Los caballeros las prefieren rubias... ¿y nosotras los preferimos malotes y poco caballeros? No es nada nuevo: a pesar de que le pedimos a nuestra pareja ideal una lista interminable de características estupendas, en el fondo son los chicos malos los que nos llevan de calle (aunque sea de la amargura). Pero ¿realmente son más atractivos que los buenos? Una serie de estudios científicos destapa la verdad: un sí pero no bien claro.
Durante años he releído varias veces una novela de Olivia Goldsmith (la autora de El club de las primeras esposas) que no se ha traducido al castellano y se titula literalmente Bad Boy. Me encanta. Me lo paso pipa cada vez que decido revivir la historia de Jon: un buen chico, inteligente, divertido, con un buen trabajo y encantador que decide pedirle a su mejor amiga Tracy que le transforme en un chico malo como única solución para ligar un poco. Y vaya si le funciona… Aunque yo nunca entendiera el por qué el Jon malote ligara más que el Jon original.
Pero no es el único ejemplo de chico malote que triunfa. Da la impresión de que la norma va por ahí. Es más: tradicionalmente hemos asociado el atractivo masculino con el hombre peligroso, agresivo y seguro de sí mismo, el solitario que rompía las normas y que no quería atarse a nadie. ¿Cuántas veces habremos visto películas o leído libros en los que el reto de la heroína era conseguir cambiar a un chico así?
Ese hombre dominante, poderoso y fuerte ha sido el referente masculino durante siglos. Asumir riesgos y comportarse de una manera agresiva es la forma que tiene este tipo de estereotipo masculino de demostrar su poder… y de marcar la diferencia de géneros con las mujeres. Y a nosotros nos han repetido y vuelto a repetir eso de “¡Viva la différence!”, ¿no?
Pero, pero... ¿de verdad nos gustan más los chicos malos?
¿Nos gusta que nos traten mal, nos ignoren, nos miren con condescendencia, nos hagan esperar y no cumplan lo que nos prometen? ¿En serio? ¿Es más atractivo que sean más dominantes, menos fiables y más peligrosos?
Un estudio en la Ghent University de Bélgica ha descubierto que los hombres son más atractivos sexualmente si asumen riesgos o ponen en peligro su vida acercándose al lado oscuro, fumando y bebiendo como cosacos.
Por otra parte, hay que reconocer que los malotes, más narcisistas y egoístas, tienen su punto. ¿Por qué? Muy sencillo, porque es difícil no sentirse atraída por una persona que tiene tan buena opinión de sí misma y una seguridad arrebatadora. Según un estudio realizado en EEUU esto se debe en parte al esfuerzo y al tiempo que invierten estas personas en estar atractivas. Imagina a ese tipo musculado, bien peinado y con una buena cazadora de cuero. A corto plazo da gusto llevarse de calle a un hombre así, pero a largo plazo la ciencia también ha demostrado que no son capaces de mantener sus relaciones y que sus parejas terminan considerando que son poco amables y muy desconsiderados con ellos. Vamos, mala solución porque a la larga uno deja de ser también guapo.
Respecto al irresistible atractivo por los hombres rudos y agresivos es interesante echarle un vistazo a la entrevista que hizo Broadly al sociólogo Tristan Bridges de la Borckport State University de Nueva York. En ella explica que masculinidad y comportamiento peligroso se trata sin duda de una asociación histórica, pero que también se trata de una visión poco realista, basada en una idealización de la diferencia entre los géneros y que los estudios realizados no demuestran que haya una razón biológica por las que las mujeres prefieran a este tipo de compañeros, al menos en la actualidad, porque los estereotipos estudiados se basan en comportamientos humanos de hace siglos.
La ciencia dice que no subestimamos el poder de los chicos buenos.
Buena noticia para ellos. Y para nosotras, por supuesto. En los últimos años diversos estudios han venido demostrando que ser una buena persona, amable, simpática y decente se valora muchísimo tanto por sexo como por el otro. Y que cuanto más amable, más simpático y más buena gente, más atractivo física y sexualmente resultas para los demás.
Pero aún hay más.
Decididos a acabar con el mito de que a las mujeres nos gustan más los malotes que los chicos buenos los científicos han puesto en marcha diferentes estudios.
Uno de ellos invitaba a los participantes a ayudar a un personaje ficticio llamado Susan a elegir una cita entre tres posibles candidatos basándose en las respuestas a una serie de preguntas. Sí, como aquel programa de los ochenta que se llamaba Estoy por ti presentado por Anabel Alonso. Uno de los candidatos era encantador, sensible y amable. Otro se describía como “un hombre auténtico” y era insensible y desagradable. Y el tercero sólo daba respuestas en plan neutral. Los participantes en el estudio tenían que analizar las respuestas de los tres posibles candidatos y asesorar a Susan con quién debería salir o incluso con quién saldrían ellos mismos. El resultado es que el candidato amable y estupendo fue el elegido en primer lugar, tanto para Susan como para los propios participantes por goleada. Chicos buenos: 1- Chicos malos: 0.
No es el único estudio realizado para demostrar este tema. En otro los participantes tenían que leer anuncios de citas y poner notas a los candidatos en base a sus descripciones, así como clasificarlos en dos grupos: aquellos con los que tendrían un rollo de un momento y aquellos con los que tendrían una relación a largo plazo. La conclusión fue que los anuncios en los que la gente demostraba buenas cualidades (como ser altruista y generosa) eran mejor valorados con los que no.
Ya vamos 2-0.
En general, hay más estudios en los últimos años que insisten en demostrar que las mujeres de hoy en día preferimos tener relaciones con parejas que son sensibles, seguros de sí mismo y de trato fácil que con los que son más agresivos y nos exigen estar todo el tiempo pendiente de ellos. Y que no nos gusta que nos dominen. Se trata pues de otro mito. Quizá a diferentes edades buscamos otro tipo de parejas, pero también porque buscamos otro tipo de relaciones, más diversión, más locura, más desenfreno... pero ¿ocurre lo mismo cuando buscamos otro tipo de pareja, algo más a largo plazo? Yo creo que como en todo, para gustos los colores y cada edad tiene su momento.
En resumen: la ciencia dice no, la tradición dice sí.
Pero también es claro que durante años ha persistido el mito de que sí lo hacemos. Tan peligroso como los supuestos chicos que supuestamente nos gustan. Este tipo de ideas preconcebidas sólo termina perjudicando a las expectativas que tenemos de una relación y, peor aún, refuerza la idea de que las mujeres buscamos a alguien que nos proteja y nos domine cuando esa realidad ya hace mucho tiempo que dejó de existir. La ciencia lo tiene claro y nosotras también: preferimos a un hombre que nos trate tan bien como nos merecemos.
Fotos: Parker Hurley, Brock O´Hurn, Ricardo Baldin, André Hamann, Rodrigo Guirao y Adi Gillespie.
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