Cantaba Revólver allá por los años 90 que «el verano no es buen aliado para la razón». Puede que sea verdad o puede que no, pero lo que sí parece claro es que el verano es buen aliado para los divorcios. Durante el verano (tercer trimestre del año) se solicitan aproximadamente el 33% de los divorcios de todo el año. Si miramos el calendario... nos daremos cuenta de que estamos inmersos en plena época estrella de las separaciones matrimoniales. Y queremos saber por qué. Y qué podemos hacer para evitarlo, claro.
¿Por qué tenemos más crisis de pareja en verano?
Las opiniones en este sentido son variadas, pero confluyen en algunos puntos comunes, como la ruptura de la rutina que, muchas veces, nos obliga a convivir por inercia. Helena Trujillo, psicoanalista, considera que el verano es la época en la que realmente se convive, alejados de las rutinas escolares y laborales. «Surgen los problemas porque cada uno se muestra tal cual es».
«En verano, al compartir el tiempo libre, la independencia que tienen las parejas durante el año se ve comprometida. En parejas poco cohesionadas o sin un compromiso real, las consecuencias pueden ser graves», aporta, por su parte, Amaya Terrón, psicóloga.
Las rupturas no suelen producirse durante la propia época de verano, sino al regreso. Según María Teresa López, directora de la Cátedra Extraordinaria de Políticas de Familia de la Universidad Complutense, «la explicación es relativamente sencilla. El mayor tiempo de convivencia es lo que lleva a aumentar el número de divorcios».
El sexo también tiene su importancia en el aumento de los divorcios. Esteban Cañamanes, psicólogo clínico y sexólogo, considera que, con la llegada de más tiempo libre, «se fijan unas expectativas muy altas y, cuando no se cumplen, la situación se vuelve más frustrante y empeora».
La ecuación parece clara: exceso de tiempo libre + existencia de un problema anterior = crisis de pareja estival.
Consejos para evitarlo
Si existe un problema anterior en una de las dos partes de la pareja, o en la pareja en sí como conjunto, lo ideal sería acudir a la consulta de un profesional antes de que la situación se desborde y no tenga solución.
Si hablamos específicamente de evitar conflictos vacacionales, hay algunos tips que pueden ayudar, según las psicólogas Elia Bernabéu y Alicia López de Fez:
Antes de las vacaciones
Ajustar las expectativas a la realidad, sin idealizar demasiado el periodo vacacional.
Consensuar dónde y cómo se quieren pasar las vacaciones, respetando los gustos de cada uno.
El primer día
Asumir que el primer día de vacaciones no vamos a conseguir desconectar del todo. Tras meses de estrés, adaptarnos a un ritmo completamente diferente requiere unos días.
Evitar caer en el fenómeno de la olla a presión. Muchos expertos han comparado el efecto que provoca el estrés con una olla a presión que se va llenando a lo largo de un periodo de tiempo. Es fácil que el primer día de las vacaciones esa olla explote y derive en una gran discusión.
Durante las vacaciones
No querer compensar, pasando las 24 horas del día juntos, el tiempo en que no nos vemos el resto del año. Realizar actividades en solitario es tan importante como hacerlo en pareja. Lo importante no es la cantidad de tiempo que pasemos juntos, sino la calidad del mismo.
No dedicar los días de vacaciones a tratar los temas espinosos de la relación.
Cuidar las bases de la relación: cariño, conversación y sexo.
Cuando hay hijos
- Trabajar por seguir teniendo momentos de intimidad. No convertirnos solo en padre y madre, seguir siendo también una pareja.
Al regresar a casa
- No tomar decisiones en caliente. Si durante las vacaciones ha habido problemas, analizarlos y tratar de solucionarlos. Una ayuda profesional adecuada, como en tantos casos, puede aportar una vía de arreglo.
En conclusión, si habéis empezado las vacaciones y las cosas se han complicado, notáis más discusiones que durante el resto del año o lo que esperabais del verano en pareja no se está cumpliendo... pensad que no sois los únicos y que, probablemente, el problema tenga solución.
La influencia de las familias
El verano es la época más propicia para que nos reunamos con las respectivas familias. Pero, en ocasiones, lo que se esperaba como un tiempo de convivencia feliz, se transforma en un estrés tenso y en conflictos.
Dos miembros de una pareja que están acostumbrados a vivir solos pueden notar grandes cambios en el momento en que pasan a compartir vivienda con otros miembros de la familia (padres, hermanos, etc., de uno de ellos). La solución, según Linda Carroll, coach de terapia de parejas, es encontrar momentos privados dentro de la vorágine familiar. Buscar un tiempo cada día para estar juntos, a solas.
Para Alicia López de Fez, es necesario planear los tiempos que se pasan con las respectivas familias, que ambos cónyuges estén de acuerdo en ello.
Si, además, hay hijos, es necesario marcar los límites de la convivencia con las respectivas familias. Las posibles intromisiones de la familia en temas como las comidas, los gastos, etc., será mucho más graves si el asunto que se trata es la educación de los hijos (nietos o sobrinos, para ellos). Establecer de antemano las fronteras que no se deben atravesar (por ejemplo, que ningún miembro de la familia desautorice a los padres en las pautas educativas del niño) es clave para garantizar una buena convivencia que no haga que la pareja se resienta.
Imágenes | Pixabay.
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