Ha sido maravilloso. Ahora, mientras duerme a tu lado tras una sesión de sexo digna de haber sido grabada en 4k para la posteridad, le miras y... ¿Es posible que estés sintiendo algo? El buen sexo puede llevarte al amor, o al menos a creerlo. ¿Podemos enamorarnos de alguien al primer orgasmo?
Puede que no tengáis mucho tema de conversación, tampoco muchas cosas en común, que no sea especialmente fluida la cosa... O sí, pero tampoco como para volverte loca, al menos no con certeza. Sin embargo en el momento en el que os metéis en la cama todo fluye de una manera alucinante.
Sí, en la cama conectáis. El sexo es tan bueno que pasarías horas y horas a su lado. Te sientes tan cómoda que has llegado a plantearte la posibilidad de que sea algo más que un simple affair a pesar de que esa conexión tan brutal no parezca traspasar la frontera de la cama.
No te ha pasado solo a ti, la realidad es que no es tan extraño sentir (o creer que lo sentimos) algo por alguien con quien “solo” tenemos en común buenos ratos de sexo. ¿Y por qué digo “solo”? Porque si además de pasártelo genial en la cama con esa persona conectáis fuera de ella y tenéis planes de futuro juntos no hay nada más que decir: tiene todos los ingredientes para que la cosa prospere.
¿Es posible enamorarse en la cama?
Helen Fischer, reconocida investigadora en el Instituto Kinsey, centrada desde hace años en la neurobiología del amor, afirma que sí que es posible enamorarse tras tener buen sexo.
Según esta autora, por un lado la estimulación de los genitales activa la producción de dopamina, un neurotransmisor implicado en sentir “amor romántico”, y por otro el orgasmo hace que se libere oxitocina y vasopresina, hormonas relacionadas con el apego.
Este cóctel podría ser clave para predisponer a la persona a sentir afecto hacia su pareja sexual, un embrujo en el que es fácil caer. Si además repetimos varias veces, varios días... no parece extraño entonces que la cosa empiece a generarnos dudas.
Sin embargo la química no es única ni suficiente para que nos planteemos ese "algo más". Existen otros factores que, unidos a ella, efectivamente nos pueden llevar a pensar que esa persona con la que compartimos tan buenos ratos en la cama sea algo más que un amante (por muy bueno que sea).
Química y más
No solo la química es la responsable de que dudemos: la receta de la confusión tiene otros ingredientes.
1. El significado que le damos a las cosas
Lo que entendemos por intimidad, por ejemplo, va a influir en la interpretación que hagamos de esta situación.
Si creemos que hacer determinadas cosas con alguien implica una intimidad que va más allá del sexo (abrazarse "después de", mirarse y besarse de una forma concreta...) y esta persona las está haciendo es posible que empecemos a pensar que hay algo más.
Pero es importante que tengamos en cuenta que esto de definir la intimidad es muy muy subjetivo, y lo que para ti es evidentísimamente algo de "nivel 10" puede ser de nivel 3 para el otro.
2. Lo que buscamos/queremos y las expectativas
Es posible que no seas consciente de ello (a veces no lo somos) pero que en el fondo estés buscando una relación. Cuando queremos algo, cuando hemos tomado una decisión, nuestro cerebro se pone en “modo confirmación” y busca pruebas de que estamos en lo correcto al hacerlo.
Te pongo un ejemplo sobre otro tema para que lo veas más claro: si has decidido dejar a tu pareja no pararás de ver “señales” que confirmen que estás en lo correcto al querer poner fin a lo vuestro.
La realidad no es que tu pareja se haya vuelto terrible en los últimos días (o al menos no más de lo que lo era cuando decidiste dejarle), es que estás focalizando tu atención en aquellas cosas que confirman tu decisión. Esto lo hacemos para poder seguir adelante, para avanzar con más rapidez a la hora de la toma de decisiones y planteamiento de objetivos.
En el caso de querer tener una relación (o al menos no cerrarte a ello) y estar con alguien con quien el sexo es realmente bueno puede llevarte a focalizar la atención precisamente en lo que os va bien, en eso que hacéis bien juntos, obviando todo aquello que no es tan espectacular o que simplemente no se está dando (y debería darse para que fuera un enamoramiento completo y real).
En ocasiones, y esto no pasa solo con los buenos amantes, nos enamoramos de la idea que tenemos del otro, de la idea del amor. Pasamos por alto lo que no nos gusta o no tiene. Pero es algo nuestro, no es real, y cuanto antes lo veamos, mejor.
Cómo distinguir un amante de un amor
Es posible que toques el cielo cada vez que tenéis sexo pero, ¿hay algo más? Estas son algunas cosas que debes tener en cuenta para distinguir un amante de un amor en ciernes.
Cómo son las cosas fuera del dormitorio. No me refiero a qué tal es el sexo en el baño, sino a qué tal te sientes con esa persona en otro contexto que no es el puramente sexual. ¿Es la conversación fluida? ¿Se pasa el tiempo rápido cuando estáis juntos... y vestidos? Si la química solo funciona cuando no hay ropa quizá debas plantearte que la cosa solo se circunscribe al sexo, no hay más.
En otros sitios, con otras personas. ¿Te ves yendo con esta persona a la boda de tu hermana, la barbacoa de tu mejor amigo o el cumpleaños de tu abuela? A veces descontextualizar a alguien, imaginarlo en otras situaciones nos sirve para darnos cuenta de si hay algo más o no.
¿Te apetece hacer algo más con esta persona a parte de sexo? Párate y piénsalo un momento, ¿de verdad te apetece ir al cine, cenar, desayunar o ir a Ikea juntos?
Proyección de futuro. ¿Te imaginas un futuro con esa persona? Vivir juntos, ir a la compra juntos, comprar un piso, pagar una hipoteca... ¿lo ves o está borroso? Cuando nos enamoramos proyectamos con facilidad hacia el futuro porque buscamos el compromiso, el podes establecer planes juntos. Si no te ves (o no le ves) así, quizá no sea más que sexo.
Apoyo. Pongamos que tienes un problema o que alguien te ha hecho daño, ¿recurrirías a esta persona en busca de apoyo? ¿Sería tu primera opción para contarle algo de la oficina? Cuando estamos enamorados, cuando tenemos una relación que funciona, la intimidad es algo fundamental, y eso pasa por tener confianza en la otra persona, por verle como una fuente de apoyo, ¿es este el caso?
¿Le has hablado a tus amigos de esta persona? Si no lo has hecho, ¿a qué se debe? Puede que ahí tengas la respuesta. En caso de que lo hayas hecho, ¿qué les has dicho? A veces al hablar de esto a terceros cuando realmente no vemos que sea algo más, tendemos a intentar venderlo bien, a envolverlo en papel de regalo... a justificarnos porque nosotros tampoco lo tenemos claro.
Si pensar en estas cosas no te lo ha dejado claro vamos con una última: descríbele. ¡No sigas leyendo hasta que lo hayas hecho! ¿Lo tienes ya? Ahora escribe a tu pareja ideal (ideal pero realista, no ideal de Hollywood).
Bien, comparemos. ¿Tiene eso que quieres y/o necesitas? ¿Cómo le has descrito? Si la mayoría de cosas que has escrito de esta persona es acerca de “lo bien que estáis” y hay poco acerca de cómo es, quizá debas plantearte que has caído en la trampa del buen sexo.
El placer y la intimidad que conllevan el sexo, el disfrute cuando es bueno, las hormonas y lo que buscamos pueden conjugarse para llevarte a una total confusión: ¿será amor? Despeja las dudas: si es amor, estupendo, y si no... estupendo también, un buen amante no es algo que se encuentre todos los días, así que disfrútalo.
Fotos | Deadpool; Giphy.com
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