian nos insiste que "aunque tengamos una visión generalizada de que este trastorno pertenece a adolescentes, realmente puede surgir en cualquier momento de la vida". Los trastornos alimenticios suelen desarrollarse cuando hay una pérdida de control y nace una obsesión por recuperarla.

Héctor Galván, Director Clínico de Instituto Madrid de Psicología nos indica que el principal peligro es que en la mayoría de ocasiones, ninguno de los afectados considera que la bulimia o la anorexia sean un trastorno alimenticio, "sino más bien un estilo de vida". Ese apoyo constante en este tipo de grupos de WhatsApp "puede favorecer el mantener y cronificar más aún el trastorno, manteniéndose oculto en muchas ocasiones y postergando el tratamiento. De hecho, incluso pueden llegar a provocar que personas que no hubieran desarrollado aún la patología se vean abocadas directamente a ella."

Por el mismo grupo podemos ver que no solo están las adolescentes, sino chicas con muchos años a sus espaldas con este trastorno, que vuelven una y otra vez a los grupos con consecuencias devastadoras.

Soy padre, madre o tutor, ¿qué puedo hacer?

Se debe tener en cuenta si la persona que padece el trastorno es menor de edad o no, pues ahí se pueden tomar más o menos cartas en el asunto. La pregunta lógica que nos puede surgir es que si es menor, ¿le quitamos el móvil? ¿Cómo lo evitamos? Los expertos nos ofrecen diversas respuestas según la situación. Podemos encontrar dos posturas al respecto.

Por un lado, en un caso extremo, quitarles el móvil: Marian indica que es lo mejor, sin miedo. Cortar de raíz en estos casos puede ser lo más adecuado, pero siempre previo acuerdo con el psicólogo que lleve al afectado. Sobre todo defiende la prevención, educar al adolescente a la hora de usar Internet.

"Con la era de las redes sociales, la información es más accesible que nunca, puede facilitarle encontrar lo que quiera saber sobre laxantes, revistas, blogs... o estos grupos de WhatsApp. Si es una persona con un factor de riesgo alto a padecer el trastorno, esa accesibilidad a la información puede impulsar el proceso. Por eso debemos enseñar a los niños a usar internet correctamente y con responsabilidad."

Por otro lado, no quitárselo para, quizás, evitar males mayores: Bárbara Gispert Rubio, psicóloga y terapeuta del Centro Terapéutico Lagasca y Coordinadora del área de Adolescencia, nos explica que debemos darnos cuenta primero de "para qué se crean estos grupos". La adolescencia es un proceso evolutivo hacia la vida adulta, estas personas buscan reafirmarse como personas individuales, y encuentran en la anorexia y la bulimia "una identidad":

"Actuar desde una postura de "control" frente al adolescente podría ser contraproducente ya que de alguna manera se le impide conseguir lo que pide con tanto ansia, convertirse en un adulto capaz de decidir por sí mismo. Mi recomendacion para los padres o figuras de referencia sería que fuesen capaces de ofrecer un espacio a estos jóvenes de respeto, escucha y entendimiento. Además de solicitar ayuda a un profesional que sea capaz de acompañar a la persona en su camino hacia la autonomía."

Hay algo en lo que están de acuerdo los psicólogos: es necesaria la educación y la creación de un espacio seguro donde quien padece el trastorno pueda hablar con honestidad y sin sentirse juzgada. Sara Escudero y Eduardo Torres concuerdan:

"Ayudar a la familia a reconocer el problema es muy importante. Ya desde ahí podemos ir acercándonos a la persona con este trastorno enfocándolo siempre desde el tema emocional, nunca desde la pérdida de peso o los atracones o los vómitos. Es importante no culpar ni juzgar a la paciente, sino ayudarle a ver que se encuentra mal, que ha cambiado, mencionar sus cambios anímicos, su aislamiento o su impulsividad, según le suceda a la persona, ayudará a que nos pueda escuchar y podamos orientarle a pedir la ayuda adecuada". (Sara Escudero)

"Hablar con la persona de una manera abierta y directa, con afecto, evitando una actitud crítica o la búsqueda de una confesión, lo que la pondría a la defensiva. Escuchar todo lo que quiera decir, que se pueda expresar. Abordar el tema desde la calma. Estar preparado tanto para la negación, la respuesta agresiva como para el derrumbe de la persona, que mostrará entones todo su sufrimiento emocional". (Eduardo Torres)

¿No hay forma de prohibir estos grupos?

Como dijimos, actualmente no existe legislación alguna que prohiba la apología de los trastornos alimenticios en la red. La única comunidad autónoma que está estudiando la posibilidad de condenarlo es Cataluña.

Sara Bujalance, Directora General de ACAB nos cuenta cómo en julio de 2017 notificaban sobre el estudio de una legislación para perseguir portales, blogs y redes sociales que hicieran apología de los trastornos de conducta alimentaria.

A través de la modificación de la Ley de Salud Pública catalana y de cinco artículos del Código de Consumo se podría perseguir a los responsables que alojen webs con este tipo de contenido. Actualmente está pendiente que dicha modificación sea aceptada por el Parlamento.

Nos cuenta que a día de hoy "la Conserjería tiene un gran compromiso con revisarlo". Le comentamos el caso de los grupos de WhatsApp y la gravedad de ellos, pero "la legislación que se está estudiando actualmente no albergaría dichos grupos de WhatsApp, sólo contenido público: webs, foros, cuentas en redes como Facebook, Instagram, vídeos de Youtube... Ante estos grupos la única arma es la prevención, y educar a los más jóvenes en el uso de la tecnología. Incluso si se pudiera legislar la prohibición de estos grupos, no acabaría ahí, no es una solución al problema, sino la previa educación".

Cuando tras un mes en ellos dejamos atrás los grupos de WhatsApp, la sensación es de abandonar a su suerte a las componentes. Al final poco se puede hacer a no ser que seas el tutor de la persona. Lo único, sacar a la luz este tipo de información, poner voz a lo que ocurre y alertar de que esta realidad existe y está más cerca de lo que quizás podríamos pensar.

Ver todos los comentarios en https://www.trendencias.com

VER 17 Comentarios

Portada de Trendencias