Es una de las ciudades más infravaloradas de España y del mundo, pero a mí me pareció mejor que Roma y sin turistas

Descubrir este rincón mágico y tan infravalorado de España fue una cuestión de coincidencia. O cosa de la suerte, podemos llamarlo. Yo iba en un roadtrip de camino a Portugal cuando hice una parada a descansar y estirar las piernas aquí y quedé prendada de su vibe. Es como estar en Roma, pero sin hordas de turistas, carteles en todos los idiomas y colas hasta para ir al baño.

Algunos lo habréis adivinado: fui a parar a Mérida y sentí que acababa de aterrizar en una versión secreta, diminuta y perfectamente conservada de la capital italiana. No hay ni que abrir el mapa, caminar por sus calles es sinónimo de tropezarte con auténticos restos romanos en cada esquina.

Mérida, o mejor dicho, Augusta Emérita, fue fundada en el 25 a.C. como una de las ciudades más importantes del Imperio Romano en la Península Ibérica, y esa importancia todavía se palpa en la ciudad. No es que seamos unos catetos, todos hemos oído hablar de los restos arqueológicos de Mérida, pero nunca imaginé que serían tan alucinantes. No me cabe en la cabeza cómo es posible que no haya sido invadida por turistas, teniendo en cuenta que es hasta Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Tremenda infravaloración la de Mérida, siempre relegada a un tercer plano por culpa de Roma y Pompeya. Yo he estado en ambas ciudades italianas y, para ser sincera, Mérida me gustó muchísimo más porque no tenía que ver columnas, templos y antiguas estatuas apretujada entre millones de visitantes. Ojo, porque aquí hay un teatro, un anfiteatro y un circo romano, algo que solo ocurría en Roma. ¿Por qué no se habla sin parar de esto?

A la vuelta de Portugal volví e hice una noche, yo eso tenía que exprimirlo. Mis favoritos fueron el Teatro Romano del siglo I a.C, tan bien conservado que resulta épico. Otro imprescindible es el Museo Nacional de Arte Romano, que alberga los tesoros arqueológicos más valiosos de Augusta Emérita y entrar cuesta solo 3 euros. La mitad que el de Roma.

Otros imprescindibles son el Circo Romano, el acueducto de San Lázaro y las ruinas de las termas. Además, Mérida tiene su propio foro, y aunque es más pequeño que el de Roma, no deja de ser impresionante. El Templo de Diana, con sus columnas intactas, y el puente romano, de 790 metros de largo.

Todo está tan bien preservado que realmente parece que los romanos se fueron hace dos días. Y lo mejor: no hay casi nadie. La tranquilidad es absoluta. Todavía me parece surrealista que no haya masificación turística aquí. Es la joya escondida de Extremadura, y una parte de mí desea que siga así de desconocida.

Fotos | Turismo Mérida.

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