Lejos ha quedado aquel mito de que el ejercicio físico reduce el deseo sexual o que mantener relaciones sexuales antes de una competición dificulta el rendimiento del atleta. Los estudios clínicos así lo demuestran. Pero además los expertos en sexualidad y deporte insisten en que una mala forma física puede afectar negativamente a nuestras relaciones sexuales. Al parecer, disciplinas como el yoga, el running o la danza pueden ofrecernos grandes beneficios dentro y fuera de la cama.
Por norma, el motivo principal que nos impulsa a los humanos a pisar el gimnasio suele ser meramente estético: bajar peso y tonificar el cuerpo. Carlos Pacheco, fisioterapeuta del Centro de Yoga Lashala, afirma que el deporte nos reporta beneficios en el plano emocional y en el resto de áreas de nuestra vida: “El ejercicio físico nos ayuda a liberar estrés y mejorar el estado de ánimo, factores clave para mejorar nuestra vida en pareja y sentirnos más receptivos en el terreno sexual”.
La variedad de actividades deportivas que ofertan los gimnasios es tremenda. Según los aficionados al deporte, la clave para no abandonar ante la primera ración de agujetas consiste en elegir aquella que se acomoda más a nuestros gustos y necesidades; y si mejorar en el sexo está entre una de esas motivaciones, aquí te dejamos algunas propuestas:
Running, spinning y natación
Con estas tres disciplinas puedes incrementar tu resistencia y capacidad cardiaca, armas infalibles para combatir el agotamiento durante el sexo. Además, como dato curioso, Pacheco nos compara el deporte y el sexo a nivel biológico y asegura que “ambos funcionan bajo los mismos mecanismos hormonales: la liberación de endorfinas y la subida de testosterona, que son las responsables de esa sensación de vitalidad y placer”. Eso explicaría en buena medida la adicción de algunos por el ejercicio físico y esta nueva fiebre por el running.
Yoga, pilates y ejercicios hipopresivos
Son ideales para aquellas personas que se inician en el deporte o buscan un ejercicio físico de menor intensidad cardiaca. Como plus, se trabaja de manera concreta la musculatura pélvica y el control de la respiración, dos de los pilares que sustentan la respuesta orgásmica a solas o en pareja.
Roberto Pazos (entrenador personal y Técnico Superior en Actividad Deportivas) nos cuenta que los músculos que conforman el suelo pélvico “son de poco recorrido y muy vagos; y si no se entrenan, con el paso de los años pierden su tonicidad. Esto podría desencadenar en problemas de incontinencia urinaria y escasez de orgasmos”.
Con los ejercicios hipopresivos se logran magníficos resultados en el refuerzo de la musculatura pélvica. Por ese motivo, suelen recomendarse a mujeres tras el parto. ¿Qué les reporta? Una notable reducción del abdomen y cintura, mayor tono de la zona perineal y un aumento de la sensación de placer durante el coito, así como una mejoría a la hora de estimular con movimientos vaginales rítmicos a su compañero.
Ballet clásico para adultos
Cada vez son más las escuelas y gimnasios que ofertan clases de danza clásica y fit-ballet para mujeres en etapa adulta. Esta disciplina está indicada no solo para aquellas que dispongan de experiencia en el ballet; también para cualquiera que acaba de descubrir una nueva vena artística.
¿Qué puede ofrecernos la danza clásica para mejorar en la cama? Obviamente una buena elasticidad que podríamos aplicar en la ejecución de determinadas posturas sexuales. Sin embargo, para Yolanda Olarte, Directora y Maestra de Danza Clásica de la Escuela Le Parnasse, el ballet nos garantiza también un desarrollo de la musculatura del suelo pélvico, la mejora de la circulación sanguínea en el área genital (fundamental durante el orgasmo) y mejor control y ejecución del movimientos de nuestro cuerpo. “Si nuestra sensación física a todos estos niveles se ve optimizada”, explica Yolanda, “a nivel psicológico también gozaremos de más confianza y seguridad en uno mismo durante el sexo”.
Sexy Dance, Dancehall y Kizomba
Estas tres modalidades fusionan el baile con el concepto de erotismo y la sensualidad. Para que te hagas una idea serían algo parecido al “Dirty Dancing” de los tiempos modernos. El Sexy Dance o Style, por ejemplo, adapta las coreografías de cabaret a la música funky, el jazz y el blues. Manuel Baldeon, profesor de Danza Contemporánea y Jazz explica que a través del Sexy Dance “la alumna explora su lado más erótico y provocador; así como movimientos sensuales de cintura, cadera y glúteos que después puede poner en práctica durante el sexo”.
En esta misma línea, el Dancehall (de origen jamaicano) también resulta de la fusión de diferentes estilos: el reggae, la danza africana, el twerking y el hip-hop. Sus dance-battles se asemejan más a los rituales de apareamiento que a competiciones de baile.
Y por último, está la Kizomba: una especie de bachata reinventada cuyo repertorio de pasos y movimientos son una interpretación descarada del acto sexual. Y si no, júzgalo por ti mismo:
Fotos| Pixabay.com
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