Puede que tú o tu pareja estéis siendo pasivo-agresivos en vuestra relación, y eso puede acabar con ella

Tu pareja acabó el rollo de papel higiénico y no lo repuso. Y eso te molesta, mucho. Pero en lugar de decírselo y pedirle que cuando se acabe coloque uno nuevo, lo que haces es dejar el cartón del rollo sobre su cepillo de dientes. Bravo, porque tu pareja en lugar de captar lo que tú querías transmitir, lo que hace es, lógicamente, sentirse profundamente molesto. El estilo de comunicación pasivo-agresivo puede poseerte y acabar con tu relación, pero no te pasa solo a ti: te contamos cómo detectarlo y qué puedes hacer para salir del lado oscuro.

Pasivo-agresivo vs asertivo: mucho mejor el segundo, claro

Existen varias formas en las que los seres humanos interaccionamos y nos comunicamos con otros, y no todas son estupendas, la verdad: pasivo, agresivo, pasivo-agresivo y asertivo. Te los explico con un ejemplo sencillo: estás en un restaurante y cuando vas a comer observas que tu tenedor está sucio.

  • La persona pasiva cogerá el tenedor sin decir nada, lo meterá bajo el mantel, discretamente, y lo limpiará con la servilleta. ¿Ha conseguido su objetivo de tener un tenedor limpio? No, tiene uno con el que le va a dar asquito comer, pero por no molestar...
  • La persona agresiva cogerá el tenedor y lo alzará, al tiempo que llama, a un volumen considerable, al camarero para dejarle claro que eso es intolerable y que le traiga, a la velocidad del rayo, además, un tenedor limpio. Es posible que también le diga que vaya mierda de restaurante y que no piensa volver. ¿Ha conseguido un tenedor limpio? Sí, pero también que todo el mundo a su alrededor esté total y absolutamente incómodo.
  • La persona pasivo-agresiva señalará en la conversación que su tenedor no está limpio, pero rechazará pedir uno nuevo al camarero porque, total, con lo que está tardando en traer todas las cosas así no le va a dar tiempo a comer. A cada bocado suspirará o hará un comentario mordaz sobre el tenedor, tipo “Qué rico está el filete... con la guarnición que traía el tenedor”. Tras la comida seguirá con sus quejas e incluso dejará de hablarle a su pareja porque no le ha pedido un tenedor limpio al camarero “como habría hecho cualquiera”. ¿Ha logrado su objetivo? No, ni tiene tenedor limpio ni en su entorno lo han pedido por él/ella (que en el fondo es lo que quería, no tener que confrontar con el camarero), ahora está enfadado y su pareja también está incómoda. Todo estupendo.
  • La persona asertiva coge el tenedor, llama al camarero con tranquilidad y le comenta que está un poco sucio, que si puede, por favor, traerle uno limpio. El camarero se disculpa y le trae uno. Come tranquilo y todos a su alrededor también. Es una velada estupenda. ¿Ha logrado su objetivo? Sí.

Evidentemente, como has podido comprobar, el estilo de interacción que hace que obtengamos lo que queremos y necesitamos, sin un coste elevado y sin usar la coacción o el “mal” para ello, es el asertivo.

Pero no siempre logramos serlo, sobre todo en pareja, y entramos en un modo de competición (tú haces, yo hago) y de reproches que lejos de hacer mejorar la situación, pueden acabar con nuestra relación.

¿Tú o tu pareja estáis siendo pasivo-agresivos?

Si quieres que tu pareja sea más ordenada, quitar tus cosas de la cama antes de acostarte y dejar todas las suyas en su lado, y alguna más en el suelo alrededor de la cama, no es la mejor estrategia. Ponte en el lugar del otro: ¿te gustaría tener a tu pareja a tu lado respirando fuerte o refunfuñando mientras ves una serie que a priori dijo que “no le importaba ver si era lo que tú querías”? No, claro que no.

La persona pasivo-agresiva actúa así porque quiere algo, porque tiene un objetivo: atención, que su pareja, como decía al inicio del artículo, haga o diga algo, que le demuestre afecto (y según sus criterios, no los de la otra persona, porque esos no valen, no son “los de verdad”).

Pero el estilo pasivo-agresivo a pesar de que pueda parecer que le acerca a ese objetivo, la realidad es que lo que hace es alejarle de él, porque genera malestar y rechazo en la otra persona. Es percibido (porque en realidad es lo que es) una forma de manipulación, y eso no gusta a nadie.

Cuando alguien con este estilo de interacción se enfada lo demuestra, pero no de un modo directo, no lo expresa abiertamente, sino que utiliza vías que no son obvias y patentes para los demás, con lo cual no siempre obtiene respuesta... y más se enfada y aparece resentimiento.

Si le preguntas qué le sucede, dirá que “nada”, pero acto seguido suspirará o se irá refunfuñando, o “misteriosamente” se romperá algo, o se hará daño con algo y llorará y encima te hará sentir culpable... pero no te lo dirá.

Las personas con un estilo pasivo-agresivo se caracterizan por no ser directos, por no expresar lo que necesitan, sino que van acumulando enfado porque los demás deberían saber qué hay que hacer o qué quieren, y entonces emprenden estrategias “malignas” que ni logran sus objetivos ni hacen sentir bien a nadie.

Otra forma de ser pasivo-agresivo clásica en las relaciones de pareja es cuando queremos que nuestra pareja haga algo (que para nosotros es obvio) y cuando vemos que no lo está haciendo, en lugar de pedirlo, en lugar de comentarlo, lo que esperamos es a que pase el tiempo, nos mostramos enfadados, podemos incluso dejar de hablarle... y unos días después, en una discusión por otra cosa, se lo echamos en cara.

Pero de verdad, esto es un desastre, no sirve para nada... bueno, ¿lo ves claro, verdad?

Ser asertiva y directa es la mejor estrategia para lograr tus objetivos/necesidades

Si quieres algo, si necesitas algo, la mejor estrategia es -sí, lo has adivinado- pedirlo, expresarlo abiertamente.

Puede que estés enfadado o frustrado, que pienses que es más que evidente que tu pareja debería saber qué es lo que necesitas o lo que hay que hacer... pero hay algo que tienes que tener en cuenta: tu pareja es un ser humano diferente a ti, uno con sus ideas y prioridades propias, uno que te quiere... pero a su manera, no a la tuya, uno que, además, no tiene poderes de adivinación mental.

Tendemos a pensar que si nuestra pareja de verdad nos ama deberá saber lo que necesitamos en cada momento, que hará lo que queremos como lo queremos. Pero no es así... y eso, además de enfadarnos y frustrarnos en el momento, nos llevará a tener problemas de pareja, lo veo en consulta a menudo.

Afrontar las cosas abiertamente no siempre es fácil porque implica, primero, aceptar que este modelo en el que las parejas no son adivinas y mágicas y solícitas al 100% como esperamos, como nos ha dicho el cine y la literatura, y como parte del modelo social actual nos vende, y eso cuesta.

Y por otra parte, el afrontamiento, la confrontación, pedir, expresar malestar, es algo un tanto incómodo para muchas personas, bien porque creen que molestan al otro, o porque creen que es obvio...

Pero si lo piensas, expresar las cosas directamente tiene un coste infinitamente menor que andar con subterfugios, con estrategias secretas y sutiles... y también es infinitamente más útil y sano.

Habla, pide, expresa, con tranquilidad, sabiendo que es tu derecho hacerlo, pero no seas sarcástico, no te vengues, no lo guardes y lo utilices como un arma arrojadiza meses después. ¿Quieres a tu pareja? Pues entonces vamos a hacerlo bien, vamos a hacerlo de la manera más saludable posible.

Foto | Pixabay.com

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