Enero debería llamarse agosto, porque es el mes del año en el que los gimnasios hacen el ídem con todos los incautos que se han propuesto cambiar de vida. Pero, aunque nos parezca increíble, hay gente que va al gimnasio ¡¡durante todo el año!! Gente con la que, si te tomas en serio tu propósito de Año Nuevo, vas a coincidir mucho. Más vale que sepas cómo son para enfrentarte a ellos.
El “enterao”:
Para él el gimnasio es como el ágora al que acudían los griegos a diario para debatir sobre el bien y el mal de la sociedad. Sólo que él se pasa allí las horas muertas para chocar los puños de los asiduos, comentar el partido de ayer y ojear el periódico en la sauna. Nunca le verás haciendo algo que se parezca a deporte, aunque se cuenta que una vez se le vio subido sobre una bicicleta de spinning. Falsa alarma, era para explicarle a una novata cómo funcionaba.
Las selfie-adictas:
Son fans de Kim Kardashian y de la ropa de deporte molona y cara-carísima. ¿Su objetivo? Conseguir la pose perfecta para conseguir tener más seguidores en Instagram. Lo de hacer deporte ya lo dejamos para otro dia, que les ha costado muchísimo maquillarse y se va todo con el sudor…
La mole de carne:
Sabes que es una persona porque en la cima de esa gigante montaña de carne hay otra protuberancia con un par de ojos que te observan. Vive por y para estar en el gimnasio y si le dejaran dormir en los vestuarios sería feliz. No intentes preguntarle si estás haciendo bien ese levantamiento de pesas porque te atrapará en su abrazo mortal de absurdas explicaciones plagadas de nombres de músculos que no sabías ni que existían.
El baboso:
Algún graciosillo le dijo a este tipo que se apuntara a un gimnasio para conocer mujeres. Y él se lo creyó. Y ahora le tienes a diario pegado a tu banco chorreando almíbar y saliva a partes iguales mientras te mira sufrir y sudar como un cerdo. Pero no te equivoques, el cerdo es él.
La gurú del fitness:
Respira fitness, come fitness, duerme fitness. Parece un asceta en el desierto, ni sufre ni padece y tiene pinta de que tampoco respira. Puede hacerse dos clases de Zumba seguidas y luego tirarse otra hora en una máquina. Y sin sudar. A su lado pareces una bolsa de basura llena de ropa húmeda.
El “appsesivo”:
Se ha descargado todas las apps sobre deporte en su móvil y se pasa todo el tiempo comprobando sus pulsaciones, su tensión, los pasos que ha corrido y las calorías que ha quemado para luego subir sus marcas a Facebook y presumir de sus triunfos y logros. Lástima que no haya una aplicación que mida su grado de patetismo.
La novata:
O sea, tú. La que quería hacer una clase de aerobic y se metió por equivocación en una de Queenax y acabó con un infarto de miocardio; la mismita que ha desprogramado ya dos máquinas de correr y se ha caído de culo cuando intentaba subirse a una bicicleta de spinning… ¡¡en marcha!! La ignorante que quiso hacer yoga, se metió a una clase de bikram y acabó con una lipotimia. Vamos, la que no sabe si va a volver mañana.
Fotos: Pixabay.com
En Trendencias|Los Anti-propósitos de Año Nuevo
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