Entre las numerosas etiquetas sexuales y tipos de orientación sexual que existen, puede que hayáis oído hablar de la heteroflexibilidad. Es un término que hace referencia a heterosexuales que tienen un interés sexual esporádico por personas de su mismo sexo pero no llegan a considerarse bisexuales. También se conoce como bicuriosidad y, como indica la propia palabra, se refiere a la curiosidad por tener otras experiencias eróticas (homosexuales en este caso). Cuando esto sucede en personas homosexuales, es decir, que tienen un interés esporádico por personas del sexo opuesto, el término usado es homoflexibilidad.
Nombres aparte, todo esto es una muestra de que las orientaciones sexuales no son blancas o negras, sino que se mueven en una gama de grises.
Escala Kinsey
Alfred Kinsey, sexólogo norteamericano y pionero en los estudios sobre orientación sexual, entrevistó a más de 20.000 hombres y mujeres para describir el comportamiento sexual humano. En 1948 y 1953 publicó los resultados obtenidos en dos libros (uno sobre el comportamiento sexual del hombre y otro, sobre la mujer). Entre otros muchos datos, reportó que el 46% de los hombres y el 28% de las mujeres habían participado en alguna conducta con personas de su mismo sexo.
A partir de sus estudios elaboró la que es, posiblemente, su aportación más conocida: la escala Kinsey, que clasificaba la población en 7 niveles. El 0 era la heterosexualidad al 100% y el 6 la homosexualidad al 100%. Los cinco niveles restantes correspondían a tendencias bisexuales en diferente grado. Con esto, el sexólogo norteamericano quiso plasmar que las categorías dicotómicas heterosexual/homosexual eran insuficientes para describir la diversidad en la conducta sexual humana.
Los estudios de Kinsey fueron criticados por la poca representatividad de la muestra escogida, pero sus resultados pusieron sobre la mesa – ¡en 1948! - el debate sobre si el mundo es sexualmente binario.
En la actualidad
Heteroflexible, homoflexible, bicurioso… son la traducción a lenguaje actual de esa escala de grises que definió Kinsey. Según el estudio de 2016 “Invisible Majority: The Disparities Facing Bisexual People and How To Remedy Them” un 29% de personas entre 18 y 29 años no son completamente homo o heterosexuales. El porcentaje va disminuyendo a medida que aumenta la edad: un 24% entre 30 y 44 años, un 8% entre 45 y 64 años y un 7% entre las personas de más de 65 años.
Bisexualidad y otras etiquetas
Llegados a este punto, alguien puede estar pensando: "heteroflexibilidad, homoflexibilidad... ¿por qué no se le llama bisexualidad y listos?"
Un informe sobre la bisexualidad publicado por The Open University, refleja los datos de una encuesta según la cual un 6% de los participantes se incluía dentro del colectivo LGB (lesbianas, gays, bisexuales) pero más del doble de esa cifra (13%) habían tenido algún tipo de contacto sexual con alguien del "mismo sexo". A pesar de esto, no se consideraban bisexuales.
Esta aparente incongruencia puede ser debida a varios factores. Por un lado, la bisexualidad se entiende como la orientación hacia personas del mismo sexo y del contrario indistintamente y en las otras etiquetas, la atracción no es equivalente sino que hay una más fuerte y otra que se manifiesta de manera más leve, por el deseo de probar. Aunque realmente deberíamos considerar la bisexualidad no solo como una atracción al 50%, sino como una orientación que incluye un amplio espectro de posibilidades.
Por otro lado, la orientación sexual puede definirse según la afectividad. Es decir, con quién se tienen relaciones amorosas. Si es con hombres y mujeres sería bisexualidad. Si lo que se tiene es simplemente curiosidad erótica se podría hablar de heteroflexibilidad u homoflexibilidad.
Otro factor a tener en cuenta es que la bisexualidad es una orientación incomprendida, con bastantes prejuicios e, incluso, criticada. Estas actitudes negativas dirigidas a las personas bisexuales se conocen como bifobia. El informe sobre bisexualidad de The Open University detalla que las formas más comunes de bifobia incluyen la negación de la bisexualidad (cuando se dice aquello de que es solo una fase, que ya se decidirán), la invisibilidad (cuando se asume que la persona es homosexual o heterosexual según su pareja actual) o los estereotipos negativos (cuando se les tacha de promiscuos porque les va todo).
Diversidad sexual
Todas estas etiquetas vienen a reflejar que la sexualidad humana tiene muchos matices y que no cabe toda la diversidad en dos grupos estancos. Hay personas que se sienten cómodas en algún punto a medio camino entre la heterosexualidad y la homosexualidad. Por ejemplo, Michael Stipe, el que fuera líder y vocalista de la banda de música REM, afirmó en una entrevista que desde que el mundo no es sexualmente binario se sentía más a gusto. En otra entrevista declaró que se consideraba un 80% gay y un 20% heterosexual.