Natalie Portman en The Black Swan: icono "fashion" a la carrera del oscar.

¿Ya tienes plan para el fin de semana? ¿No? Pues apunta: se estrena The Black Swan la película nominada a los oscar en 5 categorias y que ya se ha convertido en un icono y una película de culto para las seguidoras del fashion system. Natalie Portman está nominada como Mejor Actriz y ya se ha llevado el Globo de Oro, así que casi seguro, ganará también la preciada estatuilla dorada (ojalá). Y no es de extrañar: no sólo por el papel que hace, también por cómo baila (aunque hay dobles).
La fotografía y la dirección artística de The Black Swan son soberbios. La música, el vestuario, la ambientación, los escenarios… todo tiene un nivel estético excepcional. Pero hay algo en el personaje protagonista, en el argumento y en el transfondo de la película que la convierten en algo más que una película con vestidos bellos y una maravillosa estética. Nada que ver con Sex in the city y otras pelis “de chicas”. Será icono fashion por motivos más profundos y Natalie Portman se habrá convertido en una musa para siempre.

Para empezar, y no hace falta argumentarlo mucho: la delgadez y la androginia es un factor en alza dentro del mundo de la moda. Cuánto menos pesas, más vales. ¿Sabéis cuánto adelgazó Natalie Portman para rodar el film? Según he leído 9 kilos. En una mujer ya delgada como ella, el resultado obtenido es el de una figura enferma, anoréxica. Nada más cerca de la intención de su director. Para darle el papel, éste, Darren Aronofsky, le preguntó: “¿cuánto puedes adelgazar sin caer enferma?”. Y eso no es todo, el personaje que interpreta Portman entra en el baño varias veces para provocarse el vómito. La polémica está servida y las acusaciones sobre promoción de la anorexia en la película son constantes.

En mi opinión, la historia es sobre la primera bailarina de un gran ballet y el director, a través de la actriz, muestra una realidad cómo él la ve. No olvidemos que su película anterior fue Requiem por un sueño, una película sobre drogadicción en los que los personajes viven al límite de sus fuerzas… o mueren al límite de sus fuerzas para ser más correctos. El problema real es que aquella era una película dura y llena de fealdad, y ésta está repleta de belleza. Por eso, me temo que los efectos secundarios del arte están ahí. Y seguirán estando por mucho tiempo porque las páginas proanorexia ya cuentan con una obsesión más.

Por otro lado analizamos el perfil de la protagonista. Una mujer al límite obsesionada por la perfección, subyugada por el autocontrol y alejada de la realidad por culpa de la belleza y del ensimismamiento con la imagen que le devuelve el espejo. Muchas mujeres de las que conozco en el mundo de la moda viven bajo esa presión y ese autocontrol. Y si todas las mujeres aspiramos a ser bellas, las que habitan el mundo de la moda, están aún más cerca de ese perfil.

¿Y de la moda qué?  Cuándo la protagonista, Nina Sayers, se viste de “diario”, el minimalismo del ballet es ligero como sus prendas: las mallas, el mayot, la chaqueta, los calentadores, el nude, el rosa empolvado, el beige, el negro… la cara lavada (pero increíble, of course), las zapatillas de ballet: Todo es acogedor y confortable, gym wear pero absolutamente chic. Y cuando sale a escena, la moda se excede y se va al otro extremo: toma un cariz teatral sublime (maquillaje fascinante a parte). Brocados, encajes, tules, tutús, pedrería, plumas, escotes corazón, pasamanería, cristales engarzados… Todo son tendencias del momento, pero además de todo ello se ha nutrido siempre la haute couture. Tan exquisita e inalcanzable. El vestuario recuerda a las mejores colecciones de Galliano, de Alexander McQueen, de Gaultier. Todos los tutús son una maravillosa obra de arte, con un diseño portentoso y embrigador. También el cuidado y expresivo maquillaje y los peinados con adornos y plumas son un valor añadido… Lo más curioso es que la película tiene 5 nominaciones y ninguna es al diseño de vestuario. Gran error ¿o no?

Si vais a ver la película, (una de las mejores del año por cierto), os sorprenderá el nivel de Natalie Portman y su madurez como actriz. Portman hizo ballet hasta los 13 años y ha tenido que “recuperar” parte de esa técnica para interpretar a una bailarina en un momento decisivo de su carrera. Para ello, contó con la ayuda del bailarín Benjamin Millepied, del que se enamoró y que será el padre de su hijo, ya que la actriz está embarazada. The Black Swan parece haber sido decisiva en su vida y en su carrera profesional. Además, por si esto fuera poco, Dior la ha fichado como imagen de su perfume Miss Cherie. Guapa y buena actriz ha sido siempre, ahora se ha hecho mayor.

PD. Es un thriller psicológico, casi se me olvida decirlo, que también gustará a los que se alejan del mundo moda: amigos, novios… Y tiene momentos muy hot. Os dejo con el trailer oficial de la película.

Fotos: Polyvore y Fox

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