Durante demasiado tiempo, las poluciones nocturnas y las erecciones mañaneras han sido patrimonio exclusivo de los hombres. Sin embargo, algunas investigaciones recientes nos hablan sobre los orgasmos nocturnos femeninos. Vamos, que ya no hay que estar despiertas para ponernos a gustito. ¡Toma ya!
Vivimos en un mundo loco en el que todo el rato estamos haciendo dos cosas a la vez. Consultamos el correo mientras cocinamos, atendemos llamadas mientras llevamos a los niños a natación, vemos una película mientras nos pintamos las uñas, whatsappeamos en el chat de amigas y consultamos las últimas novedades de Instagram… ¿se os ocurre algo mejor que unir también los dos mayores placeres humanos conocidos? ¿Dormir y tener un orgasmo al mismo tiempo? Challenge accepted!
Tenemos una cierta tendencia a engañar a nuestro cerebro. Lo hacemos continuamente, y parece que todavía no nos hemos enterado de que es más listo que nosotros. Así que, en esas épocas de sequía en que nos autoconvencemos de que estamos muy bien así, a secas, nuestro yo inconsciente nos dice que tararí que te vi y nos pone como motos sin importarle el pijama de franela o la ausencia de pareja.
El mecanismo del pene es algo que conocemos desde que tenemos uso de razón. Bueno, desde la adolescencia, para ser más exactos. Es algo así como: varón de quince años, permanentemente erecto, tocamiento (voluntario o no), eyaculación. Fin del asunto. Somos las mujeres las que nos complicamos. O las que recibimos una herencia complicada, para ser más justos. La masturbación femenina no tiene todavía, ni de lejos, la misma reputación que la masculina. Así que muchas mujeres, si no tienen pareja, se limitan a reprimir la necesidad natural de la liberación sexual. Y ahí es donde nuestro yo dormido dice que nanái. Vamos, que los (pocos) testimonios sobre orgasmos nocturnos nos dicen que es una reacción fisiológica natural a un período de sequía orgásmica.
Los investigadores parecen coincidir en que el desencadenante de los orgasmos nocturnos suele ser un sueño erótico, seamos o no conscientes de él por la mañana. Esto me tranquiliza bastante, porque sería una cosa demasiado bizarra acabar jadeando mientras sueño con, yo qué sé, Carmen de Mairena haciendo una colcha de patchwork en la playa (sí, yo sueño cosas así, ¿vosotros no?).
Como de todo lo realmente necesario (como por qué podemos poner un hombre en la Luna, pero no crear una impresora a la que no se le atasque el papel), faltan investigaciones más profundas sobre el tema. Y es que, claro, es algo tan inesperado que no es fácil de investigar en un laboratorio. Aunque si necesitan candidatos para dormir durante días y días a la espera de que llegue el orgasmo, señores investigadores, pueden encontrar mis datos ahí arriba.
Tampoco es algo que debamos forzar, chicas, que nos conocemos. Es precisamente nuestro cerebro el que pide a gritos soltarse la melena, así que no tiene mucho sentido esperar un orgasmo dormidas, cuando despiertas lo tenemos a un dedo de distancia. Eso sí, dicen que, durmiendo boca abajo, es más fácil que ocurra. Ahí lo dejo.
En cualquier caso, demos gracias por haber nacido en este siglo. Los orgasmos entre sueños (masculinos, claro, que las mujeres de eso no tenían) eran castigados en otros tiempos con un aro de metal con púas en el miembro. Si es que el ser humano ha tenido siempre una visión adorable del sexo, ¿verdad?
Ojo, la sexomnia no es patrimonio exclusivo de las noches durmiendo solas. Tengo una buena amiga que pasó hace unos años por una crisis de pareja de las gordas. Cuando aún no habían hecho partícipe a nadie de la más que probable separación, pasaron un fin de semana en casa de sus suegros y les tocó compartir cama por aquello de no destapar el pastel. Unos días después, al verla tan feliz y acaramelada con su pareja, le preguntamos cómo había surgido la reconciliación. Y ella, con una media sonrisa entre lo pícaro y lo cómplice, nos explicó que, en aquella noche compartida, se despertó de madrugada al borde del orgasmo con su marido encima de ella empujando. Parece que los dos recuperaron la consciencia completa de forma simultánea y, al darse cuenta de lo que estaban haciendo, les dio un poco la risa, se encogieron de hombros y se dijeron sin palabras un «ya que estamos…». Y es que la sexomnia hace a veces extraños, o conocidos, compañeros de cama.
En Trendencias | Del punto G al punto A: descubre tu mapa erótico y cómo conseguir un orgasmo de 10
Fotos | Silentmind8, Seniju y Stuart Conner (Flickr)
Ver todos los comentarios en https://www.trendencias.com
VER 1 Comentario