Eso que tanto te pone cuando fantaseas con ello puede ser un fiasco total si intentas hacerlo realidad... pero también puede ser la experiencia más excitante de tu vida. Te contamos cómo llevar a la realidad tus fantasías sexuales y que sean un sueño cumplido... y no una pesadilla.
No hay que llevar a la realidad todas nuestras fantasías
Partamos de la base de que hay fantasías que, efectivamente, son realizables y disfrutables en la realidad, pero que hay otras, muchas, que son perfectas, estupendas y efectivas... solo en nuestra mente.
De la misma manera que te puede parecer la monda la idea de lanzarte sobre esa torre de fruta fresca en el súper, o te indoma laboralmente la idea de decirle cuatro cosas a tu jefe a la cara, pero no lo haces, hay fantasías que solo funcionan como eso, fantasías.
Además de esas que no tendrían mucho sentido en la realidad, hay fantasías que, a pesar de poder realizarse, las disfrutarías mucho más en tu mente que en la vida real. Cuando imaginamos proyectamos y creamos, incluimos la información que nos gusta y que nos interesa y obviamos los aspectos que no.
En la mente todo fluye, porque es nuestra creación, pero en la vida real no podemos controlarlo todo ni ponerle el mute a eso que no nos gusta o nos distrae.
En la vida real las cosas manchan, huelen, son ilegales (ojito con esto si lo que te pone es, por ejemplo, hacerlo en lugares públicos)... En la vida real tu pareja sexual igual no se mueve como esperabas, o no hace lo habías imaginado en tu fantasía. Y esto hace que no disfrutes tanto como cuando fantaseabas con ello.
Imagina que tu fantasía es hacerlo en una mesa llena de cupcakes, mientras os untáis con la buttercream, y os tocáis y... En tu mente puede ser maravilloso, porque luego no hay que limpiarlo todo, porque no es pegajoso, porque no hay riesgo de infecciones (la buttercream está deliciosa pero no está hecha para la vagina, claro), etc.
Es posible que eso que en tu cabeza hiciera acelerar tu excitación como si del coche de Vin Diesel en Too fast, too furious se tratase, en la realidad sea como tratar de poner a 160 kms/hora un Simca mil.
Hacer realidad una fantasía erótica
1. Elige entre tus fantasías la más “realizable”
Es buena idea empezar con una que guarde un equilibrio “bonito” entre cuánto te pone y cómo de factible es, tanto a nivel logístico como emocional.
Elige ésa que no requiera que des un salto enorme entre tu actividad sexual actual y eso que deseas. No es que esto no se pueda hacer, pero lo recomendable es ir explorando poco a poco para evitar que te sientas incómoda y entonces echemos a perder tanto ese momento, como una fantasía que hasta entonces te funcionaba bien.
Por ejemplo: es posible que te ponga a mil la idea de, imagina, que tu pareja te diga burradas muy bestias, pero que en la realidad, lejos de excitarte, la cosa te haga sentir mal o incómoda.
2. Qué es lo que te pone realmente
Hay quien fantasea con una postura, con una acción, con una ropa... o con toda una escena con más trama que un capítulo final season de Anatomía de Grey.
Sea cual sea el caso, cuando fantaseamos entran en juego una cantidad enorme de detalles (el cerebro es una máquina maravillosa). Así que si vas a llevar a la práctica esa fantasía, lo ideal es que tengas claro qué es lo que te excita de esa escena o actividad y qué necesitarías para reproducir esa sensación en la vida real.
3. Qué te haría “salirte de la escena” o sentirte incómoda
Al llevar a cabo una fantasía en cierta forma nos estamos exponiendo, porque suelen ser algo privado, íntimo, de manera que conviene tener claros los límites o qué cosas pueden hacer que pasemos del placer a la incomodidad.
Siguiendo con el ejemplo de antes, si lo que te pone es que te “hablen sucio”, pacta con tu pareja qué líneas rojas no ha de pasar, por ejemplo.
4. Háblalo con tu pareja
Por supuesto si tu pareja va a estar involucrada en esta escenificación, el mejor inicio que podemos darle a tu fantasía hecha realidad es compartirla, con detalle, con la pareja.
Hay a quien hablar de esto le da cierto corte, pero es compartir, es sexo, es guay.
Si te da reparo, puedes proponerle a tu pareja un ejercicio: cada uno va a escribir dos fantasías realizables, y una noche, después de cenar, tranquilitos y relajados, sin presión y sin expectativas de que eso acabe con un polvo mítico, os las vais a leer el uno al otro. Y si a los dos os gusta alguna, ¡ya tenéis por cuál empezar!
Cuando estés planificando con tu pareja la realización de la fantasía, no te limites a contarle lo meramente estructural o logístico: si quieres que esto funcione ha de conocer qué es exactamente lo que te excita de esa situación, qué esperas que haga, cómo te pone que se comporte o qué te sacaría inmediatamente de “la escena”, todo eso que hemos comentado más arriba y que tienes que tener clarito tú desde el principio.
Disfruta, salga o no salga como esperabas.
Como empezaba diciendo, las fantasías muchas veces funcionan porque son eso, fantasías, no realidades, de manera que es posible que no sea tan excitante o tan fluido como esperabas.
Si esto sucede no vale decepcionarse y abandonar la exploración, ¡es parte del juego! Puede que después de todo no fuera tan sexy ver a tu pareja vestido de Johnny Depp en Piratas del Caribe, pero mira, ¿y las risas tan buenas que os habéis echado -y las que vendrán cada vez que os acordéis-?
Compartir una fantasía e intentar hacerla realidad, con toda su parafernalia, es intimidad, es pasar un rato agradable con nuestra pareja disfrutando y explorando nuestra sexualidad... aunque sea a base de carcajadas en lugar de orgasmos. Y eso es maravilloso.
Imágenes | Unplash.com
Ver todos los comentarios en https://www.trendencias.com
VER 0 Comentario