Después de la Navidad, puede que sea San Valentín la fiesta que más sentimientos contradictorios provoca: desde urticaria, pasando por odio extremo, obsesión o dejadez a amor apasionado y desenfreno de todos los tipos.
Y por supuesto, hay tantas formas de tomárselo como personas en este universo. Y nosotros hemos identificado unas cuantas tipologías.
Los Negacionistas
Son los que pasan de San Valentín, lo evitan como pueden o, directamente, niegan su existencia sin necesidad de que cante ningún gallo. Pero cada año se lo ponemos más difícil. Un auténtico negacionista tendrá que esforzarse mucho para evitar que la fiesta no se le lleve por delante: no salir de casa en San Valentín ni encender la televisión, con el miedo a que les asalte una película ñoña a más no poder. Tampoco saldrá a cenar ni quedará con nadie.
Los nostálgicos
Lo peor de San Valentín son las altas expectativas. O las expectativas, en general. Y si tú eres de los que siempre han celebrado San Valentín por todo lo alto y tu nueva pareja más bien ha pasado del tema soberanamente, te encontrarás en una situación bastante peliaguda cuando tu Otra Mitad llegue a casa y te encuentre sin una prenda de ropa y buceando entre globos en forma de corazón y no tenga ni pajolera idea de por qué está pasando todo esto.
Los Revisionistas
Celebran San Valentín pero "a su manera", como si estuvieran homenajeando a Frank Sinatra. O como se si avergonzaran de dejarse llevar por la cursilería reinante. Venga ya, no hay nada por lo que no disfrutarlo. Al fin y al cabo, la vida a veces es gris y apenas llegamos a fin de mes, así que ¿por qué desaprovechar la oportunidad de salir a cenar fuera, tomarse una copa de vino y darse un buen achuchón?
Los Babosos extremos
Es la fiesta del amor sin frenos y del almíbar chorreante. El todo por el todo y sin renunciar a nada, todo muy hollywodiense: globos, ositos de peluche, bombones, velitas, tarjetas cursis, ropa interior de color rojo y si se puede, que no falte una joya en forma de corazón o de flecha de Cupido. No apto para diabéticos.
Los Oportunistas
Son los que aprovechan este día para conseguir lo que no pueden conseguir si no es en circunstancias excepcionales: ligar sin esforzarse demasiado. Y es que el día de San Valentín hay mucha desesperación en el ambiente. Y expectativas, ¿os hemos hablando de las expectativas ya, verdad? Así que hay que tener mucho cuidado, porque andan sueltos algunos energúmenos dispuestos a aprovecharse de un momento de debilidad/soledad/carpe diem.
Los influencers
En la vida de todo buen influencer, San Valentín es un escaparate tan estupendo como Año Nuevo o esas vacaciones que ninguno de nosotros podemos tomarnos. Una excusa para dejar bien documentada lo perfecta que es su vida, lo bien que huelen sus rosas y lo riquísimos que están los bombones de Godiva (por supuesto, los suyos no son de supermercado). Por no mencionar, lo estupendos que están en su conjunto nuevo de ropa interior.
Los Pasotas
Vale sí, hoy es San Valentín ¿y qué? Para los Pasotas podría ser San Pedrín, San Clemente o San Seacabó. Eres como la antítesis viviente de Ted Mosby, el prota de Cómo conocí a vuestra madre. Mientras él se pasa meses planificando este día, pensando en estrategias para sorprender a su enamorada, buscando el regalo perfecto y organizando una cena con velitas y fanfarrias, tú... no. Es más: es que ni entiendes todo el jaleo que hay a tu alrededor. Pereza máxima.
Y, por supuesto, los haters
Las parejas Anti-Valentín lo tienen clarísimo: todo es un invento de los centros comerciales y del Club Bilderberg. Además, a ellos no les dice nadie qué día tienen que demostrar su amor, cuando lo pueden hacer en cualquier momento del año (o no hacerlo, que sale más rentable). Son alérgicos a los ramos de rosas, a los bombones de gasolinera y a estrenar ropa interior ese día.
Foto| Valentine´s Day
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