Parecía que conectábais pero entonces él desapareció dos semanas. A la tercera te llamó para quedar. Y fue muy bien. Luego nada. Días después, un Whastapp suelto con alguna excusa. De nuevo te llama, necesita verte. Esto de “ni estamos ni no estamos” se llama breadcrumbing, las migajas de amor, y es realmente nefasto. De hecho, es una técnica de manipulación y se cree que quienes la ejecutan (ya sea de forma intencionada o no) son personas con baja autoestima. El motivo por el que lo hacen es porque necesitan engatusar a los demás para sentirse valoradas y aumentar su ego. Sin embargo, no buscan, en realidad, ningún compromiso, relación o encuentro. Aquí una guía de supervivencia.
¿Por qué seguimos ahí?
A diferencia de aquellos que desaparecen sin dar explicaciones, hay otros que se limitan a dejar abierto el contacto pero nunca profundizar ni ir más allá. La magia de las migajas es que, cuando el personaje en cuestión lo hace “bien”, enganchan y mucho. El proceso psicológico que hay detrás lleva a que valoremos por encima de los aspectos negativos el hecho de que nos dedique tiempo, a que nos sintamos especiales y eso compense lo malo.
Nos sentimos tan bien cuando por fin "lo conseguimos" (ahora explico esto, porque en realidad no es que lo consigamos nosotros) que nos sabe a victoria, y por ello justificamos los momentos en los que esto no sucede, para protegernos con ello del daño. “No, es que está ocupado esta semana”... ¿De verdad crees que por muy ocupado que esté alguien no tiene tiempo para una llamada o un mensaje? Reflexiona.
Ponía entre comillas el “cuando por fin conseguimos su atención” porque esa es la sensación que tenemos, pero la realidad es que nosotros no hemos logrado nada: su atención no viene por algo que hayamos hecho, sino porque “le viene bien ahora” por el motivo que sea. Y esto nos hace polvo.
Las personas necesitamos establecer relación entre nuestra conducta y las consecuencias que de ella se derivan para poder hacer predicciones y funcionar en el mundo. Por ejemplo: si yo soy cariñosa contigo, espero que te resulte agradable y tú lo seas conmigo. Esto nos sienta bien y es lo que buscamos. El problema de este tipo de relaciones es que destrozan esa asociación, nos tienen en vilo, analizando al milímetro nuestra conducta a ver qué hemos hecho para que vuelva a llamarnos y qué habremos hecho mal para que lleve dos semanas sin hacerlo.
Al romperse la relación conducta-consecuencia nos volvemos locos, empezamos a probar conductas nuevas, a cambiar a ver si damos con la tecla de lo que le hace “volver a nosotros”. Hipersobservamos nuestra conducta, hacemos comentarios de texto con sus mensajes y analizamos hasta la extenuación cada detalle en busca de una pista que nos señale qué ha sucedido esta vez para que haya llamado.
Esto es agotador e inútil a partes iguales porque, repito: no hay nada que tú hayas hecho que le haya alejado estos días, ni nada que le haya hecho volver, hace lo que hace porque le da la gana y porque tiene sus motivos. Así que deja descansar a tu cabeza y a tu corazoncito porque estás haciendo un esfuerzo sobrehumano... para nada.
Guía de supervivencia
No estás sola. En un estudio realizado en 2020 por la Universidad de Castilla-La Mancha, un 36% (223) de los de 626 participantes señalaron haber sido víctimas de “breadcrumbing” y otro 37% (230) admitió haberlo causado. Además, este mismo estudio determinó que los efectos psicológicos de sufrir esta práctica aumentaba la sensación de insatisfacción con la vida y los sentimientos de soledad e impotencia.
El principal consejo, y con el que ya no harían falta más para acabar con esto, es que pongas fin a esta historia o, al menos, que pidas lo que quieres. Que se quede con sus migajas, que tú lo que quieres es un menú completo, con postre y todo. No, no es fácil, porque lo más frecuente es que en tu playlist mental suenen temas como “Seguro que al final cambia por mí” o “Es que tiene un problema por sus relaciones pasadas pero conmigo y mi ayuda seguro que vuelve a creer en el amor”. Mira, no, vamos a cambiar de copla.
Uno de los motivos por los que aguantamos este tipo de relaciones (sin ser relación, además) es precisamente por estas ideas, por la creencia de que esa persona va a cambiar al final y va a convertirse en la pareja que imaginábamos. El problema de esto es que efectivamente, es nuestra imaginación la que está rellenando los huecos. Estamos basando la historia en la proyección que hacemos de nuestras expectativas y necesidades en lugar de en los hechos y conductas reales de esta persona.
Stop migajas
A veces no es fácil darse cuenta de que estamos metidos de lleno en una relación (o no relación) de este tipo, pero hay señales que pueden servirte para verlo. Porque nos merecemos otra cosa, vamos a tomar el control:
- No asumas la responsabilidad del cambio: “Es que tuvo malas experiencias con otras relaciones...” ya, vale, a todos nos ha pasado, pero es algo que la persona tiene que gestionar por sí misma, si es que quiere hacerlo. Porque, cuidado aquí, a veces no es que tengan heridas emocionales, es que tienen la cara como el bracito de The Rock.
- Céntrate en qué hace y no en qué te dice: los seres humanos tenemos una cosa muy bonita y es que podemos decir maravillas pero luego ser unos completos desalmados. Las palabras, aunque suene a tópico, se las lleva el viento. Lo consistente, lo que de verdad ha de importarte son los hechos, las conductas. Si te dice que te va a llamar pero no lo hace deja de comprarle las excusas y deja de ponerlas tú: no ha venido hoy tampoco, y eso es lo que cuenta.
- Haz planes y no los cambies cuando aparezca. Como llaman cuando les da la gana suelen pillarnos con planes hechos, planes que a menudo abandonamos porque “como ha llamado...”. Pues ya está bien: tú tienes tus planes, y si no puede otro día es que no tiene interés en quedar, y punto. Tu autoestima necesita que recuerdes que tú eres lo más importante, y eso incluye los planes que ya has hecho y no estar a merced de lo que aquí el amigo quiera.
- Haz una lista de las cosas que quieres de una relación, de una pareja, los mínimos imprescindibles. Haz otra con lo que no quieres. Cuando esta persona contacte contigo, cuando luego desaparezca semanas, cuando te dé plantón... ve a esas listas y anota. No hay nada como tener en papel las cosas para darnos cuenta del desastre.
- No hay partes, es un todo: tendemos a parcelar y dividir a las personas en sus partes que nos gustan y en las que no. Es un tío estupendo, nos reímos, el sexo bien... No da señales de vida en días, pero por lo demás... No hagas eso, no es “por lo demás”, todo eso, incluyendo el hecho de que te llama cuando le da la gana, es ÉL, no hay partes porque no es algo extirpable. Si es celoso, ES celoso, no es un compartimento, así que no aísles partes y mira el global, a la persona en global.
Las relaciones no siempre son fáciles, a veces tienen inicios complicados, pero no por ello debemos pensar que “todo vale”: nos merecemos atención, que nos quieran y que quieran estar con nosotros y sobre todo, merecemos respeto. Dile que las migajas se las eche a las palomas en el parque, tú ya no las necesitas.
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