Mitos extendidos a lo largo de siglos, leyendas urbanas, información no siempre fidedigna… El panorama es un tanto desolador para esas grandes desconocidas: las vaginas. Pero conocer nuestro cuerpo es fundamental para mantener sana la zona y disfrutar de ella. Te ¿Sabías que...?
La vagina tiene función de autolimpiado
Es algo así como la pirólisis de los hornos. ¿Vaginólisis? Bueno, que cada una lo llame como quiera. La cuestión es que la vagina tiene un cóctel maravilloso de sustancias que autorregula por sí misma y que hacen que se mantenga limpia y sana. Evidentemente a veces pasan cosas, como las indeseables infecciones, pero en condiciones normales ella solita es autosuficiente en lo que a mantenimiento higiénico se refiere.
Esto no significa que no haya que ducharse, por favor, sino que no debemos obsesionarnos con el tema, con el uso de jabones específicos, desodorantes... De hecho el uso (y abuso) de determinados geles, aunque sean específicos para la zona, pueden alterar ese maravilloso equilibrio y acabar generando algún problema.
Un último apunte: las duchas vaginales se relacionan con un mayor número de infecciones.
s” no necesariamente tienen una vagina “más grandecita”, ni al contrario, chicas "menuditas" no tienen por qué tener vaginas pequeñitas. Además, la vagina es muy elástica y su tamaño varía dependiendo del momento y la actividad... Ah, y ya que estamos: el tamaño o altura del hombre y el de su pene tampoco es proporcional, ejem.
Y hablando de tamaños…
La pareja de sexólogos más conocida (tienen hasta serie de ficción sobre su vida), Masters y Johnson, determinaron que el tamaño medio de la vagina en mujeres que nunca habían estado embarazadas era de entre 7 y 8 centímetros en reposo, y de 11 a 12 en estado de excitación sexual. Sí, la vagina, al igual que le sucede al pene, crece en función de la situación.
De hecho (y con esto uno este punto con el anterior) muchas mujeres que acuden a consulta por molestias durante la penetración están convencidas de que se debe al tamaño de su vagina. Sin embargo esto no es así: los motivos suelen ser una mala estimulación (o no llegada a la fase de excitación), contracciones involuntarias de los músculos de la zona o incluso, pero estos casos son los menos habituales, puede suceder que exista una membrana (denominado tabique himeneal o vaginal) que esté dificultando la penetración…
El clítoris y glande no son tan diferentes
De hecho ambos tienen el mismo origen: hasta las 7 u 8 semanas de desarrollo del embrión los órganos sexuales no existen per se, son un grupo indiferenciado de células. Por orden de las hormonas presentes (masculinas o femeninas, para entendernos) ese tejido celular se convertirá en clítoris o en glande. Es decir: ambos provienen del mismo, mismísimo, tejido.
Flujo constante, olor… ¿cambiante?
A lo largo del ciclo menstrual el tipo de flujo que emitimos va cambiando en textura y color (de blanco a transparente, de “mucoso” a flexible o clara de huevo…). En todas esas fases obviamente la vagina tiene un olor, pero uno débil, no invasivo o fuerte. En el momento en el que notamos que el olor ha cambiado, que se ha hecho más potente (normalmente se refieren a él para explicarlo “como olor a pescado”, salvando mucho las distancias), puede ser síntoma de infección. En estos casos lo mejor es acudir a un profesional que analice el caso y nos de las indicaciones pertinentes.
Donde hay pelo hay alegría… y salud
A pesar de que un alto porcentaje de mujeres (y hombres) piensan que tener la zona depilada es más higiénico la mayoría de los estudios más bien indican lo contrario: la depilación púbica se relaciona con más infecciones y contagio de ETS (enfermedades de transmisión sexual). Concretamente un estudio realizado en la Universidad de California encontró que la depilación multiplica por dos el riesgo de contagio de herpes, eleva al 90% las posibilidades de compartir ladillas y un 70% de probabilidades de contagio de clamidia, entre otros hallazgos.
Se puede (y se debe) ejercitar
El tono de los músculos de la vagina, concretamente el del suelo pélvico, hace que los orgasmos sean más o menos intensos (a nivel muscular) y ayuda a prevenir las pérdidas de orina en el futuro. Sí, nos interesa tenerlo cuidadito y en forma. ¿Cómo? Practicando pilates, yoga y sobre todo, con los archiconocidos ejercicios de Kegel (consulta a un profesional que te indique cómo realizarlos de manera efectiva). ¿Hacemos un poco de gimnasia… vaginal?
No hay dos vulvas iguales.
Bueno, esto es quizá exagerar mucho, pero lo cierto es que hay cientos de tipos de vulvas (zona externa y visible de los genitales femeninos), y no, no existe “la vulva normal o estándar”. El tamaño de los labios mayores, si los menores sobresalen o no, el color (del rosita al bermellón más oscuro o el marrón), su apertura, tamaño, simetría (es habitual que los dos labios menores tengan distinto tamaño entre sí)…
El “modelo” que habitualmente nos encontramos en el cine porno (aunque está cambiando), ese con labios menores pequeñitos y recogidos, que quedan dentro de los labios mayores, todo simétrico, en muchas ocasiones se debe a operaciones de cirugía estética (otras no, hay mujeres que lo tienen así de manera natural, como decía).
Conocer y atender a nuestra zona íntima nos ahorrará más de un disgusto y nos proporcionará, seguro, mucho placer. Echarle un ojo de vez en cuando, estar atentas al olor, o saber cómo cambia durante el ciclo son aspectos importantes para ello. ¡Cuídala!
Fotos: Pixabay.com, Unsplash.com, Pexels.com, Girls
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