Te quiere. No te quiere. Te quiere. No te quiere. Te quiere. No te quiere... contestar los whatsapps. Te quiere... obviar. No te quiere... tener entre sus contactos de Facebook. Te quiere... olvidar. No te quiere... seguir en Instagram. Te quiere... Fuera de su teléfono móvil. No te quiere.... definitivamente, no. Quiere no quererte y no quiere quererte. Fácil. Cruel.
Esto, aparte de mala suerte, se llama ghosting. Es un «Manolo, me voy a por tabaco» 2.0, un desamor online o fuera de cobertura, un coger las bragas a oscuras de debajo de la cama y salir de su casa de puntillas tras una noche loca, una excusa menos y una tontería más de la que hablar. El ghosting poco tiene que ver con fantasear con tu enamorado mientras haces manualidades de barro, con tocarse con algún fantasmilla de Tinder. Más bien tiene que ver con el amor que desaparece como el humo humeante ahumado de algún plato de Ferrán Adrià. De hecho, primero se acaba el amor y luego el fantasma de las relaciones se pasea por todas tus redes sociales y se lo lleva todo al País de Nunca Jamás (Ocurrió).
Cuando no hay amor, el ghosting aparece justo después de fantasear con algún fantasmilla.
¿Sabes la típica situación en la que piensas «seguro que ya no usa las redes sociales porque está desintoxicándose y por eso no me sale»? ¿O la de «igual no le ha llegado mi whatsapp. Voy a comprobarlo. OTRA VEZ»? ¿Y quizás eso de «Uy, ya no me sigue en Twitter. ¿Qué habrá podido pasar?». Movidas. Excusas. Porque sí, cualquier excusa suele ser ghosting o muerte, es decir, ghosting extremo.
Cada vez que alguien pone tierra, distancia y bloqueos de por medio en una relación suena de fondo aquella canción de «Hago ¡chas! y desaparezco de tu lado» pero en versión cover por aquello de los derechos. Pensamos que lo de poner fin al amor de esta manera es algo aislado y "de modernos" pero nada que ver, hacer el vacío online no es nuevo. Lo que es realmente nuevo es la normalidad que le empezamos a dar.
Antes quedabas en un sitio neutral con tu pareja y decías aquello de «tenemos que hablar» mientras sonaba algún tema de Los Pecos y con suerte, volvías a casa sin pareja. Ahora, mientras escuchas algo de Radiohead, eliminas cualquier rastro de tu ya-casi-ex-pareja con tal de no hablar "de lo vuestro".
Entre el amor y el odio solo hay un paso y se llama indiferencia. Habla ahora o calla para siempre. Adiós. Au revoir. Que te den. Block.
En Trendencias | ¿Ser novios sin agregarnos a Facebook? ¿Estamos locos?
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