Más allá del sentimentalismo y la culpa, intervienen varios factores importantes que desatan este comportamiento
Lo hemos visto retratado en varias películas y series, pero nos parecía una mera exageración: el llorar después (y en ocasiones, antes) de tener sexo es una realidad que hombres y, sobre todo mujeres, viven como parte del ejercicio de su intimidad como pareja o con encuentros casuales fortuitos, sin embargo, más allá de la existencia de un sentimentalismo, en este tipo de situaciones interfiere algo más allá que un choque de pensamientos.
El llorar después de haber mantenido relaciones sexuales se le conoce como disforia postcoital, también conocida como depresión postcoital: una condición que se caracteriza por sentimientos negativos como tristeza, ansiedad, irritabilidad, vergüenza o vacío después de tener relaciones sexuales consensuadas.
Aunque no es común, la disforia postcoital puede afectar significativamente la vida sexual y emocional de las mujeres. Si bien el sexo debería ser una experiencia placentera y enriquecedora, para aquellas que experimentan esta condición, puede convertirse en una fuente de angustia y confusión, tanto para ellas, como para sus parejas.
¿Es una hormona la culpable?
Como en diversos padecimientos que se convierten en una barrera para el sano gozo de la vida sexual de las mujeres, muchas veces las hormonas o sustancias químicas del cerebro se ven involucradas, en este caso, La amígdala cerebral, también conocida como el "complejo amigdalino", es una estructura compleja del cerebro que juega un papel crucial en la respuesta al miedo, la agresión y las emociones negativas.
Diversas investigaciones han encontrado estrechos vínculos entre esta amígdala y la disforia postcoital, ya que, después de un encuentro sexual, esta hormona podría estar hiperactiva, lo que lleva a una respuesta emocional exagerada después del sexo, incluso cuando no hay una amenaza o detonante que justifique esta emoción.
Además, la disfunción de la amígdala podría dificultar que las mujeres con esta condición controlen sus emociones negativas después del sexo, lo que lleva a sentimientos de tristeza, ansiedad e irritabilidad, que se detonan cuando se reviven experiencias traumáticas que pueden provocar cambios en la estructura y función de la amígdala.
Si, la mente también tiene algo que ver
Como en muchos otros trastornos que impiden una práctica sana, responsable y placentera de las relaciones sexuales, las experiencias pasadas y traumas influyen mucho en el desarrollo de la disforia postcoital
En este sentido, el estrés crónico o la ansiedad generalizada pueden aumentar la susceptibilidad ante este padecimiento. En las mujeres que experimentan estrés o ansiedad, se puede tener una respuesta emocional negativa más intensa al sexo, lo que las lleva a experimentar sentimientos negativos después del acto a tal grado de arrepentirse incluso de haber tenido dicho encuentro sexual.
Experiencias traumáticas como un abuso sexual, violación o agresión física pueden aumentar el riesgo de la disforia: las mujeres que han experimentado traumas de este tipo pueden tener dificultades para procesar y regular sus emociones después del sexo, lo que lleva a sentimientos de tristeza o vergüenza detonados a partir de la reactivación de un recuerdo de una experiencia de este tipo.
Por si fuera poco, la autoestima y la falta de un estrecho vínculo con la pareja son factores importantes a tener en cuenta: la baja autoestima hace que las mujeres puedan sentirse inadecuadas o no merecedoras de amor, lo que puede llevar a sentimientos de desilusión o tristeza; mientras que los problemas en la relación de pareja, como la falta de comunicación, la infidelidad o la insatisfacción sexual pueden aumentar el riesgo de padecer esta condición, ya que pueden sentirse menos conectadas con su pareja durante el sexo, lo que lleva a sentimientos de vacío o tristeza después del acto.
¿Existe una cura?
Aunque es un padecimiento tratable, no existe una cura única para la disforia postcoital: si bien hay varios enfoques de tratamiento que pueden ayudar a aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida, el tratamiento específico dependerá de la causa subyacente de dicha condición y de las necesidades individuales de la mujer.
Una de las soluciones al manejo de este padecimiento es la Terapia cognitivo-conductual, que puede ayudar a las mujeres con disforia a identificar y modificar los pensamientos y patrones de comportamiento negativos que contribuyen a sus síntomas.
También la terapia psicodinámica puede ayudar a explorar las experiencias pasadas y los conflictos internos que podrían estar contribuyendo a la disforia: al comprender las raíces psicológicas de la condición, las mujeres pueden desarrollar mecanismos de afrontamiento más saludables.
Sabiendo que no existe una solución rápida o única para esta condición, con el tratamiento adecuado, la mayoría de las mujeres pueden superar la disforia y disfrutar de una vida sexual y emocional plena, esto gracias a un profesional calificado y a un ritmo de vida con un correcto manejo del estrés.
Foto de Yohann LIBOT en Unsplash
En Trendencias | Amigos con derechos: todo lo que debes hacer para que salga bien
En Trendencias | Sexo en las mujeres a partir de los 50: lo que hay que saber y nunca te atreviste a preguntar
En Trendencias | Las 27 canciones más sexys para marcarte una noche de pasión
Ver todos los comentarios en https://www.trendencias.com
VER 0 Comentario