Qué es el dogging: la práctica de encuentros sexuales con desconocidos y porqué la comunidad LGBT+ usa un término diferente

Aunque puedan referirse a lo mismo, lo cierto es que los términos aplican a dos prácticas con diferentes comportamientos

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Dentro del estudio de la sexualidad humana, las prácticas sexuales en público representan fenómenos complejos que combinan deseo, exhibicionismo y dinámicas sociales particulares.

Aunque al principio puedan parecer tener el mismo objetivo, el 'dogging' y el 'cruising' comparten ciertos elementos, aunque estas prácticas tienen orígenes, objetivos y características muy distintas, lo cierto es que tienen en común un factor muy importante: la búsqueda de un encuentro sexual entre desconocidos.

El dogging se define como la práctica de realizar actos sexuales en lugares públicos, especialmente al aire libre, como parques, estacionamientos o zonas rurales. Lo que distingue al dogging no sólo es el hecho de que es practicado entre personas de distinto sexo, sino también su carácter exhibicionista, ya que los participantes suelen ser observados por terceros, quienes también pueden involucrarse de forma activa.

Esta práctica, originada en el Reino Unido durante las décadas de 1970 y 1980, debe su nombre al término contraído "dog walking" (pasear al perro), ya que los practicantes frecuentemente utilizaban esta excusa para justificar su presencia en lugares apartados.

El dogging combina exhibicionismo y voyeurismo, siendo estos elementos esenciales para sus participantes. La interacción con espectadores y el carácter espontáneo de los encuentros refuerzan el atractivo de esta práctica para quienes buscan experiencias sexuales fuera de los límites tradicionales, ya que también refleja un rechazo a las normas convencionales que regulan la intimidad a la hora de tener encuentros sexuales.

¿Qué lo diferencia del cruising?

El cruising, por su parte, se refiere a la búsqueda de encuentros sexuales anónimos en espacios públicos entre personas de la comunidad LGBTQ+, en particular con hombres que tienen sexo con hombres. El nombre deriva del verbo en inglés "to cruise" (navegar), que refleja el carácter exploratorio de esta práctica, en la que los participantes deambulan por ciertas ubicaciones conocidas buscando establecer conexiones sexuales rápidas.

El cruising se caracteriza por el uso de códigos implícitos y señales no verbales que facilitan la comunicación entre las partes interesadas. A diferencia del dogging, el cruising no depende del exhibicionismo o el voyeurismo. En cambio, su enfoque está en la discreción y en la posibilidad de encuentros casuales inmediatos.

Diferencias entre Dogging y Cruising

Aunque ambas prácticas comparten el espacio público como escenario principal, difieren significativamente en sus objetivos, dinámicas y el contexto sociocultural que las rodea.

Cruising Al Pacino
  • El dogging combina elementos de exhibicionismo y voyeurismo, de ahí que las personas que lo practiquen busquen encuentros en espacios públicos, mientras que el cruising busca encuentros sexuales privados y rápidos.
  • El dogging es más inclusivo en cuanto a la orientación sexual de sus participantes, mientras que el cruising está históricamente ligado a la comunidad LGBTQ+.
  • En el dogging, los encuentros pueden involucrar a múltiples personas, ya sea como observadores o participantes. El cruising, en cambio, tiende a centrarse en encuentros entre dos individuos.
  • El dogging a menudo implica cierta organización previa, con lugares específicos conocidos por la comunidad practicante. Por otro lado, el cruising es más improvisado y depende de la exploración del entorno.

Ambas prácticas desafían las normas tradicionales sobre la sexualidad y el uso del espacio público, lo que ha generado debates éticos y legales en torno a su realización. La actividad sexual en espacios públicos está regulada en muchos países, y quienes participan en dogging o cruising deben ser conscientes de los riesgos legales, así como de la necesidad de actuar con consentimiento y respeto hacia terceros.

Desde una perspectiva académica, estas prácticas ofrecen un campo de estudio rico para analizar cómo las personas negocian su sexualidad en contextos no convencionales.

También ilustran cómo el deseo, el anonimato y el espacio público pueden entrelazarse en formas que desafían las nociones tradicionales de intimidad y privacidad.

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