Para ir a las rebajas de las tiendas de moda hay que estar preparado para todo. Es un sitio propicio para vivir el día de la marmota antes de siquiera despertar. Los tópicos y situaciones se repiten con los mismos patrones. Es entrar por la tienda y volver a unos meses antes al vivir estas situaciones:
- ¿Tiene una talla M en el almacen? – No, solo hay lo que queda fuera.
¿Hay más tallas disponibles?
Miradas enfrentadas, rímel y pestañas último modelo largas hasta el infinito, pestañeo, movimiento de melena y si te he visto no me acuerdo. El duelo entre la compradora y la dependienta ha quedado en agua, por un segundo casi llegó a las manos.
Mensaje de la Organización de consumidores y usuarios (OCU): el cliente está en su derecho de que le puedan sacar una talla disponible en el almacén porque en la mayoría de los casos sí hay stock. En ese instante de duelo en el que la dependienta puede acabar con tu vida con esa camiseta de tela transparente y que no dura ni dos lavados ese mensaje se te pasa por la cabeza y solo quieres salir vivo. Respuesta: Vaya, una pena, me encantaba la camiseta. Mirada triste al suelo y pensamiento interior maldiciendo en los siete males.
Al día siguiente aparecen misteriosamente más tallas de la misma prenda.
Si yo venía solo a mirar
No tengo nada que hacer esta tarde, una llamada de alguien que no te quiere en absoluto (novia, amigo, padres, curas, abogados, quien sea) te dice: “¿te vienes conmigo a las rebajas?“. ¡Error! “Vale, te acompaño, iré solo a mirar”, respondes. ¡Más error aún!
Ya en la caja, dos horas más tarde: “Señor, son 200 euros”. ¡Pero si yo venía solo a mirar!
Solo busco unos zapatos rojos, con cordones de este modelo específico
Propuesta clara: buscar unos zapatos rojos de cordones, con mínimo tacón, puntera redondeada y mil especificaciones más. La idea de ir buscar algo concreto en las rebajas: conseguida. Tres horas más tarde, cuatro bolsas en cada mano: dos sandalias, unas negras romanas de planta lisa, unas flúor para dar un toque moderno al zapatero, unos zapatos de tacón de fiesta, unas bailarinas para el trabajo. ¿Y los zapatos rojos? No había.
La nueva temporada ni la miro
Plano de la tienda en la mente, mostradores al fondo, probadores a la derecha según entras, en el recoveco oscuro, las prendas rebajadas están en el ala izquierda de la tienda, las de nueva colección a la derecha. Objetivo: ni mirar a la derecha. Complemento para vestir: anteojeras robadas en la cuadra del pueblo. Una vez visto el ala izquierda y no haber encontrado una mísera prenda porque ni una te gusta la nueva colección aparece ante los ojos y…
Yo solo compro básicos
Yo las rebajas las aprovecho para comprar básicos, el resto de prendas no me interesan. Es más, la falda africana, el top color neón, los pantalones de tachuelas, la blusa de grandes frutas y el peplum que llevo en esa bolsa no significa que haga lo contrario. No, eh, que yo soy fiel a mis principios de solo básicos para que me duren las cosas.
Qué fea es esa prenda…
Pero me la llevo. ¿Comprar impulsivamente cualquier cosa? No, se llama aprovechar el tiempo y los descuentos.
No tengo nada para combinarla
- ¿Y con qué combino esta blusa? – Con algo azul. – No tengo nada azul y solo quería comprarme esta blusa.
En la caja: me llevo esta blusa, esta falda azul, este pantalón azul, estos shorts azules…
Las rebajas de las grandes marcas
Días antes de las rebajas: toda una tarde paseando por esos grandes almacenes viendo grandes espacios de marca. Esos bolsos, esas camisas, esos vestidos, esos abrigos… precios demasiado altos. La idea: quedarse con fotografías imaginarias en la mente para venir el 1 de julio y aprovechar el descuento. Hecho. 1 de julio a las 9 de la mañana delante del mismo sitio de hace unos días: ¿dónde está lo que había aquí? Oh, mala suerte.
A mí las rebajas no me gustan
Pero me gasto 500 euros cada año en ellas.
Fin. El día de la marmota volverá el próximo invierno.
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