De cara a la galería sois la pareja perfecta, todo va viento en popa y a toda vela: nunca os peleáis, en casa todo está organizado según una rutina bien asentada, salís juntos y quedáis con otros amigos, y os repartís el cuidado de los niños sin rechistar… Y sin embargo, tienes la impresión de que vuestra relación está en estado comatoso (aunque no quieras reconocerlo).
Ya lo hemos hablado en otras ocasiones: tener una relación de pareja exige tanto trabajo como el trabajo en sí, pero nadie nos ha educado emocionalmente para comprenderlo o para invertir tiempo en ello. La mayoría de nosotros conocemos a la persona ideal, nos enamoramos y terminamos viviendo juntos sin saber que el cuento de hadas no termina aquí.
Si nos despistamos un poco, cualquier relación puede empezar a agonizar. Pero no es tan evidente, sobre todo al principio, cuando las señales de alarma apenas se escuchan y no hay que apariencias que guardar porque ni siquiera nosotros nos hemos dado cuenta de que pasa algo fuera de lo normal.
Pero, ¡mucho cuidadín!, porque según el terapeuta matrimonial y autor del libro I Love You, but I´m not in Love with You (Te quiero, pero no estoy enamorado de ti), Andrew G. Marshall ignorar los comportamientos que nos perturban y enterrar los problemas para no verlos sólo nos puede conducir a la más terrorífica de las relaciones: la relación zombi.
Una relación en el que no estás usando ni el cerebro ni el corazón, y en el que tienes la impresión de que algo huele a podrido, pero no sabes muy bien por qué. Según este terapeuta es una relación más muerta que viva en la que nadie hace nada por intentar una reanimación.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de una relación zombi?
Con más de treinta años de experiencia tratando a parejas en el Reino Unido, Marshall ha detectado que muchas parejas ignoran los signos que van asociados a un problema en su relación y continúan como si nada pasara. En vez de afrontarlo y tratar de resolverlo. Algunos de los signos parecen evidentes, pero no es fácil verlos desde dentro. Según él cuando se refiere a una relación zombi está hablando de:
1.- Si en tu relación el sexo tiene menos actividad que el cerebro de un extra de La noche de los muertos vivientes. Es poco satisfactorio, mecánico e inusual.
2.- Si la tensión es evidente, como si vivieras en el mundo de 28 días… después, porque hay una discusión latente desde hace años (aunque ninguno de los dos estáis seguros de cuándo empezó y si se va a suceder algún día de verdad).
3.- Todo funciona automáticamente, como si hubieras puesto la velocidad crucero, pero no hay vida, no hay sentimientos, no hay emociones… Incluso cuando pasáis tiempo en familia no estáis pasando tiempo juntos.
4.- Cada vez tenéis menos cosas en común y os mordéis la lengua para que no sea evidente y no tengáis que discutir por cualquier tontería.
5.- Y preferís recibir la visita de uno de los miembros de la comunidad de REC. a que vuestra pareja vuelva a casa del trabajo.
6.- Tenéis fantasías con comenzar una nueva vida una vez que paguéis el piso/los niños crezcan/pase "algo".
7.- Tenéis problemas sin resolver del pasado, problemas que habéis intentado enterrar, pero están más vivos que los zombis de Guerra Mundial Z.
8.- Habéis concentrado todas las energías en cuidar a los niños, en ser los mejores padres, pero habéis descuidado vuestra relación.
9.- Lo que más os une son los problemas económicos.
¿Puede revivir una relación después de pasar por el estado zombi?
La buena noticia es que salvar a tu relación del estado zombi es mucho más fácil que salvar al mundo entero o sobrevivir a una ciudad infectada de caminantes en asqueroso estado de descomposición. Si te suenan algunos de estos síntomas y no quieres decir eso de Bienvenidos a Zombieland, según Andrew G. Marshall hay una serie de soluciones fáciles para no dejar morir tu relación:
1.- Pasar de vez en cuando un fin de semana sin más compañía que la vuestra.
2.- Intentar pasar más tiempo juntos (cenando, eligiendo qué ver por la noche, etc).
3.- Tocaos más, caricias, abrazos, etc.
4.- Enfrentaros a los pequeños problemas, mejor que ignorarlos, porque es el primer paso para atreverse con los más grandes.
5.- Hacer caso al otro cuando esté hablando. Sí, ignorando el móvil, la tablet o el final de ese capítulo tan interesantísimo que están echando por la tele.
6.- Interacciona: más sonrisas, más piropos, más “gracias” y “por favor”. Según Marshall se necesitan cinco interacciones positivas para conseguir olvidar un sarcasmo o un suspiro de exasperación.
7.- Es mejor que expliques claramente lo que quieres que esperar a que tu pareja lo adivine.
8.- Es mejor decir “no” o “quizás” y negociar una solución que os convenza a los dos que hacer algo a disgusto.
9.- Si los niños pequeños son un problema para vuestra vida sexual, nada como un candado en la puerta del dormitorio para asegurar que nadie os va a interrumpir.
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