Buá, ¡cómo suena eso de que tengo 30 años! Vaya mazazo de realidad. Pero oye, no lo digo de forma negativa, ¿eh? Para nada, en absoluto. De hecho, estoy segura de que los 30 van a ser mucho mejor que los 29. Tampoco está muy alto el listón, pero oye. El caso es que en estas tres décadas he perdido el número de veces que Navidad tras Navidad he visto Solo En Casa, un clásico de 1990 que se ha convertido en un must de las fiestas para mí.
Con esta cinta fue la primera vez que supe de la existencia de Macaulay Culkin, ese niño actor que era monísimo y que conforme fue creciendo encajó perfectamente con el concepto de juguete roto de la industria. Afortunadamente, ahora parece estar viviendo la mejor de sus vidas junto a la intérprete Brenda Song. Y yo, sin conocerlo de nada, me alegro enormemente. Parece buena persona.
En cualquier caso, poco sabía Culkin sobre lo que le iba a deparar el futuro cuando encarnó al tierno, divertido, inteligente y con un punto travieso Kevin McCallister, el más joven de una familia de siete con cuatro hermanos mayores. Un niño un pelín cansado de soportar los comportamientos de estos y que debido a ello pide el deseo de, nada más y nada menos, no tener familia por Navidad.
Y bueno, afortunadamente la cosa se cumple a medias. En el planteamiento de la película, además de ir descubriendo a los personajes, vemos a todos hiperatareados porque se van a París a pasar las Navidades. Inciso para: ¿cuánto dinero generan los McCallister?, ¿cómo explicar semejante viaje en época de festividades y tal casoplón?
Bueno, el caso es que en esas el bueno de Kevin se esconde y pide el deseo que antes te comentaba. ¿Y qué sucede entonces? Pues que esa madre y ese padre, que sin duda se arrepienten un poquito de no haber puesto medios para tal fecundidad, se olvidan de que falta el miembro más pequeño de la familia cuando se marchan al aeropuerto. Por supuesto, cuando esta lo descubre entra en pánico, lo opuesto a lo que siente Kevin cuando ve que se ha quedado solo en casa. El rubio se dispone a vivir como le place. Y oye, mucho más funcional que según qué adultos hombres heteros de 30 años.
Sin embargo, el mayor de los problemas lo causan unos ladrones que tienen más que acechada la mansión de los McCallister. La dupla mala más buena lleva planeando robar la casa de la familia desde hace días, esperando al marcha de esta, pero claro, en su plan no estaba que el pequeño Kevin se quedase solo en ella. Y sobre todo, que fuese tan sumamente inteligente y hasta responsable dentro del desastre.
Y ya paro, ya paro. Si no la has visto, no sé qué estás haciendo con tu vida. Y si lo has hecho, no sé por qué este año no la has retomado aún. Por cierto, está disponible en Movistar+. Y tiene mucho que ver con lo que representa también El Mago de Oz en cuanto al valor de la familia. Y ya me callo.
Fotos | Solo En Casa y Movistar+
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