Cipreses, trigales, olivos y viñas componen los paisajes de la Toscana italiana. Sin embargo, no hace falta cruzar las fronteras para disfrutar de ellos... A solo dos horas de Barcelona, tenemos en nuestro país el Empordà, una escapada romántica perfecta para la primavera y el verano y a la que no le falta ni encanto medieval ni mar Mediterráneo en su litoral con la Costa Brava.
No obstante, aunque mucha gente llega al Empordà atraídos por sus playas, es al descubrir su encantador interior cuando uno comprende que se encuentra ante la Toscana española.
Para disfrutar del Empordà, lo primero es saber que se divide en Alt Empordà y Baix Empordà. Son dos comarcas distintas pero que guardan muchos nexos de unión.
Abriéndose paso entre pueblos de pescadores y de payeses, esta zona esconde pueblos de interior en lso que parece que el tiempo se detuvo en la Edad Media, conespectaculares empedrados como los que podemos encontrar en Pals o La Bisbal d'Empordà.
En la parte del litoral, pueblos como el famosísimo Cadaqués, Roses o Calella de Palafrugell son el legado marinero teñido de blancos y añiles que se mezclan con el azul del mar y el cielo. Muy bonitos porque mantienen una estética de pueblos de pescadores de antaño.
Incluso en lo que respecta al nucleo urbano es obligatorio hacer un alto en Figueres, la ciudad natal de Salvador Dalí y donde ahora se encuentra la sede del Museo Dalí, que acoge la mayor parte de su obra.
No obstante el Castillo de San Fernando o la iglesia de Sant Pere, que no tienen nada que ver con el máximo exponente del surrealismo, también merecen una visita.
Foto de portada | @catalunya.com
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