¿Playa o montaña? ¿Campo o ciudad? Sea donde sea lo que esperamos al viajar con nuestra pareja es pasar unos días relajados, quizá románticos, un poco (bastante) picantes y a poder ser libres de discusiones. Pero las vacaciones no están exentas de peligros: te contamos algunas de las situaciones de estrés más comunes para la pareja y cómo sortearlas para tener unas vacaciones en las que construir en vez de destruir.
Querida familia
El peligro. Economía, infraestructura, presión… Hay muchos motivos por los que al final podemos acabar pasando las vacaciones (o parte de ellas) con la familia.
¡Ay, la familia! La queremos, la adoramos, qué majos son… Eso sí, en pequeñas dosis, porque lo poco gusta y lo mucho cansa, como la canela. Y si con lo que nos encontramos es con las dos familias juntas, en el espacio-tiempo, en el mismo apartamento de la playa, la cosa se complica exponencialmente.
Ojo, hay quien se lleva fenomenal y pasa encantado sus días compartiendo terraza con los suegros, pero en general la convivencia con la familia (directa o política) en época de vacaciones puede ser un estresante para la pareja: quién determina los planes, qué se pone en la tele, qué comemos y cuándo, costumbres, manías personales, hábitos familiares…
Además, el miembro de la pareja que sea familiar directo de los demás pasará a tener una posición “visagra”, bastante incómoda y complicada: un puente entre su familia y su pareja.
¿Cómo evitar el conflicto? Recuerda que tu pareja te quiere, pero probablemente también quiera a su familia, de manera que obligarle a posicionarse (salvo temas flagrantes o situaciones particulares) es una faena.
Si tenemos claro que vamos a pasar unos días en familia lo mejor es tener muy definidos algunos puntos antes de salir de casa:
Cuánto tiempo vamos a estar juntos
Qué esperamos del otro durante esos días
Si conocemos a la familia y hemos pasado tiempo con ella podremos predecir más o menos cuáles van a ser los puntos de fricción
Cómo vamos a actuar cuando haya un desacuerdo o conflicto con la familia. ¿Lo mejor? Conversar en privado aquellos puntos que nos hayan molestado, evitando hacer partícipe (y por tanto hacer sentir incómoda) a la familia. Somos una pareja, una unidad, y como tal debemos llegar a acuerdos.
Distribución de las tareas:
Estamos de vacaciones. Por fin. Descanso, desconectar de la rutina, relax, pero… comer hay que comer todos los días, la ropa no se lava sola y la escoba no barre por su cuenta. Salvo que estemos en un hotel con un “todo incluido” completísimo, hay tareas que os va a tocar hacer.
Como con otros de los “peligros” de los que he hablado, aquí lo mejor para evitar conflictos es negociar y pactar de antemano quién va a hacer cada cosa. Evitamos con ello sobrecargas, enfados…
Lo económico:
Puede que para ti sea evidente, lógico, esperable y bonito ir a medias en todo, o poner un fondo común, o que lo pague todo tu pareja (porque quiere)… Sea como sea si no lo dejáis definido y cerrado desde el principio éste sin duda se va a convertir en un motivo de discusión, está más claro que las aguas del Caribe en las que os vais a bañar.
Clave: al planificar las vacaciones debemos consensuar todo lo relativo al gasto. Por ejemplo:
¿Cuál es el presupuesto?
¿Quién se hace cargo? Hay parejas que comparten gastos, pero otras llevan su propio modelo económico: uno aporta X y el otro Y, los dos van a medias… Pero si no tienes tanta disponibilidad económica como el otro debes dejarlo claro, porque si no te sentirás mal a cada gasto y terminará generando un conflicto.
¿En qué lo vamos a distribuir? Cada uno tiene sus prioridades, sus ideas, sus ilusiones… y por tanto una idea de en qué tiene más sentido invertir el dinero. No quereos echarnos en cara después que “nos podíamos haber ahorrado las clases de buceo, porque tampoco molaron tanto” cuando para el otro eran la ilusión del viaje.
¿Podemos “columpiarnos un poco” y darnos algún capricho?
Las expectativas
De todos los puntos, este es sin duda el más importante y el que más debemos trabajar para evitar pasar de vivir unas “Vacaciones en el mar” a experimentar la tragedia del “Titanic”.
Uno de los errores más frecuentes en pareja a la hora de irse de vacaciones es, precisamente, tener unas expectativas demasiado altas… y además no expresarlas.
Tu pareja no tiene por qué saber qué es lo que soñabas para estos días, y exigírselo es de lo más injusto: la única manera de que lo sepa es que lo digas.
No nos volvamos locos y demos por hecho que la calabaza va a acabar convirtiéndose en una limusina. Nos vamos de vacaciones, es estupendo, pero unos días lejos de casa y del trabajo no garantizan aventura, emoción loca y pasión desenfrenada. Si vuestro plan habitualmente es meter una pizza en el horno y poner un capítulo de Juego de Tronos no tiene mucho sentido esperar que por arte de magia vacacional se os ocurran mil cosas y entréis en modo James Bond playero.
Ajusta tus expectativas y hazlas realistas: sois vosotros, con vuestras características, y podéis hacer cosas estupendas y pasarlo genial… sin necesidad de que vuestras vacaciones parezcan de postal.
Juntos, sí, pero... ¿todo el tiempo?
Las vacaciones son una época perfecta para poder pasar ese tiempo en pareja que con la rutina y el bucle del día a día no podemos tener. Pero no debemos olvidar que nosotros, como individuos, también estamos cansados de toda la temporada de trabajo y necesitamos recargar pilas a nivel personal.
Querer estar juntos es estupendo, pero querer estar juntos todo el tiempo es una demanda que no os hará bien a ninguno de los dos: necesitamos ratitos a solas, no es malo, no es quererse menos, al contrario, es de lo más sano para la pareja.
Intenta en estos días sacar ratos para ti, para hacer eso que te gusta, que te relaja, que te encanta… La autoestima se alimenta, entre otras cosas, de lo que hacemos, del feedback y los mimos que nos damos, así que aprovecha estos días para quererte un poco. Además, seguro que hay cosas que os gustan a cada uno por separado y que no compartís, ¿verdad? Eso es estupendo, sois dos individuos diferentes y todo lo que sea estar bien a nivel personal enriquecerá a la pareja.
Crema solar, bikini o botas de montaña, ropa interior especial, lubricantes, aceites de masaje, libros… En la maleta para nuestras vacaciones caben muchas cosas, pero tampoco hay sitio para todo: dejemos las discusiones y las peleas en pareja fuera, ¡y a disfrutar!
Fotos: Pixabay.com, Hotel Cheval Blanc (Francia).
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