La película de Netflix que roza lo prohibido: un thriller pasional y profesional que me dejó impactada y que todos los hombres deberían ver

Mentiría si dijera que Phoebe Dynevor no es una de mis actrices favoritas del momento. Y sí, hay vida más allá de su papel de Daphne en Los Bridgerton. De hecho, me encantó en Juego Limpio, una película que me hizo sentir fatal pero que me parece muy necesaria y desde cierto punto minusvalorada.

Juego Limpio: cuando la pasión y la profesión se encuentran

Emily (Phoebe Dynevor) y Luke (Alden Ehrenreich) viven en Nueva York y acaban de comprometerse. Es tan reciente que ni siquiera se lo han dicho aún a sus padres. Son la pareja perfecta. Todo aquello que cualquiera soñaría a partir de cierta edad: ambos son superexitosos en el trabajo, ambiciosos, viven en una de las ciudades más especiales del mundo y se complementan como nadie y como nunca, en la cama también, por supuesto. Toda la parte de la sensualidad y la sexualidad de la relación, del mundo y desde la posición de poder que el heteropatriarcado otorga al hombre por definición está muy presente en la cinta.

No obstante, el amor no es lo único que los une, sino que comparten profesión y además empresa: los dos trabajan en el mismo lugar, lo que en primer lugar los pone entre la espada y la pared porque las relaciones entre sus empleados no están permitidas en principio. Pero ese terminará siendo el menor de sus problemas, ya que todo comenzará a girar a un ritmo diferente, frenético, cuando ambos aspiren a un ascenso profesional y termine consiguiéndolo Emily.

Ahora sí, prepárate para competir y ver de verdad hasta dónde llega el amor. Porque qué bien pintaba todo cuando el mundo, o al menos Luke, pensaba que esa promoción en la compañía iba a ser para él, ¡coser y cantar!, ¡vivieron felices y comieron perdices!

Juego Limpio es una cinta de Chloe Domont, ¡qué inesperado!, ¡una mujer!, tan necesaria como puede resultarlo Una joven prometedora, que muestra una realidad que está mucho más presente de lo que nos imaginamos, o imaginan. Nacer mujer o querer serlo supone comenzar la partida desde una casilla de salida diferente a los ojos de un mundo que no está moldeado aún para nuestra mirada. Un mundo que no consiente que podamos tenerlo todo. O siquiera tenerlo.

Fotos | Netflix

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