Técnicamente no son diademas porque no sujetan en el pelo, son más bien una versión pobre de la regia tiara, y consisten en finas cintas de tela o hilo cuya función es puramente decorativa.
Se llevan a modo de banda o sobre la frente o por encima de ella, y una de las versiones más buscadas es la trenzada, a medio camino entre lo hippie y lo helénico.
En los años veinte eran de raso y se embellecían con plumas aunque derivaron en los ya míticos turbantes con broches incrustados, pero mucho antes las habían llevado los griegos y los indios americanos, ahora, a pesar de que los sombreros y tocados han tomado la delantera de la distinción, las cintas y diademas son una alternativa sencilla y discreta a los complementos “de cabeza”.
Rachel Bilson ha hecho de ella el mejor aliado para su look hippie, y el otro día la veíamos con una versión a base de incrustaciones de piedras y perlas, falsas, se supone.
Su ex-compañera al frente de The O.C, Mischa Barton, es otra de sus fans incondicionales aunque ella prefiere más bien las versiones barrocas.
Peaches Geldof e Irina Lazareanu también se apuntan a la moda, la primera, en versión semi tocado a base de paillettes plateadas, y la segunda, enriqueciendo su vestido de Missoni con un pañuelo a modo de bandana.
Pero si hay alguien que ha sabido sacarle provecho a la tendencia, esa es Nicole Richie, cuya puesta en escena es la que más me gusta: la diadema de lentejuelas hace que su look casual adquiera un aire sofisticado sin necesidad de joyas.
Otra alternativa a la típica cinta son las tiras de cuero, terciopelo o raso que normalmente se utilizan como collar. En lugar de atártelas al cuello, anúdatelas a la cabeza cogidas con un pasador o incluso trénzalas. El resultado es mucho más sencillo pero igualmente eficaz.
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