Si hay algo que todas las relaciones de pareja tienen en común, y cualquier relación en general, es que en un momento u otro todas tienen conflictos. Sin embargo, la forma de resolverlos o lidiar con ellos no es igual para todo el mundo y, desde luego, no lo es para todas las parejas.
La realidad es que nuestra historia de vida, las relaciones que hayamos tenido anteriormente, otras parejas que hayamos tenido como ejemplo e, incluso, nuestra autoestima juegan un gran papel en cómo nos relacionamos con la persona con la que compartimos nuestra vida y en cómo resolvemos los conflictos que surgen.
Por desgracia, nadie nos da clases de comunicación con otros seres humanos a pesar de que la mayoría podríamos estar de acuerdo en que la comunicación es clave para una relación saludable. En cualquier pareja va a haber cosas que no nos gusten, aspectos en los que no estemos de acuerdo y malentendidos. También habrá detalles que nos gusten, gestos que nos hagan felices, aspectos de la otra persona que nos dejan sin aliento.
La forma en la que lo comunicamos con la otra persona es importante. En ocasiones por miedo, por vergüenza, por inseguridad o, simplemente, porque damos las cosas por sentadas, no hablamos con nuestra pareja tanto cómo deberíamos. Dejamos tanto las cosas que nos molestas como las que nos gustan para otro momento o damos por supuesto que la otra persona lo sabe, porque nosotros lo sabemos.
Pero cada uno de los miembros de la pareja es una persona diferente y hablar cada día, cada vez que algo ocurre, puede ser la clave para una relación saludable.
No esperes a tener La Conversación
A menudo, cuando tenemos problemas con nuestra pareja o hay cosas que nos molestan o no entendemos, solemos aguantar y las cosas se van acumulando. Cuando no podemos más puede surgir la conocida frase "tenemos que hablar". Tener una gran charla con todos los problemas acumulados y volver a callarte hasta la siguiente gran charla puede ser un gran problema. En una relación hablar con la otra persona es algo continuado, que no podrás evitar y las conversaciones deberían ser constantes para no tengan que serlo con C mayúscula.
La otra persona no puede leer tu mente
Por mucho que tu pareja te conozco, no tiene manera de saber lo que te está pasando por la cabeza. En ocasiones no pedimos lo que queremos, ni decimos lo que necesitamos o pensamos, porque damos por supuesto que la otra persona lo sabe. Suponemos que nuestra pareja piensa de la misma forma que nosotros, procesa la información de la misma manera y tiene los mismos puntos de vista.
Sin embargo, lo que para ti es claro como el agua no tiene por qué serlo para la otra persona. No todo el mundo interpreta las cosas de la misma manera, ni siente de la misma forma, ni demuestra amor igual. La única manera que tienes de asegurarte de que tu pareja sabe qué te pasa, cómo te sientes, si algo te ha dolido o te ha hecho feliz o lo que quieres, es decírselo.
Las cosas que no se dicen se enquistan
Uno de los problemas de acumular cosas que te molestan o que te han hecho sentir mal es que, cuando llega esa gran única charla hay demasiados temas que tocar y, además, las cosas pueden estar muy enquistadas. Esperar para hablar las cosas puede suponer que no las expreses tan bien como puedes hacer cuando están frescas.
Además, a la otra persona puede parecerle que llegas con una gran carga de reproches y puede terminar en un ida y vuelta de echaros cosas en cara. Hablar en el momento lo que ocurre - o al menos después de un tiempo prudente para calmaros si el problema ha sido grande - es atacar un tema a la vez, algo que los dos tendréis fresco y que no sonará como si guardáras rencor.
Di también las cosas buenas
Hablar de lo que ocurre a diario no consiste solo en decir las cosas que queremos y la otra persona no nos ha ofrecido (porque no tenía por qué saberlo), o de lo que nos ha molestado, sino también de las cosas que nos han hecho felices, de las cosas que la otra persona hace por nosotros y que nos gustan, de lo que apreciamos de nuestra pareja.
Porque, igual que en lo negativo, tu pareja no puede leer tu mente para las cosas buenas. Y decirle: "me gusta esto que has hecho por mí", "esto que acabas de hacer me hace sentir bien", "te agradezco mucho lo que acabas de decir" no solo hará que la otra persona se sienta bien y apreciada, sino que favorecerá que esas cosas sigan pasando y sabrá qué cosas necesitas y valoras.
Tu pareja es la persona con la que compartes tu vida: habla con ella
Una de las cosas que nos detienen a la hora de decirle a nuestra pareja, en el momento, las cosas que pensamos, que nos preocupan, que nos molestan, que nos hacen felices, etc., es la vergüenza y la inseguridad. Nos da miedo abrirnos con la otra persona. O decirle lo que necesitamos, lo que nos hace feliz o lo que no, y que la otra persona no nos lo dé, o que le parezca una tontería o, incluso, que inicie una discusión que no podemos parar.
La realidad es que tu pareja es, idealmente, la persona con la que quieres compartir tu vida. Y una vida en la que nunca estás cómodo del todo o contento del todo, porque no eres capaz de hablar con tu pareja y decirle las cosas claramente puede no ser una vida completa. Si no puedes confiar en tu pareja para decirle lo que sientes y que eso no afecte a vuestra relación, es posible que haya trabajo que hacer en ella.
A veces el miedo viene de que, aunque hablemos, las cosas no se arreglen o que no seáis capaces de ver las cosas desde el punto de vista del otro. Resulta más tentador no decir nada y no tener que enfrentarte a la posibilidad de que ni abriéndote os podáis dar lo que necesitáis. La realidad es que si eso es así, lo va a ser hables sobre ello o no, y la única manera de saberlo es haciéndolo.
Imágenes | Friends, This is us, Cómo conocí a vuestra madre