Es San Valentín, pero en muchas partes del mundo se está celebrando lo opuesto a esta dulcificación del amor. Si ayer contamos que en Canadá se han inventado el día de los despechados alimentando a un búho con una rata con el nombre de tu ex, hoy vamos a amplificar el marco, porque el anti San Valentín está en auge.
El negocio del despecho. Como decimos, un creciente número de personas ha encontrado en esta fecha una oportunidad para canalizar su despecho y frustración de maneras creativas. Desde reuniones entre amigos hasta rituales de venganza simbólica, el mercado anti-San Valentín ha ganado popularidad en los últimos años, ofreciendo experiencias catárticas y, en muchos casos, humorísticas.
Uno de los eventos más notorios es el "Cry Me a Cockroach" del Zoológico de San Antonio, Texas, donde los participantes pueden nombrar una cucaracha, rata o vegetal en honor a su ex y ver cómo es devorado por un animal del zoológico. Desde su lanzamiento en 2020, el evento ha generado aproximadamente 250.000 dólares en donaciones, y su impacto sigue creciendo, convirtiéndose en un fenómeno viral año tras año. Según Cyle Perez, portavoz del zoológico, la clave del éxito ha sido la posibilidad de permitir la participación de personas de todo el mundo, transformando la tristeza en una experiencia colectiva de humor y alivio.
Castrar en nombre de tu ex. Siguiendo esta misma línea, diversos refugios de animales en Estados Unidos y Canadá han implementado campañas similares. Un ejemplo es el Feline Rescue Center de Baltimore, que ofrece el evento "Neuter Your Ex", en el que las personas pueden bautizar un animal con el nombre de su ex antes de ser esterilizado.
Estas iniciativas, además de permitir esa catarsis simbólica, sirven como estrategias de recaudación de fondos para organizaciones de rescate y bienestar animal.
Espacios para la ira. El mercado de la venganza simbólica no se limita a los zoológicos y refugios, sino que también ha encontrado un nicho en los "rage rooms" o salas de ira, espacios diseñados para permitir la destrucción controlada como forma de terapia emocional.
Un ejemplo es Unleashed Rage Room, en la ciudad de LapuLapu, Filipinas, que ofrece un paquete especial de San Valentín para quienes necesiten liberar su enfado rompiendo objetos. Los participantes pueden escoger la música que desean mientras destruyen artículos como platos, vasos y muebles. La empresa ha lanzado un concurso para que los corazones rotos compartan sus historias de desamor, seleccionando a tres ganadores que recibirán sesiones gratuitas en la sala de ira.
Hay más. En Missouri, el Euphoria Rage & Paint Room ha creado su propia versión del desquite amoroso. Su evento especial permite a los participantes traer una foto de su ex, que se pega a un maniquí llamado "Hit the Dummy" para molerlo a golpes, lanzarlo y pisotearlo sin restricción. La alta demanda ha hecho que las reservas para el evento de San Valentín estén casi agotadas.
El impacto del desahogo colectivo. Más allá de la comedia y la recaudación de fondos, psicólogos y terapeutas han señalado que este tipo de eventos tienen un impacto positivo en la salud emocional de quienes han experimentado una ruptura amorosa. Según Lexi Joondeph-Breidbart, trabajadora social en Nueva York y fundadora del grupo de apoyo Lonely Hearts Club, estas actividades ofrecen una forma ligera de enfrentar el dolor emocional. En su experiencia, la posibilidad de reírse de una experiencia difícil y compartirla con otros ayuda a aliviar el sufrimiento de una manera sana.
Su grupo ofrece sesiones por 35 dólares por encuentro o 280 dólares por un programa de ocho semanas, y ha observado cómo el apoyo colectivo facilita la recuperación emocional. Además del aspecto emocional, estos eventos brindan una sensación de comunidad y pertenencia, permitiendo que los participantes vean que no están solos en su experiencia de desamor.
Visto lo visto, la combinación de humor, catarsis y socialización ha convertido el mercado anti-San Valentín en una tendencia en crecimiento.
Imagen | Danny Kim
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