Si te pedimos que pienses en sexo, en buen y satisfactorio sexo, es muy posible que en tu cabeza se proyecte una escena de cama con penetración. El modelo sexual actual tiene como estrella al coito, pero hay otras muchas vías de disfrutar de nuestra sexualidad sin que tenga que haber penetración. Aquí van unas cuantas ideas.
Sexo... ¿sin penetración?
Para muchos el sexo sin penetración es algo circunscrito a la adolescencia, a esa etapa en la que “es que no se puede hacer otra cosa”, y por tanto se percibe como algo no deseable, con poco “prestigio”.
Para otros, todo lo que no sea coito no es sexo “de verdad”, de manera que infravaloran cualquier actividad sexual que no sea esto.
Así, gracias al modelo sexual imperante, entre otras cosas, la penetración se ha hecho la reina de la sexualidad, y lo demás (que es mucho) ha pasado a segundo plano.
Pero no, en realidad no es algo secundario, un estadio de inmadurez sexual ni un “entretenimiento previo”. Es placer, y el placer siempre, siempre, es bienvenido.
Ideas para tener un sexo muy placentero sin penetración
Ya sea porque quieres ampliar y mejorar tu vida sexual, porque estás con la regla y el sexo con penetración no te va en esos momentos del mes... Puede ser que tengas alguna molestia o patología y que el sexo con coito no sea recomendable, o directamente que te apetezca no hacerlo, y punto.
Sea por lo que sea, el sexo es más que coito, y disfrutarlo en todo su esplendor merece la pena.
1. Frotarse
¿Que hace frío? No hace falta ni que os quitéis la ropa para disfrutar a tope.
El roce de la vulva, especialmente del clítoris, con otra superficie (en este caso tu pareja sexual), puede llevarte al orgasmo.
¿Ideas?
- Sentada a horcajadas (amazona) sobre tu pareja, de manera que con tu vulva roces también sus genitales.
- Con una de sus piernas entre las tuyas (y una de las tuyas entre las suyas), de manera que con los muslos frotéis los genitales del otro.
- Tu pareja tumbada boca arriba, con las piernas flexionadas, y tú sentada encima, dándole la espalda, con una de sus piernas entre las tuyas. En esta postura tienes totalmente el control de la fricción, velocidad... así que el placer está asegurado.
El el caso de los chicos, una buena sesión de “frotamiento” también puede llevar al orgasmo, siempre que tengan cuidado de no hacerse daño en el pene (ojo con la presión, con los movimientos bruscos de rodilla...).
2. Masturbación mutua
Que no haya coito no significa que no juguemos con los genitales, se trata de que nos olvidemos un poco del “pene en vagina” porque al final es lo que acabamos haciendo y la rutina nos devora.
Llevar al otro al top de su placer sin recurrir a la penetración puede ser de lo más excitante: piensa en la sensación de poder erótico al tener al otro en tus manos, literalmente.
Tocaos, dejaos llevar... no hay que parar si no se quiere, no es un juego previo: vais a disfrutar hasta el final el uno del otro, de vuestras manos, de vuestros movimientos.
Si os animáis y os sentís cómodos, también podéis probar a masturbaros delante del otro, es decir, cada uno se toca solo a sí mismo mientras el otro le observa. Puede ser los dos a la vez o por turnos.
Masturbarse delante de la pareja es algo realmente íntimo que puede proporcionaros, si es que os gusta, grandes dosis de excitación.
Además, esas “imágenes mentales” de tu pareja tocándose para ti, las puedes almacenar directamente en tu disco duro mental en la carpeta “material hot” y recurrir a ellas siempre que quieras. ¡Porno mental!
3. Bésame... mucho
¿Sabías que puedes llegar al orgasmo a través de una buena sesión de besos en la boca? Pues sí, para empezar porque los labios cuentan con un montón de terminaciones nerviosas que hacen que su estimulación sea de lo más placentera.
Helen Fisher, conocida antropóloga, señala que besar estimula una de las partes primarias del cerebro relacionada con el deseo sexual y el apego a largo plazo con una pareja.
Se estima que una sesión de 15 minutos de besos intensos en la boca reduce los niveles de cortisona, la hormona del estrés, lo que te deja nueva y estupenda para disfrutar de lo que venga.
Y oye, si de la boca quieres pasar a besar otras zonas... seguro que también sientes placer, mucho placer.
4. Masaje... sin final feliz
Cuando tenemos en mente la penetración como finalidad última de nuestras relaciones sexuales, pasamos por alto acciones y partes del cuerpo que no solo son maravillosas, sino que nos pueden proporcionar grandes dosis de placer.
Una sesión pactada de masaje, juntos y desnudos, con el acuerdo de no coito, puede ser la vía perfecta no solo para (re)descubrir el cuerpo del otro, sino también para abandonarnos al placer del tacto.
Y precisamente abandonarse es algo que necesitamos para excitarnos, para desear, para el placer: si nuestra cabeza se va a la lista de lo que tenemos pendiente por hacer, al proyecto pendiente o al michelín que quizá se nos note, no está en lo erótico, que es donde tiene que estar.
Los masajes no exigentes, es decir, los que se dan y se reciben por puro placer, sin el objetivo de acabar con coito, son paradógicamente muy excitantes, suelen llevar a bastante placer y acabar en orgasmo.
Así que ya sabéis: aceites de masaje (que sean con base al agua si luego vais a masturbaros introduciendo los dedos), velas, música... lo que os apetezca y os ponga, pero sin coito.
5. Juguetes sexuales
En el mercado hay infinidad de juguetes sexuales con los que disfrutar de una velada sexual de lo más placentera sin que la penetración (pene-vagina) sea la estrella de la fiesta.
Vibradores, dildos, plugs anales, anillos vibradores... Pídele a tu pareja que juegue contigo y/o juega tú con ella, ¡hay muchas posibilidades!
Si no los habéis usado nunca puede que os de cierto reparo, pero con una buena comunicación y ganas de disfrutar eso dura poco.
Podéis empezar por contaros el uno al otro qué os apetecería probar, qué os da curiosidad. Id juntos a comprarlo (esto ya puede ser parte del juego erótico), y camino a casa, id pensando y charlando sobre cómo lo vais a estrenar. Planazo, ¿no?
Sí, la penetración es estupenda, da gustito y nos encanta, pero si nos ofuscamos con que es lo único, lo verdadero, estamos perdiéndonos un montón de placer y corriendo el riesgo de caer en la letal rutina. Tu cuerpo es una fuente infinita de placer, ¡juega con él!
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