Nunca pensé que diría esto, pero aquí estoy diciéndolo: quiero el look de Nicole Richie, todo, entero. Y no lo hubiera dicho nunca, no porque no me guste, objetivamente va casi siempre mona, pero nunca fue mi icono de estilo. Hoy sin embargo, me quedo hasta con el café de Starbucks y eso que yo soy más de Nespresso. El guardaespaldas me sobra, aunque hay que decir que a diferencia de colegas suyas como Hillary Duff o Britney Spears, que son custodiadas por hombres inmensos, ella prefiere a uno menos gigantesco y más guapete, todo sea dicho de paso.
Lo primero que me llama la atención de la hija de Lionel (esta vez sí acerté, que a veces digo Guy cuando quiero decir Lionel) es el top broderie en blanco, con una pequeña cenefa encima del pecho, me encanta, da un aspecto super cándido e ingenuo, que buena falta le hace a Nicole, las imágenes, de hecho, son de su llegada al centro donde sigue tomando clases como condena por conducir bajo el efecto de sustancias psicotrópicas, así que hizo bien en ir tan candorosa e inocente.
Fue hace dos años cuando se empezaron a llevar de nuevo este tipo de camisas y blusones que tanto nos recuerdan a la infancia o a Ibiza y su estilo ad lib, por los volantes y encajes, el bordado, el calado y el ganchillo, y ahora podemos recuperarlos, si es que alguna vez se fueron, que en mi armario siempre han estado muy presentes, porque casan perfectamente con el reinventado look a medio camino entre lo bohemio y lo hippy.
Las maxi gafas son muy propias de las celebrities, su tamaño es proporcional al nivel de fama de la persona, así que a juzgar por el volumen de las que lleva Richie, está muy arriba en la lista. El pelo descuidadamente recogido en una coleta, que da un aire muy nítido, las uñas rojas, los jeans desgastados y de pata ancha, y las flats, o bailarinas, le acaban de dar el toque casual perfecto para un día de rehab.
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